Dos semanas después de la entrada de las tropas marroquíes en la zona desmilitarizada de Guerguerat, en la frontera entre Mauritania y las zonas ocupadas por Marruecos en la antigua colonia española del Sahara Occidental, la guerra declarada es un enigma: mientras el Frente Polisario asegura cada día que ataca posiciones militares enemigas en el muro de separación Rabat se agarra a la estrategia del silencio.

La autoridades militar saharauis emitió el jueves un nuevo "comunicado de guerra", el número catorce desde que el sábado 14 de noviembre el secretario general del Frente Polisario y presidente de la República Árabe Democrática Saharaui (RASD), Brahim Ghali, acusara al Ejército marroquí de romper el alto el fuego firmado en 1991 y declarara el estado de guerra en todo el territorio.

Como los precedentes, incluyó una lista detallada de posiciones bombardeadas por los fuerzas saharauis: el jueves atacaron "bases de las fuerzas de ocupación marroquí en la región de Fadrat Al-Ich, Sector de Hauza; en Amegli Azgalma, Sector de Amgala; Azmul Um Jamla, Sector de Um Dreiga; y el Sector de Mahbes", todas a largo del muro de más de 2.700 kilómetros construido en el desierto.

De acuerdo con el comunicado" los ataques de las unidades del Ejército de Liberación Popular Saharaui continúan, provocando considerables pérdidas humanas y materiales a lo largo del Muro de la Vergüenza que divide el Sahara Occidental".

Las información no puede ser contrastada ni desmentida por fuentes independientes ya que no hay acceso a la zona, en gran parte por el cierre que Argelia mantiene desde marzo de todas sus fronteras a causa de la pandemia del Covid-19.

Tampoco es posible contratar de forma independiente la respuesta de Marruecos, que al principio minimizó los ataques, negó que hubieran causado bajas entre sus filas y más tarde optó por el silencio como si los ataques en realidad no existieran.

"Los ataques son reales y las fuerzas marroquíes están sufriendo. No van a poder ocultarlo mucho más tiempo", asegura a Efe una fuente militar saharaui en los campamentos de refugiados levantados hace 45 años en la región argelina de Tindouf.

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Manifestación de saharauis frente al Consulado de Marruecos Juan Carlos Castro

Actividad frenética

Allí, en ese pedazo de desierto donde varios miles de saharauis viven sin apenas electricidad y agua corriente desde hace casi medio siglo, la actividad es estos días frenética, con más y más jóvenes que abandonan sus casas con un petate al hombro.

La mayoría parten en todoterreno, o furgonetas abiertas tipo "pick-up", en dirección a las llamadas "zonas liberadas", una amplia región próxima al muro de separación que el Polisario arrebató a Mauritania y Marruecos durante los años que duró la guerra.

En ese vasto y árido territorio ha levantado varios cuarteles y acumulado armas ligeras -pero también artillería semipesada-, especialmente desde que en 2016 Ghali asumiera el poder tras la muerte de Mohamad Abdelaziz, padre de la RASD y de la solución negociada.

El nuevo líder del Frente Polisario fue ministro de Defensa durante los años más duros de la guerra (1976-1989) y se echó a un lado cuando comenzaron las negociaciones que condujeron al alto el fuego de 1991 y al que un principio se oponía.

Después, ostentó dos significativos cargos de alta responsabilidad: representante saharaui en España y embajador de la RASD en Argel, puesto que le permitió establecer un contacto cercano y directo con el régimen militar argelino, principal apoyo del Polisario, y que ahora también guarda silencio.

Desde su llegada a la dirección máxima, la advertencia de la llamada a las armas ha sido una constante, en especial durante el último congreso de la organización, celebrado hace ahora un año, y en el que ya sea habló de la importancia estratégica de "la brecha ilegal de Guerguerat".

Malestar en las zonas ocupadas

La actividad clandestina de los grupos saharauis que viven en las ciudades ocupadas por Marruecos también se ha disparado en las últimas semana en paralelo a la represión marroquí.

Según la organización Equipe Media, el gobierno de Rabat ha desplazado a miles de agentes de policía y de los servicios de Inteligencia a ciudades como El Aioun y ha puesto bajo estrecha vigilancia la casa de los principales activistas saharauis.

El propio representante del grupo, Ahmed Ettanji, vio como días atrás las fuerzas marroquíes impidieron su boda con la periodista Nazha ElKhalidi

"Marruecos ha desplegado más de 200 policías y paramilitares en una muestra más del acoso de Marruecos a activistas saharauis. Lo hemos denunciado a la UE", explica a Efe Ettanji sobre las consecuencias de una guerra que unos afirman y otros niegan entre el silencio también de la ONU, presente en la zona como fuerza de intermediación desde hace tres décadas.