Conocer el problema migratorio en el terreno para proponer alternativas a Europa. Es la misión en la que se han embarcado los eurodiputados de Izquierda Unida Sira Rego y Manuel Pineda, que ayer arrancaban en Canarias su periplo por distintas fronteras. Impactados por la extrema situación del muelle de Arguineguín, exigen que Bruselas termine con esta crisis invirtiendo en los países del sur, que sufren una injusta e insolidaria presión migratoria.
Usted y su compañero de Izquierda Unida y eurodiputado Manuel Pineda han comenzado en Canarias una gira para abordar el fenómeno migratorio. ¿Qué conclusión extraen de la situación que viven las Islas?
En el Archipiélago se vive una tensión importante, que hay que trabajarla con todos los recursos disponibles aquí, pero que también necesita y merece el máximo enfoque porque está absorbiendo un número muy importante de migrantes. La ruta del Mediterráneo se ha militarizado, por lo que las mafias eligen la ruta Atlántica, que es mucho más difícil y peligrosa porque se ven obligados a cruzar prácticamente todo el océano.
Su intención era entrar en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Barranco Seco, pero en esta ocasión el Covid ha sido la excusa para no abrir unas puertas que siempre resultan infranqueables.
Éste y todos los CIE hay que cerrarlos inmediatamente. Hoy hemos intentado entrar y tampoco ha sido posible, en esta ocasión el argumento ha sido el Covid. Sólo sabemos que dentro hay 42 personas, la mayor parte originarias de Mali, pero no tenemos mucha más información porque no es fácil acceder a lo que ocurre en estos centros.
Sí pudieron acudir a Arguineguín, donde casi 400 personas malviven hacinadas en carpas.
Impresiona bastante. En primer lugar, debemos reconocer el extraordinario trabajo que realizan Cruz Roja y Salvamento Marítimo. La gente que hay en el muelle constituyen la imagen de un drama humanitario terrorífico, viven en tiendas de campaña e impacta mucho ver todos los cayucos apilados. Hemos podido hablar con los miembros de Salvamento Marítimo, el único cuerpo de estas características que existe en Europa. Nosotros seguimos empeñados en que se destine una partida presupuestaria para crear un cuerpo europeo civil de rescate como el de España. Vale la pena resaltar las cosas que se están haciendo bien, aunque puedan ser notablemente insuficientes ante la magnitud del drama humanitario, hay que poner el foco en el esfuerzo humano que realizan estos profesionales.
El ministro de Migraciones, José Luis Escrivá, visitó la semana pasada las Islas, donde muchas de sus instituciones se quejan de que Madrid mira hacia otro lado a pesar de la magnitud de esta crisis humanitaria.
Es normal que un tema de este calado genere contradicciones. España tiene la oportunidad de cambiar radicalmente la política migratoria en Bruselas y lograr que lo que está ocurriendo en Canarias se quede en algo transitorio y no sea una situación que empeore. No debemos olvidar que lo que ocurre en política migratoria es en gran medida responsabilidad de las políticas de la Unión Europea. Hay un marco estructural que permite que existan este tipo de flujos y si no se aportan recursos en los lugares que se necesitan, se generan muchas contradicciones y tensiones en los territorios.
¿Cómo se solucionan estas tensiones a las que además se suman preocupantes brotes racistas entre la población?
Es evidente que hay que destinar dinero para la política migratoria desde la perspectiva de los recursos humanos, pero siempre en paralelo a la inversión en las regiones que acogen a estas personas: con políticas de empleo de calidad, con servicios públicos suficientes, es decir, reforzando el estado social. Pensar que la solución a la crisis migratoria vendrá sólo de la mano de la atención a las personas que vienen es un error. Hay que invertir mucho más dinero en regiones como Canarias para garantizar que las políticas de acogida funcionen. La solución tiene una doble mirada: hacia el que llega para garantizar sus derechos y su acompañamiento, pero también hacia el territorio y hacia sus necesidades porque si no estamos abriendo una puerta al discurso de la extrema derecha.
Cuando el Estado no ofrece un trato digno a estas personas, se hace más complicado cerrar esa puerta.
Europa ha puesto miles de millones de euros en juego para la política migratoria, pero ahora habrá que ver a dónde van. La UE destina mucho dinero a la militarización del Mediterráneo a través del Frontex, por ejemplo, un dinero que se podría destinar a procesos de acompañamiento de los migrantes y a habilitar espacios de acogida que evitarían muchas tensiones en los territorios. Bruselas tiene paralizado el sistema de reparto por todos los países comunitarios, esto está castrado en origen, con lo que se sobrecarga injustamente de presión migratoria a los países del sur, que son la primera puerta de entrada. La mayor parte de migrantes no quieren quedarse en Canarias, ni en Lampedusa, ni en Melilla, ni en Grecia, pero no pueden salir porque los bloquea la política europea.
