María Farnés Martínez Frigola tomó ayer posesión como nueva fiscal jefe de Santa Cruz de Tenerife, un cargo que asume “con ilusión, con algo de vértigo” y con el principal objetivo de construir una fiscalía “aún más transparente, de mayor calidad y mucho más cercana a la ciudadanía”.

En su discurso de toma de posesión, Farnés expresó su agradecimiento a la Fiscal General del Estado, Dolores Delgado, por haber confiado en su proyecto y haberla propuesto para el cargo, el cual, dijo, es “un honor y una gran responsabilidad” ejercer.

La fiscal también puso de relieve y agradeció la labor llevada a cabo por su predecesora, Carmen Almendran, que ha permitido que la Fiscalía de Tenerife cuente hoy “con una plantilla excepcional de fiscales, excelentes profesionales de máximo prestigio a nivel nacional”.

En esta nueva etapa profesional, la nueva fiscal jefe –la exalcaldesa de Santa Cruz de Tenerife, Patricia Hernández (PSOE), quiso poner su nombre a una calle– aseguró que afrontará muchos retos que espera superar con la ayuda de un “gran equipo profesional” formado no sólo por los fiscales, sino también por los funcionarios que integran la Oficina de la Fiscalía Provincial. Así, avanzó que lo primero que hará será adoptar medidas con el fin de dar mayor estabilidad a la plantilla.

También implementará iniciativas como potenciar el uso de las conformidades cuando ello sea posible, la utilización de la figura de la mediación familiar o promocionar la del coordinador de responsabilidad parental como han hecho otras comunidades autónomas.

Asimismo, ve necesario prestar especial atención a los delitos de trata de seres humanos; por ello, anunció que el papel de la Fiscalía será especialmente beligerante en tipos delitos y mantendrá una postura no sólo relevante, sino referente en la lucha contra esta lacra social. Igualmente, indicó que se potenciarán las investigaciones por delitos de blanqueo de capitales de este negocio criminal y promoverá las investigaciones que sean necesarias para perseguir comportamientos que se pueden encuadrar en los llamados delitos de odio.