Vestida con pantalón oscuro y camiseta blanca, y con un bolso en la mano, la conocida abogada Josefina Navarrete volvía en la tarde de ayer a la vivienda que compartía con el empresario José Miguel Suárez Gil, quien pocas horas antes al parecer la había amenazado de muerte en el interior de la misma. "Cogió un arma y me apuntó a la cabeza", dijo Navarrete a LA PROVINCIA antes de acceder caminando hacia el interior del chalé.

Sobre las 17.45 horas la abogada llegó hasta el número 23 de la calle Neuquen del barrio de Monteluz, en el municipio de Las Palmas de Gran Canaria, en el interior de un Toyota Corolla de color verde y acompañada de otras dos mujeres. Se bajó del turismo para abrir la verja de acceso. Con un semblante serio pero a la vez tranquilo apuntó que durante la mañana "había llegado a la casa junto a unas amigas para recoger mis cosas e irme de la casa".

El matrimonio supuestamente vivía un momento de crisis y planeaba seriamente el divorcio, y que por ello había decidido abandonar el domicilio conyugal. La letrada prosiguió que en un momento Suárez Gil, quien fuera presidente de la Cámara de Comercio de Las Palmas, "cogió una de sus armas y me apuntó a la cabeza".

El nerviosismo se impuso en el interior de un inmenso chalé de color verde pistacho que resalta del resto de inmuebles con diseño vanguardista que se encuentran en la ladera de la lujosa urbanización. Navarrete no precisó lo que ocurrió en ese momento, pero indicó que tuvo que ser atendida por los efectivos sanitarios que se trasladaron al lugar. "Dejé mi profesión por una enfermedad y sufro de tensión alta. Los técnicos de la ambulancia me dieron una pastilla para que se me bajara y ya me tranquilicé", dijo.

Ante la pregunta de si anteriormente había tenido algún altercado emocional con el empresario, con quien había contraído matrimonio hacía apenas dos años y con el que había fijado su residencia entre Gran Canaria y una vivienda en Miami (Estados Unidos) que habían adquirido, su respuesta fue tajante: "No, nunca habíamos tenido problemas".

Navarrete aseguró que del interior del inmueble los agentes de la Policía Nacional se incautaron de entre seis y ocho armas de fuego, de las que algunas eran antiguas, según su versión. Sobre su existencia, Navarrete comentó que "sabía que tenía armas, aunque no sabía cuántas".

Sobre los delitos que presuntamente se le imputarán a Suárez Gil, la letrada declaró confusa que eran dos. "Uno de ellos es el de asesinato en grado de tentativa", acertó a decir, y el otro lo relacionó con las armas, aunque no especificó si se debe a la posible tenencia ilícita.

La abogada, que tenía previsto volver en los próximos días a su vivienda de EEUU, se quedará ahora unos días en la Isla después de lo ocurrido para tranquilizarse tras vivir, según ella, una amenaza de muerte.