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Crisis migratoria

Mamadou Camara, un referente de la lucha canaria y de los jóvenes africanos

Hace quince años no sabía situar al archipiélago en el mapa y aún menos conocía la lucha canaria. Trece años después, es puntal

Mamadou Camara, puntal A del Tegueste participó hace unos días en el Foro Migrantes de la Fundación CajaCanarias

Cuando llegó con 15 años a Canarias, Mamadou Camara (Mali, 1992) no sabía situar al archipiélago en el mapa y aún menos conocía la lucha canaria. Trece años después, es puntal A, el miembro del equipo que, por su fortaleza y técnica, puede derribar a los contrarios más destacados, y un referente para los jóvenes africanos que llegan en patera a las islas, a quienes aconseja e inicia en este deporte autóctono.

La historia de Mamadou es similar a la de cientos de niños que, impulsados por las ansias de conseguir un mejor futuro para ellos mismos y para sus familias, decidieron subirse a una patera rumbo a Europa sin ser consciente del riesgo que el viaje suponía para su vida.

Sin embargo, su relación con la lucha canaria lo cambió "todo", afirma el joven en una entrevista con Efe, en la que admite que, de no haber sido por este deporte, no hubiera descubierto una de sus mayores pasiones ni habría tenido una oportunidad laboral que le ha permitido establecerse en Tenerife.

Después de dejar atrás en 2008 a su familia en Bamako y embarcarse en un cayuco desde Mauritania con otras 75 personas, entre ellos su primo quien al ser mayor de edad fue devuelto al poco tiempo a su país, Mamadou ingresó en un centro para menores extranjeros no acompañados, donde descubrió la lucha canaria.

Al principio, este deporte fue la excusa para poder salir del centro e ir a un terrero a entrenar y también le sirvió para tratar de dejar de lado una soledad que le angustiaba y le hacía replantearse su vida en Canarias. Poco después, pasó a ser "una lección de vida".

Mamadou, que ahora tiene 29 años y habla desde la perspectiva que le ha dado el paso del tiempo, recuerda que no sabía nada de lucha, pues en su país no hay tradición; sin embargo, este desconocimiento se convirtió en una ventana abierta a una nueva afición que desembocó en pasión.

"Sin la lucha canaria no me hubiera quedado en Canarias", afirma el joven, conocido como si fuera un futbolista de la liga española en los pueblos de las islas donde se mantiene la pasión por este deporte y quien, de no haber sido por la lucha, tal vez hubiera regresado a Mali con su familia o se hubiera marchado a Holanda o Francia, donde tiene allegados.

El puntal A del club Tegueste describe su forma de luchar como "eléctrica", pues cuando está en el terrero no duda en hacer una pardelera o un traspiés, dos de las mañas o movimientos de la lucha canaria cuyo fin es derribar al contrario sin golpearlo.

Esta determinación en su forma de luchar, que siempre ejecuta "desde el respeto" al adversario, es una de sus señas de identidad que tan aplaudidas ha sido por el público y tantos éxitos profesionales le ha dado.

Incluso le ha permitido hacer un cameo en la afamada serie "Hierro", donde se representa a sí mismo en un terrero de lucha.

"Mi forma de luchar es diferente, no soy de los que se separa", afirma Mamadou, quien pesa 140 kilos y mide 1,94 centímetros, envergadura que le permite ofrecerle al público el espectáculo que demanda cuando va a disfrutar de una luchada.

Orgulloso de que su equipo haya sido en los últimos tres años campeón de la liga de Tenerife, Mamadou considera que la lucha canaria, que se originó en tiempos prehispánicos, es "única" y además es el "deporte de Canarias", por ello, agrega, "no se puede perder y es necesario preservarlo y promocionarlo más".

Destaca la nobleza y el respeto que inculca esta práctica, pues sus principales características son la habilidad del luchador para desequilibrar al contrincante sin herirlo.

Esto hace que se sienta "enganchado" a la lucha canaria, deporte al que se dedica a nivel profesional y en el que invierte tres días de entreno semanales más un día del fin de semana a la luchada.

Lo compagina con otro empleo en un centro de menores inmigrantes no acompañados similar al que él estuvo de niño, en el que trabaja como mediador y traductor.

"Fui menor como ellos, sé lo que están viviendo y sintiendo", destaca Mamadou, quien les ayuda a tratar de llenar el vacío y la soledad que, como a él le sucedió, muchos sienten al verse lejos de su familia y no hablar español.

Algún día, cuando se retire de la práctica profesional de la lucha canaria, le gustaría enseñarle a estos jóvenes todo lo que sabe sobre el deporte autóctono de Canarias.

Para ello todavía quedan, por lo menos, un par de años, que Mamadou piensa exprimir al máximo para seguir cosechando éxitos con el deporte que, confiesa, le ha dado una gran oportunidad en la vida.

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