La Provincia - Diario de Las Palmas

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Crisis Migratoria | Una mirada al pasado

15 años desde que Cruz Roja, vecinos y fotoperiodistas empezaron de cero

Algunas de las primeras personas en atender a migrantes en cayucos relatan sus experiencias

Imágenes de la llegada de cayucos y la atención a los migrantes en aguas durante la llamada ‘crisis de los cayucos’ iniciada hace 15 años. | dèsirée hernández/arturo rodríguez

En los primeros meses de 2006 la llegada de cayucos desde Mauritania o Senegal se convirtió en un proceso masivo, aumentando de forma exponencial los primeros casos esporádicos de finales del año anterior. El Gobierno del Estado, Cruz Roja, vecinos solidarios o fotoperiodistas, por ejemplo, cada uno con sus cometidos, partieron de cero para afrontar la nueva realidad. Quince años después existe el mismo problema y, ante unas circunstancias socioeconómicas y sanitarias diferentes, la respuesta institucional actual genera rechazo entre migrantes, activistas, algunos ciudadanos y muchos fotoperiodistas.

15 años desde que Cruz Roja, vecinos y fotoperiodistas empezaron de cero

La primera llegada masiva de cayucos se produjo en 2006 desde Mauritania y Senegal

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Jairo Gonzalo: “Me parece surrealista; me da mucha pena cómo se gestiona ahora el proceso”

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15 años desde que Cruz Roja, vecinos y fotoperiodistas empezaron de cero

“No podía quedarme quieta al verlos llegar en tan mal estado; algunos no podían ni caminar”

Mari Cruz Alayón - Vecina de Los Abrigos

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Mari Cruz Alayón (vecina)

Esta vecina de Los Abrigos recuerda que el estado en que llegan ahora la mayoría de los migrantes “no tiene nada que ver” a cómo arribaban antes, “con mucha más miseria, partía el alma; ahora están más tranquilos y acomodados”. Mari Cruz Alayón explica que, junto a su tío Juan José, empresario de la zona, o su hija, ayudó a muchas de estas personas, a veces a que bajaran del cayuco, pues algunos no podían andar. Llegó a bajar cajas enteras de leche, pero también chocolate o agua. En esa labor también se esforzaron otras vecinas de Los Abrigos y supermercados. En su caso, “no podía quedarme quieta al verlos en tan mal estado”. Tiene el recuerdo de un menor de 16 o 17 años que puso a secar las fotos de sus familiares en el muelle.

15 años desde que Cruz Roja, vecinos  y fotoperiodistas empezaron de cero

15 años desde que Cruz Roja, vecinos y fotoperiodistas empezaron de cero

“África es como un tubo con sobrepresión; reventará por la parte más débil”

Austin Taylor - Excoordinador de Cruz Roja

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Austin Taylor (Cruz Roja)

Fue el sustituto de Jairo como coordinador de Cruz Roja en la etapa dura. Austin Taylor evoca la falta de medios en los primeros meses, con mantas donadas por vecinos, hoteles y otras ong. Fue, junto a la enfermera Simia y el conductor-logista Oswaldo, de los primeros trabajadores del ERIE. Su labor estaba apoyada por otros 20 voluntarios. En el 2006, solo a Tenerife llegaron 17.000 migrantes y a Canarias, más de 30.000. Con el paso de los meses, llegó a haber 80 voluntarios y a cada cayuco acudían unos 15. Para Taylor, hubo una estrecha colaboración con Policía Nacional, Policía Local, Guardia Civil y el SUC. “Trágicamente, la historia se repite”, señala. Para este tinerfeño hijo de británicos, “África es como una tubería con sobrepresión que reventará por donde más débil esté”. En el 2017, trabajó en un barco de Proactiva Open Arms en el Mediterráneo. Hubo jornadas en que ayudó en el rescate de 3.000 o 4.000 personas en un día.

Pensó que ya lo había visto todo en Tenerife en materia migratoria, pero descubrió mucha muerte, incumplimientos de los Derechos Humanos, así como mujeres y niños violados o torturados, retenidos contra su libertad, esclavizados, así como personas que habían sido sometidas a trabajos forzosos o extorsionadas”. “He visto cómo los han golpeado, quemado y hasta disparado”, señala Taylor. Al convivir con esas personas durante varios días en el barco, tuvo oportunidad de conocer sus historias y sentimientos. Además de darles atención sanitaria, ayudaba a resolver conflictos. A veces, cuando estaba en juego su vida, la disputa por una manta era motivo para una discusión o pelea, cuenta Austin. Relata que esos casos se resolvían “hablando con ellos o poniéndoles música, por ejemplo, de Bob Marley”.

Desde finales del 2017 hasta el otoño del 2018 vivió en Dakar en un campamento de surf. Entonces no se veía ni se hablaba en ese punto de Senegal de tomar la ruta hacia Canarias, según Taylor, quien explica que “las mafias hacen correr la voz y aconsejan mal a los jóvenes” para que usen la vía de salida más factible en cada momento.

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“Los inicios fueron muy duros; nos cogió por sorpresa y no había material ni personal”

Jairo Gonzalo - Excoordinador de Cruz Roja

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Jairo Gonzalo (Cruz Roja)

Jairo Gonzalo era a finales del 2005 y comienzos del 2006 presidente comarcal de Cruz Roja en Arona, Adeje, Guía y Santiago del Teide. “Recuerdo que nos cogió completamente por sorpresa; no había material ni personal en una situación que se prolongó durante más de medio año”, relata. “Recibíamos donativos de los hoteles, como mantas y comida, puesto que no había un dispositivo organizado”, según Gonzalo. A raíz de la visita de la vicepresidenta del Gobierno de entonces, María Teresa Fernández de la Vega (PSOE), y de que viera la dimensión del problema, “empezaron a llegar recursos económicos y materiales, lo que permitió crear el Equipo de Respuesta Inmediata ante Emergencias (ERIE)”, dice Gonzalo.

Advierte de que “los inicios fueron muy duros y hubo algún día en que llegué a mi casa a las seis de la madrugada, sin parar de trabajar, con saturación mental y física”. Según sus recuerdos, había que combinar, en poco tiempo, la búsqueda de mantas o comida, la atención a los llegados en un cayuco y la asistencia o la colocación de camas supletorias en los calabozos y el garaje de la Comisaría de la Policía Nacional en el Sur”. No había cafeteras suficientes, por lo que se debía acudir a gasolineras como las de Costa del Silencio o El Fraile a llenar los termos con café o para reponer agua caliente para hacer té. Y dichas empresas rebajaban el precio o regalaban el producto. Tampoco existían suficientes mantas, por lo que tenían que ir a pedir las usadas previamente en la Comisaría para después llevarlas a una lavandería. De un contenedor junto a la sede de San Isidro, pasaron a una nave en Las Chafiras como centro logístico. Su implicación con Cruz Roja le llevó a estar un mes y medio sin ir por su trabajo en el Ayuntamiento de Arona. Afirma que engordó mucho y la falta de control en las comidas o el exceso de estrés, le generó problemas de salud. Tuvo pancreatitis aguda y permaneció 10 días en el hospital y seis meses de baja. De aquella época destaca el esfuerzo de los voluntarios. Manifiesta que, “hoy, desde la distancia, no me cuadra lo que ha ocurrido en el puerto de Arguineguín, con la concentración de carpas en el muelle, las acciones xenófobas o la persecución a personal de Cruz Roja por ayudar a los migrantes; no lo entiendo”. “Es surrealista y me parece que vamos para detrás; me da mucha pena cómo se ha gestionado”, añade. Cree que hace 15 años “se ofreció un trato humano y digno”.

15 años desde que Cruz Roja, vecinos  y fotoperiodistas empezaron de cero

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“Lo que está pasando en Canarias con los migrantes es dantesco, terrorífico y doloroso”

Dèsirée Hernández - Fotoperiodista y enfermera

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Dèsirée Martín (fotógrafa)

Dèsirée Martín recuerda que, tras las primeras llegadas esporádicas de cayucos, dejó su trabajo fijo en la agencia de noticias ACAN. Explica que hace 15 años “fue realmente diferente, a nivel personal y profesional”. “Me parecía alucinante lo que se vivía al llegar cualquier cayuco” a una playa o a un puerto, dice. “Sí, es verdad, el acceso era más directo de los fotógrafos a las personas”, apunta. Y admite que, “a veces, sentías esa duda entre seguir haciendo fotos o dejar la cámara y ayudar como ser humano”. Martín también es enfermera y que, con ese trabajo, se pagó la carrera de Biología. Una vez, en la playa de La Tejita, al detectar que la vertiente gráfica estaba cubierta por sus compañeros Arturo Rodríguez y Manuel Lérida, optó por echar una mano a los sanitarios.

Pero advierte de que “nuestra función informativa es absolutamente necesaria e igual de importante que la ayuda humanitaria”. “Si no sabe lo que pasa, la sociedad no está informada; antes llegaban personas, después fue una crisis y ahora es un fenómeno”, comenta para exponer el proceso de deshumanización con el que, según ella, se busca hacer invisibles a los migrantes. Y, a su juicio, después vienen ideas del estilo de: “a ellos sí los ayudan y a nosotros no” o “los alojan en hoteles de lujo y yo no puedo ir de vacaciones”. Al igual que Rodríguez, refiere que en los puertos de llegada “ya no se puede hacer nada; a veces es mejor no enviar la foto, pues en la misma solo se ven muchos puntos negros con diferentes tonalidades”. Habla de que por parte del Gobierno estatal “hay una absoluta falta de transparencia”. Explica que hace 15 años se podía trabajar mejor “porque había una cultura del diálogo” con autoridades y mandos policiales. Dèsirée Martín trabajó en el 2006 para France Presse y en el 2007 ganó el Premio Ortega y Gasset al periodismo gráfico. Hoy en día compatibiliza su labor como fotógrafa con un empleo como enfermera en un hospital. Y califica lo que ocurre con los migrantes como “dantesco, terrorífico y doloroso”.

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“Me imagino que ahora tienen tanto que tapar que hay que ocultarlo como sea”

Arturo Rodríguez - Fotoperiodista

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Arturo Rodríguez (fotógrafo)

El fotógrafo Arturo Rodríguez evoca que el citado hecho “para mí supuso muchas cosas, entre ellas quitarme el velo de que el pueblo canario era especial y más solidario por haber vivido la emigración; pero supe que éramos igual de racistas y cínicos que el resto de Europa”. Le indigna escuchar que los nuestros iban con trabajo a sus destinos. “¿Con trabajo? ¿Dónde está escrito eso? Mi abuelo viajó ilegalmente a Venezuela y, como muchos otros, estuvo encarcelado allí”, relata. Cuenta que hace 15 años su abuelo lloraba por cómo trataban a quienes llegaban de África a Canarias, como él llegó a Latinoamérica desde las Islas. Y, desde el punto de vista profesional, asevera que “no tiene nada que ver” cómo podía trabajar en el 2006 a cómo lo hace ahora; “vamos para atrás”. Una clave es la lejanía desde la que hay que hacer fotos en los puertos. Ante esa imposición, por una estrategia “opaca” de lo que ocurre, afirma: “no voy a las llegadas de cayucos, porque es imposible documentarlas como a mí me gusta”. Opina que si los fotógrafos captan imágenes en la lejanía de estas personas, no existe la posibilidad que quienes se interesen por la información o la imagen que la acompaña puedan tener empatía con el sufrimiento de esos hombres, mujeres o niños. “En 2006, 2007 o 2008 nos dejaban a acercar a ellos, porque no tenían nada que ocultar”, en referencia a las autoridades estatales de entonces. Con el actual tratamiento de esta situación, “se da la sensación de que hay una invasión”, comenta Rodríguez, que ahora prefiere trabajar en el entorno del campamento de Las Raíces, donde sí puede reflejar vivencias y sentimientos. “Ahora me imagino que hay tanto que ocultar que hay que taparlo como sea”, señala. Se pregunta “¿qué pasa con este Gobierno que se supone que es de izquierda, pero se ha demostrado que no lo es? Es un pacto de derechas”. Arturo trabajó para EL DÍA y Reuters, hasta que en pleno auge de los cayucos fue contratado por Associated Press. En 2006 obtuvo dos premios World Press Photo, por una imagen individual y por un reportaje de la llegada de cayucos. Después trabajó en Madrid y en el Sudeste Asiático (Bangkok y Myanmar). Ha reflejado el sufrimiento en campos de refugiados birmanos, con dos o tres millones de personas cada uno, en condiciones durísimas, pues “Tailandia no se hace cargo de ellos”. “Pero ese país es subdesarrollado en derechos sociales”, indica Rodríguez, que reconoce que “lo que está pasando aquí, en La Laguna, me da escalofríos; el desprecio a los Derechos Humanos que ocurre en esta tierra nunca me lo hubiera imaginado y me produce vergüenza”, en referencia al centro de Las Raíces.

“Ayudamos con lo que había”

Maribel Marcelino es otra vecina de Los Abrigos que ayudó a los ocupantes de algunos cayucos. En una ocasión, llevó al muelle zumos, galletas y botellas de agua que tenía en su coche para horas después celebrar el cumpleaños de su hija mayor. También mencionada que Juan José, dueño del Restaurante Los Abrigos, les dio varias botellas de agua y después los tranquilizó con la advertencia de que habría para todos. “La gente siempre ayudó con lo que podía”, comenta. Uno de sus recuerdos fue asomarse al barco y ver cómo una llanta de coche estaba llena de arroz. La otra imagen que se le quedó grabada fue la de un niño de apenas 12 años con una camiseta del Fútbol Club Barcelona que, nada más bajar del cayuco, besó el suelo. | P.F.

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