Ayer salieron del muelle de Arguineguín los últimos migrantes que permanecían retenidos tras su llegada a Gran Canaria a bordo de cayucos. Un intenso trasiego de guaguas mantenido durante toda la jornada dejó vacío el espejo en el que España y Europa han visto reflejada su vergüenza desde que el 20 de agosto alguien decidió retener allí al primer grupo, 101 días que ayer finalizaron.
Las imágenes de la tarde de ayer contrastaban con las que han recorrido el mundo en las últimas semanas. En la madrugada del domingo pernoctaron 474 personas en el espigón de la localidad del Sur de Gran Canaria. Ayer al caer el sol eran solo 27. Ocho guaguas sacaron a lo largo del día a 447.
Varios de ellos fueron reubicados en el campamento que se ha lenvantado en Barranco Seco; otros, en establecimientos alojativos. “Es importante que se vayan dando soluciones, sobre todo habitacionales que sean seguras y reúnan garantías para esos migrantes”, señaló ayer desde La Palma la ministra de Turismo, Industria y Comercio, Reyes Maroto.
La previsión es que las instalaciones del muelle de Arguineguín se reduzcan y se mantenga un operativo mínimo para atender a quienes logren culminar travesías que se inician en la costa africana y que, dependiendo del punto de partida, pueden prolongarse por espacio de más de una semana.
Sea por el mal tiempo o por el fruto que hayan podido dar los contactos mantenidos por los integrantes del Ejecutivo central la semana pasada, lo cierto es que el flujo de llegadas ha amainado notablemente. A lo largo del domingo solo se registró la llegada de dos embarcaciones. La primera de ellas arribó al Muelle de Los Cristianos, en el Sur de Tenerife, y en ellas viajaban 44 personas. La otra tocó tierra en el Charco del Palo, enclave perteneciente al municipio lanzaroteño de Haría. Efectivos de Cruz Roja atendieron en este último caso a once migrantes y derivaron a cuatro de ellos a centros sanitarios al presentar problemas de salud.
