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Medalla de Oro de Canarias a título póstumo

Los Sagaseta, luchadores por los derechos laborales

Fernando y Joaquín (Quino) Sagaseta bregaron en la clandestinidad del franquismo desde la política y el Derecho

Fernando (derecha) y Quino Sagaseta en la capital grancanaria en los años 80. | | LP/DLP

“Dos militantes históricos defensores de la justicia y los derechos de los trabajadores”. El Gobierno regional resume de esta forma las figuras de Fernando y Joaquín (Quino) Sagaseta, éste último fallecido el pasado mes de febrero, merecedores de la Medalla de Oro de Canarias a título póstumo. Tanto uno como otro destacaron no solo por su faceta más conocida, la de abogados laboralistas, sino también por una vertiente política muy acentuada en formaciones de izquierda y la militancia activa en Unión del Pueblo Canario (UPC), Partido Comunista y otras formaciones. Como letrados fueron luchadores incansables de los derechos de los trabajadores, de múltiples pleitos para defender las causas laborales y en denunciantes de los abusos empresariales y de la corrupción.

Fernando y Quino Sagaseta son «dos perfiles diversos en la forma, coincidentes en el contenido: coherencia del pensar-hacer-decir. De uno, el gesto comprometido, el coraje indeclinable; de otro, el ingenio audaz, la creatividad intelectual, el humor como arma inteligente», dicen de ellos sus compañeros de despacho. No en vano tío (Fernando) y sobrino (Quino) tuvieron inquietudes políticas similares y los dos dedicaron su vida profesional a luchar desde el Derecho en favor de colectivos de trabajadores en su intento de llevar a la práctica los ideales políticos de igualdad y justicia que defendieron desde las formaciones donde militaron y por las que se presentaron a las elecciones en varias ocasiones. Sin embargo, solo Fernando logró un cargo de representación institucional en su recordado e histórico paso por el Congreso como diputado de Unión del Pueblo Canario (UPC) en la Transición.

Los dos se bregaron en la clandestinidad durante el franquismo. Fernando sufrió en sus carnes la represión por sus ideas y su activismo, siendo encarcelado en el tristemente conocido penal de Burgos durante cuatro años y donde, como él dijo en más de una ocasión, aprendió a ser comunista. A raíz de su encarcelamiento comenzó a militar en el Partido Comunista y fundó en la capital grancanaria el conocido despacho de abogados laboralistas junto a Carlos Suárez (conocido como el látigo negro) y Augusto Hidalgo, padre del actual alcalde de la ciudad. Fueron años difíciles porque compaginaba la abogacía con el activismo social y sindical y eso le costó varios y serios disgustos con las autoridades de la época, incluso con la suspensión impuesta de su actividad profesional.

Tras las discrepancias surgidas en el PCE Fernando Sagaseta y Carlos Suárez impulsaron Pueblo Canario Unido aunando la militancia disidente activa en las postrimerías del franquismo, que posteriormente fue el germen de la Unión del Pueblo Canario (UPC), movimiento nacionalista y defensor de la autodeterminación de Canarias que tuvo su apogeo en las elecciones de 1979 con Sagaseta de diputado en el Congreso y Manuel Bermejo de alcalde capitalino. Las divisiones y contradicciones internas dieron al traste con aquel experimento político y el paso de ambos por la representación institucional fue efímero. Sin embargo, la oratoria vehemente y singular de Fernando Sagaseta marcó aquella legislatura en la Carrera de San Jerónimo.

Retrato mutuo

«Ambos en su proceder aliviaron la tensión entre lo objetivo y lo subjetivo, puente construido sobre pilares de un tenaz pensamiento crítico de la realidad enfrentada y reivindicación de la intervención individual comprometida en la toma de partido con los excluidos de las libertades y derechos». Retrato fiel de dos trayectorias que coincidieron en varios puntos hasta la muerte de Fernando en 1993. Quino Sagaseta también estudió Derecho en la Universidad de La Laguna como su tío, estuvo vinculado en la clandestinidad del franquismo a las Juventudes Comunistas y al PCE y en la década de los 70 formó parte de la fundación e impulsó los movimiento de PCU y UPC cuando Fernando logró el acta de diputado. Los dos fueron también consumados ajedrecistas.

Pero Quino fue asimismo un lector empedernido y escribió numerosos artículos en periódicos y revistas. Era un valedor inexpugnable de los trabajadores frente a los empresarios, crítico mordaz de la banca, las élites empresariales y políticas y defensor contumaz de los derechos sociales.

Su vida profesional la hizo en el bufete comandado por su tío Fernando, Pedro Limiñana y Félix Parra, y en el que también han estado José Ramón Pérez Meléndez, Elena Oramas, Antonia Santana Melián, Leticia Bueno, Margarita Etala Socas, Inmaculada González, Ana Sagaseta y Alejandro Pérez Peñate. Por ese despacho también pasó Arcadio Díaz Tejera, ex Diputado del Común.

Desde ese despacho enarboló numerosas banderas de defensa jurídica de causas laborales no solo contra empresas, sino también contra organismos públicos. Fue también miembro fundador de la asociación de juristas canarios Justicia y Sociedad, orientada fundamentalmente a la denuncia de casos de corrupción en las administraciones públicas de las islas, de la que fue elegido presidente en 2005.

La trayectoria política de Quino fue más dispar que la de su tío desde la década de los 90 por su espíritu crítico e inquieto y por las contradicciones internas que han marcado y siguen marcando a la izquierda canaria. Tras UPC estuvo en el Partido Comunista de los Pueblos de España, después llegó a formar parte de Izquierda Unida, de la que terminó yéndose para fundar Encuentro Progresista. También estuvo en el núcleo fundador de Sí Se Puede en Gran Canaria. Fue miembro de Canarias por la Izquierda y en 2011 se presentó como cabeza de lista a las elecciones generales bajo la denominación de Canarias Verde y Roja como una confluencia de las fuerzas progresistas a la izquierda del PSOE.

Su última experiencia política estuvo ligada al nacimiento de Podemos en Canarias tras la ola del 15-M y la explosión de la formación morada en las elecciones europeas de 2014. Estuvo en el Consejo Autonómico en sus inicios y llegó a formar parte de la comisión negociadora en el pacto del Cabildo de 2015. Poco tiempo después, en 2016, Quino sufrió el ictus que lo dejó postrado hasta su fallecimiento el pasado mes de febrero.

Ambos fueron «repudio sagaz de la hipócrita y acomodaticia conformidad con lo injusto existente. Ambos nos llamaron a ser persona, destruyendo muros de impotencia, aquellos erigidos desde los púlpitos de la supuesta sensatez y el conocimiento experto. Desde el pueblo y con el pueblo», como les recuerdan en el despacho que sigue adelante con sus ideales desde el Derecho.

De familia siempre reivindicativa, los Sagaseta, Fernando y Quino, han sido definidos por su círculo más cercano con la misma palabra utilizada para los dos: personas coherentes. «Han sido dos militantes históricos defensores de la justicia y los derechos de los trabajadores. Además, desde Canarias realizaron aportaciones para alcanzar un sistema político de libertades en España. Esta distinción es un deber, como demócratas y canarios que fueron», concluye el Gobierno autonómico para ser merecedores de la Medalla de Oro de Canarias que se entregará el próximo 30 de mayo.

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