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Crónica parlamentaria

No llores por mí, Canarias

Noemí Santana

Las comparecencias en pleno parlamentario de la consejera de Derechos Sociales y Juventud, Noemí Santana, fueron aplazadas hasta la mañana de ayer, pero tampoco ayer le sentaron bien. Todavía está por verse y escucharse que Santana admita una crítica a su gestión; si acaso, tolera que se le achaque respetuosamente una distracción o un olvido ocasional. A partir de ahí todo comienza a oler al diabólico azufre de la derecha. Si alguna vez un diputado coalicionero se dirigiera a Santana para decirle que no se la puede oír, la consejera no pensaría en un error técnico del sistema de sonido del parlamento, sino que respondería inmediatamente:

–Ustedes hablaron más bajito durante veinte y tantos años y carecen de legitimidad moral para dirigirme esa malintencionada observación.

En parte la agorafobia parlamentaria de la consejera de Derechos Sociales es comprensible. Twitter no te hace preguntas y termina siendo un vicio perfecto: te sacia en un instante pero te deja insatisfecho. En Twitter, por lo demás, es difícil censurar las explosiones emocionales. Santana, en sus infinitos tuits, siempre está censurando o elogiando gravemente, con un furor moral digno de san Cirilo de Alejandría. Sufre periódicos y frecuentes ataques de orgullo y los anuncia: orgullosa de sus directores generales, orgullosa de sus viceconsejeras, orgullosa de su partido, orgullosa de su secretaria general –que también es una de sus directoras generales–, orgullosa de su Gobierno, orgullosa de la generosidad y nobleza de su orgullo. Los plenos y las comisiones parlamentarias son más fastidiosos. La gente habla y a veces no solo no está de acuerdo contigo sino que, sorprendentemente, te critican. Y encima los que te critican son de derechas que, como todo el mundo sabe, tienen como únicos móviles los intereses espúreos, la mezquindad, la aporofobia y la misantropía. ¿Que CC tiene 20 diputados y Podemos apenas 4? Bueno, eso es circunstancial… La consejera se enfrentó a dos debates básicos: el ya casi mítico desarrollo de la ley de Derechos Sociales y las políticas de Juventud.

Recuerdo perfectamente que la señora Santana afirmó, en la pasada primavera, que traería a la Cámara el proyecto de ley de Renta de Ciudadanía entre septiembre y octubre. No lo ha hecho, por supuesto. Solo ha presentado “un borrador de anteproyecto”. Ahora la fecha se pospone al último trimestre de 2021, lo que quiere decir que, con suerte, este instrumento, recogido en el Estatuto de Autonomía de Canarias, no se pondrá en marcha hasta finales del próximo año y principios del siguiente. Es muy osado ir más allá y aventurar cuándo la gente comenzará a ver un euro. La ley de Servicios Sociales se aprobó en el último tramo de la pasada legislatura con el apoyo de todos los grupos parlamentarios, que exigieron al Gobierno, entonces presidido por Fernando Clavijo, que la desarrollase en sus aspectos normativos y reglamentarios básicos en el plazo de un año. El equipo de Santana no lo ha podido hacer en casi año y medio, y lo que queda. La consejera, por supuesto, tiene dos explicaciones: Coalición Canaria y la pandemia del Covid. Del mismo modo que los últimos franquistas son los antifranquistas del siglo XXI, los políticos con más fe en Coalición Canaria y su oscuro poderío no son los nacionalistas, sino los dirigentes de Podemos. Santana necesita a CC como el comer.

¿Por qué es responsabilidad de Coalición que Santana y sus colegas no haya apenas avanzado en el desarrollo de la Ley de Servicios Sociales? ¡Ah!, es que cuando llegó la consejería estaba muy desordenada. Era un caos. Toda llena de despachos y pasillos y ordenadores y corrientes de aire y cosas polimorfas por los rincones. Y después, por supuesto, el Covid. En otras ocasiones parlamentarias Santana se ha mostrado orgullosa –por supuesto– del trabajo de gestión avanzado por su departamento en plena pandemia. Pero extrañamente el desarrollo de la Ley de Servicios Sociales no está incluido en este esfuerzo y al parecer ha sido alérgico a la gestión y la comunicación telemáticas. Ni siquiera ha podido presentar la cartera de servicios que cubrirá la normativa. Fue penoso comprobar que los portavoces de la mayoría parlamentaria cubrían a la consejera de excusas. Una de las mejores diputadas de la Cámara (en esta legislatura casi todos los escasos buenos oradores son diputadas), Carmen Rosa Hernández, hizo lo que pudo, pero se le notaba el esfuerzo. En un momento dado se felicitó por una ley “que ha tardado treinta años en llegar”. Más tarde, Cristina Valido, predecesora de Santana, ironizó sobre este alegrón. “Al parecer usted esperabanuna nueva Ley de Asuntos Sociales desde que se aprobó la anterior, que es de 1987”. Valido fue implacable con las torpezas, semimentiras, omisiones y olvidos de Santana. La consejera se enfureció bastante y en su réplica empezó a abroncar a la peña. A la señora Valido le dijo que ella se llamaba Noemí, no Noemi, y que en dos ocasiones había hablado de la ley de 1985, cuando había sido promulgada en 1987, argumentos ambos de un peso político y técnico incuestionable. También le dijo a un diputado del PP que le preguntara a la gente, a la gente que lo está pasando mal, a la gente sin recursos, a los que no les llega la camisa al cuerpo, que le parecen los 225 euros complementarios que apoquinará su consejería. “Pregúntele, pregúntele”. Santana, en su sagrada indignación, parecía a punto de levitar como Evita por encima de las mezquindades de la oposición y ardiendo de amor por los rentistas descamisados.

Será difícil de comprender

Que a pesar de estar aquí

Soy del pueblo y jamás lo podré olvidar.

Debéis creerme, mis lujos

Son solamente un disfraz

Un juego burgués, nada más

Las reglas del ceremonial

El resto de lo recordable: una proposición no de ley presentada por CC sobre la gestión de la migración por el Gobierno central que fue muy elogiada por todos los grupos –José Miguel Barragán empezó a explicarla rechazando las manifestaciones xenófobas que prepara el facherío para el próximo fin de semana en Canarias– y la noticia, para nada sorprendente, de que la Agrupación Socialista Gomera pondrá proponer alguien –a cualquiera que parezca lejanamente a un periodista o bípedo similar– en la futura Junta de Control de la Televisión Canaria. En realidad nadie dijo tal cosa. Pero eso es lo que ocurrirá. Está incluso en las cuartetas de Nostradamus. Sí, Casimiro también lo tiene en nómina.

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