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Referéndum sobre la permanencia en la OTAN | Aniversario

35 años desde que Canarias dijo ‘no’ a la OTAN

El Archipiélago fue una de las cuatro comunidades que rechazó en 1986 en un referéndum la permanencia en la Alianza Atlántica

Manifestación en Las Palmas de Gran Canaria.

Hoy se cumplen 35 años desde que Canarias dio un sonoro ‘no’ a la permanencia de España en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), a través de un referéndum convocado por el Gobierno socialista presidido por Felipe González, que paradójicamente se había manifestado en contra del ingreso en la Alianza Atlántica antes de dirigir el Ejecutivo, usando el lema: “OTAN, de entrada no”. Su cambio de opinión provocó una gran convulsión, incluso en el seno de su partido, y el tema antiotan fue abanderado por el Partido Comunista de España, que formó una amplia coalición de organizaciones y de partidos de izquierda de la que surgiría Izquierda Unida. 

Canarias fue una de las pocas comunidades -junto a Cataluña, País Vasco y Navarra- que votaron ‘no’ a la consulta popular que se celebró el 12 de marzo de 1986, pese a que el Archipiélago y Navarra estaban gobernados por socialistas. En el caso de las Islas, el presidente era Jerónimo Saavedra, quien, según defiende hoy en día, era necesario permanecer en la OTAN porque “gracias a eso tenemos a quien nos proteja de los posibles peligros en los países vecinos africanos”. 

Jerónimo Saavedra, votando.

Jerónimo Saavedra, votando.

Pero en las Islas ganó el rechazo a la Alianza Atlántica. Triunfó el voto negativo en Gran Canaria, Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro. Y el apoyo a las tesis de Felipe González, en Tenerife, La Palma y La Gomera, aunque no por un amplio margen, así que Canarias dijo “no”.

“¡Y cómo se celebró esa noche!”, recuerdan algunos de sus protagonistas que estaban en la Comisión Ciudadana por la Paz y en el Comité Anti-OTAN en esas fechas, y que fueron a la Delegación del Gobierno donde se hacía el recuento de votos. La periodista Herminia Fajardo evoca que hasta descorcharon cava y rociaron a las personas que se reunieron allí esa noche. Y, sobre todo, no se le olvidará la cara descompuesta de Eligio Hernández, entonces delegado del Gobierno.

“Descorchamos cava y rociamos a la gente al conocer el ‘no”, evoca Herminia Fajardo

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El propio Hernández lo recuerda. “Hay una foto que se me ve mirando por las ventanas de la Delegación con cara de circunstancias”, reconoce, porque vivió ese referéndum con “preocupación”. El partido había estado “toda la vida” en contra de la OTAN y el mantenimiento en esa organización era un giro del Gobierno de Felipe González que “sorprendió a todos”. No obstante, cree que el tiempo le ha dado la razón porque era una forma de integrarse más en el seno de la Unión Europa, donde España se incorporaba ese mismo año, en 1986, y el resto de países europeos formaba parte de la OTAN. Sin embargo, dentro del PSOE muchas personas no estaban de acuerdo, señala, y fue un momento “difícil” en Canarias, donde el movimiento antimilitarista era “muy fuerte y prácticamente toda la izquierda estaba en contra de la OTAN, y el PSOE rompía una tradición de neutralidad internacional política”, observa. “Nos cogió por sorpresa pero lo apoyamos, claro, porque creíamos en Felipe González”, sentencia. 

El poeta y político Pedro Lezcano.

El poeta y político Pedro Lezcano.

Jerónimo Saavedra es más crítico con los movimientos antiotan. “Se repartieron unas panfletos en bombas cayendo en un colegio de niños y, eso lo vi yo, y por eso nunca me he fiado de los referéndum”, asevera. 

Lo cierto es que el PSOE se llevó un rapapolvo en Canarias. El voto negativo fue arrollador en Las Palmas y posiblemente respondió a circunstancias geográficas, históricas y sociológicas que propiciaron un caldo de cultivo apto para que la Comisión Ciudadana por la Paz y el Comité Anti-OTAN terminaran protagonizando una campaña ganada “casa por casa”, aunque también jugaron un papel importante, en años anteriores, partidos nacionalistas de izquierdas como la Unión del Pueblo Canario (UPC), con uno de sus representantes en el Congreso, Fernando Sagaseta.

Los movimientos pacifistas y contra la OTAN vencieron a la campaña de Felipe González

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El prestigioso abogado, fallecido en 1993, defendió en el Congreso donde estuvo hasta 1982, la neutralidad de Canarias en el proceso de integración en la OTAN y denunció la construcción de una base aeronaval en Arinaga. Esos intentos de construcción de una ‘superbase’ en Arinaga, además de los efectos de la descolonización del Sahara, cuya causa ha tenido siempre apoyo en la provincia oriental, la llegada de la legión a Fuerteventura, o el proyecto de instalaciones militares en la isla de El Hierro, así como el avance del movimiento de objeción de conciencia, de insumisos, fueron elementos clave para asentar esos movimientos pacifistas y antimilitaristas en Canarias.

El historiador Francisco Morote Costa fue uno de los miembros de la Comisión Ciudadana por la Paz. 35 años después del referéndum incide en “deplorar una vez más la escasa, por no decir nula, calidad democrática tanto de la campaña, como de la pregunta planteada por el Gobierno de Felipe González”. “La campaña fue de una parcialidad escandalosa”, recalca. “El Gobierno utilizó los medios de comunicación públicos, la radio y la televisión, sin hacer un auténtico debate e, incluso, se sospechó que suprimió el prestigioso programa La Clave de TVE ante el temor de que hubiera en él un debate sobre la permanencia o no de España en la OTAN”, cuenta.

Francisco Morote deplora la nula calidad democrática del Gobierno en el proceso

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Por lo que se refiere a la redacción de la pregunta “no pudo ser más tendenciosa, puesto que teledirigía al votante, como única elección patriótica, hacia el ‘sí’ a la permanencia”, enfatiza. La pregunta de la consulta ciudadana ha sido objeto de múltiples críticas. El texto plasmaba lo siguiente: “El Gobierno considera conveniente, para los intereses nacionales, que España permanezca en la Alianza Atlántica, y acuerda que dicha permanencia se establezca en los siguientes términos: La participación de España en la Alianza Atlántica no incluirá su incorporación a la estructura militar integrada. Se mantendrá la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español. Se procederá a la reducción progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en España”. Este era el preámbulo y luego se preguntaba: “¿Considera conveniente para España permanecer en la Alianza Atlántica en los términos acordados por el Gobierno de la Nación?”

Eligio Hernández, entonces delegado del Gobierno, en el recuento de votos.

Fue una pregunta “totalmente tramposa”, afirma también el arquitecto Faustino García Márquez, otro miembro de la Comisión Ciudadana por la Paz, junto a Francisco Morote, Alicia Martín-Fernández, Elisa Rodríguez Court, José Quevedo, José Fernández o Herminia Fajardo. En el Comité Anti-OTAN estaban Víctor Caro, Tony Murphy, Nicolás Díaz Benítez, Silvia Rodríguez Court, Pepe Navarro, Melchor Núñez o Fermín Delgado. Todos eran profesionales vinculados a la izquierda, y si bien ambas plataformas se juntaban en protestas, no se casaban a la hora de sus acciones. 

Según Faustino García Márquez la pregunta que formuló el Gobierno de Felipe González era como: “Yo soy quien te va a a salvar, así que me votas que ‘sí”. Pero en Canarias no cuajó.

Sobre el ‘no’ de Canarias, Francisco Morote señala que era “la expresión del deseo de paz de la mayor parte del pueblo canario. De su reclamo del derecho a vivir en paz, de no verse involucrado en conflictos bélicos que no podían traerle nada bueno”. Por ello, “de ahí su negativa a verse envuelto en un conflicto de bloques político-militares que podían llevar al mundo a una Tercera Guerra Mundial de carácter nuclear. De ahí la oposición a la militarización de un archipiélago abierto al comercio y al turismo mundial sin excepciones y sin vetos, para el que la guerra, fuera fría o caliente, solo podía acarrearle inconvenientes o desgracias”. Y recuerda que Canarias, “años más tarde, el 15 de febrero de 2003, salió masivamente a la calle para decir ‘no’ a la Guerra de Irak. ‘No’ a todas las guerras. Esa fue y es, en suma, la razón por la que Canarias rechazó y rechaza la presencia de bases militares de Estados Unidos o de la OTAN, esa fue la razón por la que entonces y ahora los sectores más conscientes de la población exigen un Estatuto de Neutralidad para el Archipiélago”, asevera Francisco Morote. 

Eligio Hernández reconoce que fueron momentos muy complicados para el PSOE

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Eran tiempos donde aún pervivía la Guerra Fría con potencias enfrentadas como la Unión Soviética, que apoyaba a Argelia, y EE UU, más proclive a Marruecos, y Canarias se encontraba en medio de posibles conflictos en esa posición geoestratégica del Archipiélago entre Europa, América y África. García Márquez explica que desde el 78, ocho años antes del referéndum, se organizó la oposición a la base que se pretendía construir en Arinaga, y que “decían que convenía porque era una inversión de 15.000 millones de pesetas , como si fuera el Gordo de la Navidad”, cuestiona.

Se recogieron firmas en contra. También había tensión en Fuerteventura por la presencia de la legión. En el 83 empezó realmente la comisión ciudadana por la paz, cuenta García Márquez, aunque se constituyó formalmente en 1984. En 1983 hicieron una manifestación desde el monolito de Tomas Morales, en Las Palmas de Gran Canaria, hasta la plaza de Santa Ana, y le tocó leer un manifiesto. Había representantes de partidos políticos, recuerda, y fueron unas 2.000 personas. El mismo día se celebró otra en Santa cruz de Tenerife, pero solo de unos 500 participantes, lo que “anticipaba lo que podría pasar en un futuro en el referéndum” donde en la provincia tinerfeña, salvo en El Hierro, ganó el ‘sí’.

Como Comisión Ciudadana por la Paz hicieron actos, fiestas, trípticos explicativos, donde Faustino García Márquez realizó los dibujos, al igual que de las pegatinas y los bonos de 100 pesetas que vendían, un dinero que recaudaban para pagar la organización de los actos. Su primera fase fue exigir el referéndum y, una vez convocado, a parte de criticar la pregunta “por tramposa”, se reclamaba el freno a la militarización del Archipiélago, la no instalación de bases militares o la erradicación de la legión en las Islas. Faustino García Márquez explica que tras el referéndum se firmó un documento pidiendo a la ONU un Estatuto de Neutralidad para Canarias en base a la respuesta del pueblo canario en la consulta popular, que lo firmaba Asamblea Canaria, el Partido de la Revolución Canario, Izquierda Nacionalista Canaria, el Partido Comunista de Canarias, el Partido Comunista de los Pueblos de España y Asamblea Majorera, y al que se adhirió la Comisión Ciudadana por la Paz. Dice que hubo una cierta diferenciación con el Comité Anti-OTAN, pero expone que era otra forma de enfrentarse al tema: “Nosotros éramos interclasistas y no por eso menos duros”, señala. 

Tony Murphy, en el centro, y Víctor Caro a su izquierda en una rueda de prensa.

Tony Murphy, doctor en Sociología de la Cultura y experto en planificación cultural , fue junto a Víctor Caro, una de las caras visibles del Comité Anti-OTAN en Gran Canaria. Es verdad que había cierta división en la forma de actuar de los movimientos antimilitaristas aunque luego se reunían en las manifestaciones y todos se conocían, expone. Cree que el Comité fue un movimiento de “cocción lenta, que estuvo demandando la desmilitarización de las Islas”, mientras que otras plataformas se gestaron para pedir el referéndum de la OTAN. Pese a estas diferencias, con las campañas de ambos en Canarias ganó el ‘no’. El Comité Anti-OTAN realizó también multitud de actos de sensibilización a pie de calle. “Había un movimiento antimilitarista interesante, como los insumisos al servicio militar, que aquí tuvo mucho peso”, señala Murphy, y las quejas por la legión fue el germen de Asamblea Majorera. Con Víctor Caro, entre otros muchos, fueron a manifestaciones a Los Picachos, en la base de Arucas, y recuerda el gran festejo la noche del referéndum. 

Herminia Fajardo evoca la primera reunión de la Comisión Ciudadana por la Paz con Fernando Sagaseta que “aceleró a todo el mundo”. Después se reunían en casa de Alicia Martín, ya fallecida, hija del arquitecto racionalista Miguel Martín Fernández de la Torre, una gran activista a la que Fajardo le gustaría que la reconocieran porque jugó un papel muy importante en ese espacio del activismo. Lo mismo dice Elisa Rodríguez Court. Según la filósofa y escritora, Alicia fue un referente en un movimiento que se organizó aglutinando a personas en base a un mismo objetivo. 

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