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Con el agua al cuello por la tardanza de las ayudas a los emigrantes mayores

Las entidades isleñas que asisten a los «viejitos» canarios están en números rojos para desarrollar los programas de casas de acogida o atención a domicilio

Las canarias Emma Obdulia Machín, (izq.), Adelina Morales, Emilia Quesada, Eva Pérez y Juana Brisson, con la cuidadora Marisa Fernández, en la casa de Uruguay | | LP/DLP

Desesperación. Las entidades canarias en Venezuela, Uruguay, Argentina y Cuba esperan por las ayudas del Gobierno canario para la atención que prestan a los emigrantes isleños en estos países, muchos de ellos «viejitos» que necesitan asistencia domiciliaria, centros de día, consultas médicas, o se encuentran en casas de acogida porque no tienen familiares que cuiden de ellos. Estos programas anualmente empiezan en noviembre y terminan en octubre. Desde el año pasado las entidades canarias los están desarrollando por cuenta propia pendientes de que el Gobierno canario renueve las subvenciones. Todo el proceso tarda meses, por las justificaciones de la subvención del año anterior y la petición de la nueva, pero en junio suele estar ingresado el dinero o, por lo menos, ya saben si van a seguir contando con la ayuda. No obstante, este año, a estas alturas, no han recibido las prestaciones y desconocen si van a continuar prorrogando estos programas o qué recursos van a tener. Algunas entidades no solo sufren la demora económica sino que se sienten desasistidas porque la Viceconsejería de Acción Exterior y sus dos direcciones generales, de Emigración y de Relaciones Exteriores, no llaman para interesarse por los mayores y si, por suerte les contestan, es por carta y para algún tema administrativo.

Así que ahora sobreviven con las «uñas» -con el dinero de los socios de las entidades o con recursos ahorrados antes de la pandemia cuando celebraban fiestas en estos centros canarios para recabar fondos-, con el fin de no cerrar los programas, además de pedirle al personal que aguante. La situación en estos países, sobre todo en Venezuela, es sumamente crítica, agravada aún más por la crisis derivada por la covid. Por tanto, piden auxilio al Gobierno canario para que responda con la máxima celeridad porque son servicios de primera necesidad para los emigrantes mayores canarios en estos países.

Emma Obdulia Machín Armas, de 88 años, nacida en Teguise, Lanzarote; Eva Pérez Díaz, de 91 años, originaria de Tenerife; Adelina Morales Galván, de 78 años, de Las Palmas de Gran Canaria, al igual que Emilia Quesada Santana, de 92 años, y Juana Brisson Villalba, de 83 años, son las usuarias de la casa de acogida de la Sociedad Islas Canarias de Uruguay, radicada en Montevideo. Por sus avanzadas edades necesitan cuidados las 24 horas. Hace diez años apareció una señora que no tenía familia por este centro canario y la institución le cedió el altillo. Así llegaron a cinco mujeres pero al hacerse más mayores, como tenían que subir escaleras y eran peligrosas para ellas, se les alquiló una casa. Doce personas las asisten y se turnan día y noche los siete días a la semana. Su manutención y cuidados cuesta 45.000 euros al año. Esta entidad también atiende a unos 52 canarios mayores en el centro de día, donde les hacen talleres de memoria, pintura o les dan comida. Con la pandemia se han tenido que reestructurar y ahora van a los hogares a ayudarles, cuenta Inmaculada Cedrés, la presidenta de esta sociedad, originaria de Lanzarote. En Venezuela hay otras tres casas de acogida.

Inmaculada Cedrés explica que hasta ahora han podido aguantar con los fondos de contingencia porque hacían fiestas o alquilaban los salones del centro, pero con la covid no han podido obtener estos recursos y los ahorros se están acabando. Están con el agua al cuello pese a que presentaron la justificación de la anterior subvención desde enero y en mayo y junio les han venido a poner pegas en cuestiones que han explicado por activa y por pasiva. También han pedido por carta numerosas veces la urgencia de estos fondos porque no cuentan con otra fuente de financiación y les han contestado por carta que están estudiando las resoluciones. Pero no hay llamadas ni sensibilidad para saber cómo están los ancianos. Hay entidades que nunca han hablado con los directores generales o ni les conocen.

«Estamos un poco apretados y asustaditos», cuenta Ana María Navarro, secretaria general de la Fundación de Emigrantes Canarios en Venezuela (Fecan), nacida en La Gomera. Este centro está en Caracas. Indica que a estas alturas ni les han solicitado lo que van a necesitar de subvención porque los usuarios pueden cambiar de un año para otro. Hace unos días mandó un mensaje y «a ver si hay respuesta». Esta entidad lleva 11 años trabajando y se encarga de la asistencia domiciliaria a unos 200 mayores canarios y a hijos con alguna discapacidad. El personal va a sus casas para atenderlos, hacerles la compra, cocinar, bañarlos y más en estos tiempos que por la covid no han podido salir y sufren la aguda crisis económica que atraviesa Venezuela.

El palmero Edmundo Rodríguez es el presidente del Hogar Hispano del Yaracuy, en Venezuela. En su caso están pidiendo la ayuda para el centro médico que tienen «y por ahora no llaman», expone. «Estamos en la dulce espera», afirma. Aparte del consultorio quieren abrir un centro de día pero en este estado son muy estrictos con la pandemia y hay semanas que desde las tres de la tarde nadie puede salir a la calle, cuenta. Tienen 16 empleados en el club canario y una doctora. Se atiende a más de cien personas, todos isleños.

Como el resto, está con «el agua al cuello», subraya. En su caso, sobreviven porque tienen «buenos contactos» y buscan recursos para no cerrar.

Elisa León Chinea, originaria de La Gomera, es la directiva de la Unión Canaria de Venezuela de Macuto, en el estado de la Guaira. Este año aún no han recibido la carta para preguntarles por la subvención que necesitan y no saben nada, aunque siguen trabajando «con las uñas porque no tenemos nada de aporte de Canarias», expone. Las ayudas son de noviembre a octubre y «no hay respuesta». Tienen un centro de salud, asistencia domiciliaria y un centro de día que atienden a «los abuelitos y están tristes y deprimidos» por la situación de la pandemia. En el centro de día iban de 110 a 120 personas antes de la pandemia, y el servicio médico asiste a más de 400. «Les hemos pedido a los médicos que aguanten, pero no es fácil» señala. La situación se repite en todas las entidades.

Ya el año pasado sufrieron retraso en las ayudas, pero por la pandemia podía tener una justificación o porque el nuevo equipo del Gobierno canario había entrado en julio de 2019. Juan Rafael Zamora, viceconsejero de Acción Exterior, reconoce que hay cierta demora en las subvenciones a las entidades porque primero se han centrado en la concesión de las tarjetas de alimentación y de medicamentos a los emigrantes canarios, «que es una ayuda mensual y que para ellos es muy importante» dada la situación de la pandemia. En Venezuela son de 17,17 mensuales por beneficiario la de medicamentos y 16,17 la de alimentos. El sueldo medio en el país no llega a los dos euros. También se ofrece asistencia médica en Venezuela a través de la Fundación España Salud a personas mayores de 65 años en situación de necesidad y que no perciban prestaciones. Explica que este año van a aumentar los beneficiarios de las tarjetas y los usuarios de los servicios médicos de la Fundación, que pasarán de 845 a 1.570 personas, las tarjetas de alimentos de 3.000 a 3.365 y las de medicamentos de 1.800 a 2.240 a través de convocatoria pública. Han recibido 7.000 solicitudes .«El trabajo es complejo», justifica. Sobre las entidades afirma que las resoluciones de los centros de acogida y de atención domiciliaria, que «son los más prioritarios», saldrán en los próximos días y se van a mantener las cuantías para todos los programas.

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