Los migrantes del Colegio León, en El Lasso, siguen con sus protestas que empezaron el sábado con una huelga de hambre de 24 horas. Ayer se manifestaron en el antiguo centro escolar con pancartas, consignas y palmadas esperando llamar la atención de los medios de comunicación, del Gobierno de Pedro Sánchez y del Consulado de Marruecos. Van a protestar todos los días, advierten, porque están hartos de estar retenidos en la Isla aunque se encuentren en un centro donde los asisten adecuadamente, pero ellos no han venido para que les den de comer, dicen, se han jugado la vida en el mar para seguir su camino hacia el Continente donde les esperan familiares y amigos, y para poder prosperar con un trabajo. A día de hoy, unas 530 personas llegadas en pateras y cayucos de origen marroquí conviven en el Colegio León, en carpas y en las antiguas aulas del centro, la mayoría de ellos desalojados de los hoteles del Sur de Gran Canaria. Denuncian que algunos vecinos o personas que se acercan alentados por las redes sociales les insultan, les tiran piedras e incluso les disparan con escopetas de balines, y ya no pueden más. Han decidido organizarse y visualizar su situación. Piden al Gobierno de España que los deje partir de Canarias y al Consulado de Marruecos que agilice los papeles de quienes no tienen pasaporte. “El Consulado nos lo está poniendo difícil y es su trabajo”, condenan. Y, sobre todo, esperan que cuando se atenúe el Covid les permiten viajar a la Península, y de allí a Francia o a Italia, a cumplir su sueño de tener un futuro mejor y poder mandar dinero a la familia que ha quedado en Marruecos.

“No nos quieren aquí. ¡Nosotros tampoco queremos estar en Canarias!”, exclama con desesperación Azddine, de 30 años, uno de los jóvenes marroquíes que ayer protagonizó la manifestación en el patio del colegio. En sus pancartas escritas en sábanas rezaba: “¡Muerte es mejor que la devolución!”, y no paraban de repetirlo en su idioma, reivindicando que los dejen partir. Quizás antes no eran proclives a exhibirse por miedo a que los deportaran. Pero el tiempo pasa y siguen aquí, y ahora, encima, reciben un trato xenófobo por algunas personas que se acercan al campamento. Por ello, han decidido protestar para que se escuche la frustración que sienten de verse atrapados en la Isla, aunque estén bien asistidos dentro del Colegio León, y se lo agradezcan a la Fundación Cruz Blanca. Pero solo quieren trabajar fuera de Canarias, insiste Azddine.

Hartos de que no les dejen viajar y de insultos, algunos piden que los deporten

No obstante, hay quienes ya no aguantan más. Ayer mismo partía un taxi con migrantes desde el Colegio León, que habían decidido por voluntad propia volver a Marruecos, con los billetes pagados por el Estado. “Uno de ellos tiene cuatro hijos en Marruecos, vino para trabajar, ganar dinero, pero lleva meses aquí sin poder hacer nada y ha decidido regresar porque su familia no puede ni pagar el alquiler allí”, cuenta Azddine, que es “soldador profesional”, precisa, y habla perfectamente español porque con 15 años cruzó a Málaga debajo de un camión, y fue un menor no acompañado que creció en Zaragoza. De hecho, habla con acento maño.

Tiene una hija de siete años en esa ciudad, pero lo deportaron por otras cuestiones cuando ya era mayor de edad. Es la quinta vez que sale irregularmente de Marruecos. En esta ocasión estuvo cuatro días y medio en el mar en una patera y lo pasó “muy mal”, recuerda, al igual que en el campamento de Arguineguín, el de la vergüenza.

Él tiene pasaporte. Expira dentro de un mes y por ello quiere viajar ya fuera de Canarias. Lo enseña junto a un par de billetes de 50 euros, porque cuenta con ciertos recursos pero “hay quienes no tienen ni diez céntimos”, puntualiza. Muestra una hoja de embarque del pasado diciembre para un vuelo con destino a Bérgamo, al norte de Italia, pero al llegar al aeropuerto no lo dejaron salir. Ni siquiera iba a ir a la Península, expone, aunque una vez fuera de las Islas su ilusión es reunirse con su hija en Zaragoza. Así que está en el Colegio León esperando una oportunidad para poder marcharse lo antes posible, pero, por ahora, se lo impiden. “Sabemos que nos pueden deportar pero estamos aquí y lucharemos para quedarnos en Europa”, enfatiza.

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Manifestación de los migrantes del Colegio León para que los dejen marcharse de Canarias José Carlos Guerra

Sus compañeros lo ven hablar con la prensa y rápidamente salen del centro, se organizan, ponen las pancartas en el suelo y empiezan a manifestarse fuera del colegio de nuevo. Uno de ellos es Ahmin, de 23 años. No habla español pero se hace entender. Es también de Marruecos y lleva 13 años sin ver a su madre, que se fue a recoger fresas al Sur de la Península y desde allí tomó rumbo a Barcelona donde lo espera. Como el resto, Ahmin llegó en patera a Gran Canaria con el objetivo final de reunirse con su progenitora. Él no tiene pasaporte y espera que el Consulado de Marruecos lo arregle, pero está tardando mucho, señalan todos los que le rodean.

Mohamed, de 36 años, es otro de ellos. Se dedica a pintar y a trabajar de agricultor. Vino a España en 2002 de forma irregular, lo que explica que hable español correctamente, pero con la crisis del 2008 decidió regresar a Marruecos. Ahora optó por volverlo a intentar y se embarcó en una patera. Quiere trabajar “en lo que sea y en cualquier sitio de Europa”, pero no en Canarias. “Nadie quiere quedarse aquí”, sentencia, mientras Azddine traduce a sus compañeros y todos asienten.

“El 90% tenemos familia o amigos fuera, en Italia o Francia “, exclama Azddine, y repite para que le quede claro a quienes cometen actos xenófobos o a esos políticos que no les permiten irse de las Islas que: “Nosotros no queremos estar aquí, queremos que nos dejen volar y que no nos devuelvan a Marruecos. Solo queremos trabajar”.

José Francisco es uno de los vecinos de El Lasso que vive justo enfrente del Colegio León. Al verlos manifestarse bajó a la carretera para ver lo que ocurría. Él no tiene nada en contra de los migrantes, aunque algunas noches unos cuantos, “no todos”, precisa, se emborrachen fuera del centro y monten escandalera. Pese a ello no les culpa porque en su situación pasaría lo mismo con algunos canarios, razona. Todos no pueden pagar por lo que hagan otros. En su opinión, no es humanitario que los tengan en estos centros y nos los dejen marchar fuera de Canarias. “La culpa es del Gobierno de España y no de ellos”, censura.