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Torres se encara ante Madrid por la crisis migratoria arropado por el PSOE canario

Las direcciones de Gran Canaria y Tenerife cubren al secretario general en su desafío ante el Gobierno de Sánchez para evitar el confinamiento de los migrantes en las Islas

José Luis Ábalos (centro) ayer en Tenerife acompañado por Sebastián Franquis (derecha) y Pedro Martín (izquierda). EP

En la sede de la Delegación del Gobierno en Canarias, ante un atril con el escudo nacional -Gobierno de España- y al lado del ministro de Migraciones, José Luis Escrivá. Serio, preocupado y molesto, Ángel Víctor Torres pronunció el viernes, en poco más de un minuto, cuatro o cinco frases, no mucho más, que expresan el dolor, desgarro y decepción con el que encara ante la dirección federal del PSOE y el Ejecutivo de Sánchez la decepcionante respuesta que está recibiendo de Madrid ante la crisis migratoria.

Más, mucho más que con la pandemia, la crisis turística o los incendios, el encierro de miles de migrantes en las Islas, con las vías taponadas por el Ministerio del Interior para desviar parte del contingente a la Península, Torres percibe –porque así lo siente y por su propia supervivencia política– que en este caso no valen las contemplaciones, ni la tibieza, ni las buenas palabras con un Gobierno de España, que entre el sonrojo y la decepción, lleva al PSOE canario a un desafío -sin referentes históricos previos en las Islas- para sublevarse ante el Gobierno socialista de España.

Acostumbrados a la mansedumbre, la jerarquía y la obediencia, los socialistas canarios han regateado con más o menos fortuna durante los Gobiernos socialistas en España la disciplina en el partido. Ahora, con el conflicto migratorio, es imposible mantener la equidistancia, la docilidad o la diplomacia. De ahí la declaración de Torres del viernes, que usó una expresión muy canaria en la Delegación del Gobierno para que se le entendiera: “Canarias se revira”.

“Canarias se rebela y se opone a ser el único lugar de España”, continúo, “donde tenga que quedarse toda la emigración que llega a Europa. Por lo tanto, se lo digo con rotundidad al Gobierno de España y se lo digo a la Unión Europea: Canarias no aceptará que toda la emigración se quede en Canarias”.

Queda claro, entiende Torres, que es presidente del Gobierno de Canarias, no el delegado del Gobierno en Canarias. Y queda claro también para el PSOE en Canarias. Se ha llegado a un límite. Arropado por las direcciones insulares de Gran Canaria y Tenerife, las dos islas donde más se ve y se sufre la llegada masiva de cayucos, Ángel Víctor Torres dispone del respaldo y aliento de la organización para liderar lo que él mismo ya ha calificado como una rebeldía ante Madrid. Canarias no es Lampedusa, tampoco Lesbos, ni una prisión, ni un tapón, ni un gueto para encerrar la emigración africana que anhela pisar la tierra del continente europeo.

José Luis Ábalos es ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, pero además es el secretario de Organización del PSOE, un cargo desde el que se controla el partido, vigila la organización y fiscaliza a las federaciones territoriales. Ante Ábalos, el viernes y el sábado, Torres se lo trasladó con claridad: la Presidencia del Gobierno de Canarias no se amilanará para aliviar la presión migratoria en las Islas.

Con Ábalos hay confianza y Torres no emplea tampoco un tono desafiante. Además, el ministro y secretario general del PSOE ejerce como gran valedor de los intereses canarios ante el Gobierno de Sánchez. Sobran por lo tanto bravuconadas, gritos o asperezas en esa segura amistad con la que ambos se comunican en especial ante decisiones difíciles o comprometidas. Eso no resta para que la apuesta de Torres vaya en serio. Tan en serio como que se juega la continuidad de su Gobierno en Canarias. Tan en serio como mantener recta la columna, con la organización detrás, para hablar sin servidumbres ante Madrid. “Canarias se revira”.

Quizá debido a esta protesta contundente del jefe del Ejecutivo regional, ayer Ábalos en Tenerife se apresuró a decir que los campamentos de migrantes en modo alguno son permanentes sino provisionales hasta que se repatríen de nuevo al continente africano. El ministro no estuvo acompañado ayer por Torres sino por el consejero y secretario insular Sebastián Franquis.

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