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Dia de Canarias | Medalla de Oro a Olivafuer

Oro para el oro (líquido)

La Asociación de Productores de Aceite de Fuerteventura recupera el cultivo de la aceituna, que llegó de la mano de los conquistadores

La Junta Directiva de la Asociación de Productores de Aceite de Fuerteventura posa con su producción. | | GABRIEL FUSELLI

Un beso al santo nada más llegar. Así puede describirse la Medalla de Oro conseguida por la Asociación de Productores de Aceite de Fuerteventura (Olivafuer) a poco más de tres años de constituirse y propiciar en los últimos quince un incremento exponencial de este cultivo en esa isla y en toda Canarias. 

Solo tres años tiene esta organización, aunque su presidente, Pepe Santana, cuenta cuatro, porque el trabajo previo también tuvo lo suyo. Suficientes en cualquier caso para que la Asociación de Productores de Aceite de Fuerteventura (Olivafuer) haya merecido la atención del jurado de las Medallas de Oro de Canarias 2021 por su contribución a la expansión del cultivo del olivo –triplicado en los últimos diez años– y a la producción de un aceite que también ha conocido ya el dulce sabor que dejan los galardones.

Un decenio es lo que llevan los socios –200– de Olivafuer produciendo uno de los principales protagonistas de la dieta mediterránea. «Quince plantando», matiza Segura. El presidente de la asociación señala al viento que azota Fuerteventura como gran responsable de que la aceituna haya alcanzado el protagonismo de que goza en la actualidad.

«El Cabildo de Fuerteventura traía al vivero que tiene en la Granja Experimental de Pozo Negro todo tipo de árboles, sobre todo olivos de las variedades picual y arbequina, para crear cortavientos que protegieran a las gavias», esos sistemas agrícolas tradicionales que captan la escasa agua que riega la isla para convertir terrenos semiáridos en vergeles productivos. Ese sistema de defensa olivarero comenzó a extenderse también a todas las parcelas en las que se cultivaban hortalizas como papas o lechugas.

Recuperar la variedad verdial y estudiar sus especificidades genéticas son los próximos objetivos

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La proliferación de la olea europaea (nombre científico del árbol) trajo consigo su fruto. «Nos dimos cuenta de que teníamos una apreciable cantidad de aceitunas, pero no sabíamos qué hacer con ellas», relata Santana. La necesidad estaba sembrada. Restaba conseguir la financiación necesaria para abordar el proceso de transformación de la aceituna en oro líquido. El Cabildo de Fuerteventura vio la jugada a la primera y puso su maquinaria en marcha para llevar el proyecto a buen puerto. «Ellos y la Caja Rural fueron decisivos para que llegara la primera almazara», nombre que reciben los molinos en los que se machaca la aceituna y se obtiene el aceite.

En continuo crecimiento

Ese primer ingenio insular molturaba (molía) 600 kilos de aceitunas a la hora. En pocos años quedó amortizado ante el continuo crecimiento de la producción. Hace «unos tres años», explica el presidente de Olivafuer, la asociación se dirigió de nuevo a la institución insular para explicar que la almazara no daba abasto.

Llegó entonces una capaz de transformar una tonelada a la hora. El salto exponencial tenía por objetivo dar cobertura a ese 200% en que la producción olivarera se ha incrementado durante los últimos diez años. «En Gran Canaria hay 120 hectáreas, en Fuerteventura vamos por las 90 y en Tenerife, unas 70», enumera Santana.

Olivafuer vino a poner orden en un fenómeno que se hizo mayor en poco tiempo. Y no solo eso, también a marcar nuevos retos para mantener el dinamismo entre los productores. ¿Qué más podía hacerse? Dar un barniz de canariedad a esta pequeña industria de la que desde la asociación aseguran que nadie vive aún en exclusiva; «es un ingreso más», aclara el presidente de la asociación.

Los propietarios de los olivares colocaron en el horizonte la recuperación de la variedad verdial. Esa aceituna llegó a Fuerteventura en el inicio del siglo XV de la mano de los conquistadores. El protagonismo del fruto queda reflejado en la existencia de topónimos como El Aceitún, El Aceitunal o el que luce el mismo municipio norteño de La Oliva.

También, si bien de factura más reciente, la existencia de elementos destinados al proceso de transformación. «En la Casa de los Coroneles hay dos piedras cónicas que son para molturar aceituna. Eso quiere decir que hace 200 o 300 años los militares que había ahí ya tenían experiencia en este campo», expone el presidente de Olivafuer. También revela que en el enclave conocido como la Rosa de Catalina García existen «olivos centenarios, y también en la Casa de los Rugama y en Agua de Bueyes», cuenta Pepe Santana. Es decir, la relación de Fuerteventura con los olivares viene de lejos, hay base histórica. Antes de que las gavias demandaran la llegada de estos árboles para protegerlas del viento, los olivos centenarios salpicaban aquí y allá el paisaje de la isla.

Olivafuer decidió echar la vista atrás para recuperar parte del legado agrícola majorero y para diferenciarse del resto de las producciones de aceite. Pero también lo hizo porque la verdial ofrece una ventaja sobre la picual o la arbequina. Mientras estas deben recogerse en verano, cuando el sol más castiga, la que trajeron los castellanos hace más de 600 años se recolecta en octubre o noviembre.

No es que esta variedad sea exclusiva de las Islas, también existe en Málaga o Huelva, pero los productores majoreros quieren saber más. Por eso Olivafuer está analizando la genética del fruto para saber si existen diferencia con la verdial andaluza y poder obtener así «una denominación de origen, que es un sello de calidad», expone Santana. Supondría saltar al terreno en el que juegan, con producciones gigantes en comparación con la canaria, la jienense picual o la tarraconense arbequina.

Profesionalización

Conseguirlo será un paso adelante en la profesionalización y en la posibilidad de dedicarse en exclusiva hoy en día a esta labor. El presidente de Olivafuer, por ejemplo, gestiona un complejo de agroturismo. Entre las actividades que oferta se incluye la visita a los olivos y la cata de los aceites. Hay una clara sinergia entre una actividad y otra, pero hoy en día «vivir solo de esto es imposible», asegura Santana. En su caso hay una clara sinergia entre su actividad principal y el aceite. Otros asociados, sin embargo, se dedican a «la construcción y los que están volcados en la agricultura destinan los olivos a la construcción de zocos en la cara norte de las fincas», relata.

Poner el producto en el mercado es un objetivo que aún aparece lejano teniendo en cuenta que se obtienen al año entre 100 o 200 litros. Los consumen «los propios olivareros, la familia y los amigos», expone Santana. Un grupo de entre diez o doce llenan más botellas y cuentan con registro sanitario, por lo que pueden comercializarlo en tiendas de souvenirs y restaurantes. «Yo vendo en Lanzarote también», desvela el presidente de Olivafuer.

La asociación dio sus primeros pasos en un grupo de Whatssapp que juntó a los más activos productores

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Las nuevas tecnologías tienen mucho que ver con este galardón, porque Oliva fuer dio sus primeros pasos a través de un grupo de Whatsapp. Comenzaron unos pocos y hoy son ya cerca de 200 los asociados. «Es un premio para cada uno de los integrantes, que han generado una asociación muy dinámica y en continuo crecimiento; pocas cuentan hoy en el Archipiélago con 200 socios», destaca Pepe Santana.

No olvida el apoyo constante que han recibido desde el Cabildo de Fuerteventura, que les ha permitido tener disponible entre mayo y noviembre a una ingeniera agrónoma que les asesora, visita las fincas o imparte formación sobre el mejor modo de abonar la tierra. Ella también está incluida en el grupo de Whatssapp y presta a solventar cuantas dudas le hacen llegar los asociados.

Este mismo mes realizan la cata que el coronavirus dejó pendiente el año pasado. Es la tercera de aceite oliva virgen extra. Con estos eventos tratan de determinar cómo se detecta que un aceite es virgen extra, y un panel de expertos mide el nivel de afrutamiento, el amargor y el picor. «Como decía un médico y biólogo de Jaén, el que no amarga y no pica no es aceite», zanja el presidente de Olivafuer.

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