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Youssouf se acoge al abrazo familiar en Valencia tras una travesía de 6 meses

Así fue la historia de despedida entre Isabel y Youssouf

Así fue la historia de despedida entre Isabel y Youssouf

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Así fue la historia de despedida entre Isabel y Youssouf Jordi Ferrer / EFE

El joven senegalés Youssouf Sylla ya ha encontrado el calor de los suyos; tuvo suerte en el cara o cruz del cayuco, fueron once días en el mar y un cara a cara con la muerte, y ahora, más de seis meses después de abandonar África, afronta de nuevo un futuro tan plomizo como el cielo que le recibe en Valencia.

Es pronto todavía para saber si Youssouf saldrá airoso en esta nueva travesía y podrá experimentar otro "abrazo" por parte de la sociedad española como el que recibió en Canarias. De momento se enfrenta a la misma desesperanza que combaten estoicamente miles de compatriotas: no hay trabajo y la covid complica aún más las cosas.

Basta con llamar al timbre del piso de este joven senegalés en el barrio de Benimaclet de Valencia para poner cara (varias) al drama de la inmigración y la muerte, una historia de desesperación pero también de dignidad y de entrega por la familia.

Cuando uno se acerca a conocer a Yossouf se encuentra con la historia de su primo Modou, todavía más joven (22) y también llegado en cayuco (en otro) a Canarias.

Ambos se hicieron a la mar en M'bour, una ciudad de cerca de 200.00 habitantes al sur de Dakar, y afrontaron una travesía de cerca de 1.600 kilómetros en paralelo a la costa occidental de África hasta llegar a Canarias.

Una vez en Valencia han sido acogidos por su tío, un veterano inmigrante que salió también de Senegal con un visado hace veintiún años y que, previo paso por Francia e Italia, encontró cierta estabilidad laboral.

Él es ahora el espejo y la esperanza para ambos jóvenes, que ansían algún día sostener a sus familias e incluso disponer de la documentación que les permita visitar de nuevo a los suyos en Senegal. Ése es su máximo anhelo.

Además de sostén económico en estos delicados momentos, su tío está siendo testigo estos días del estremecedor relato de comparten ambos jóvenes sobre sus travesías en el Atlántico.

"Han estado cerca de morir, ha sido muy duro, pero así es la vida", explica a EFE.

Ninguno de los dos relatos son fáciles de escuchar ni tienen, por el momento, un final feliz, pero al menos han encontrado en su familia el calor necesario para tomar fuerzas y coger impulso.

Pese a su delicada situación, se muestran reticentes a pedir ayudas o a acudir a alguna de las ONG que trabajan con inmigrantes, quizá inspirados por su tío, que ha prosperado desde principio de siglo en España a pesar de los altibajos económicos.

Probablemente Valencia tampoco sea el final del trayecto de este joven senegalés, que por el momento apenas cuenta con más armas que su buena voluntad para labrarse un nuevo futuro.

Sin dominar la lengua española y con un francés básico, tiene claro que busca trabajo, de lo que sea, en el campo, en el mar o "cargando peso", porque asume que quizá insistiendo en las penalidades que está dispuesto a afrontar sea más fácil obtener un sustento para él y los dos hijos que deja en Senegal.

Youssouf aprende, poco a poco, a expresarse en español e insiste decenas de veces durante la entrevista en dar las gracias a la mujer jubilada, Isabel, que le abrió su casa en Tenerife, le dio de comer, le vistió y pagó su billete a una nueva esperanza.

Isabel

Isabel EFE

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