Bajo la amenaza creciente de un cambio climático profundo e irreversible, el Consejero de Transición Ecológica y Cambio Climático, José Antonio Valbuena, se enfrenta a uno de los momentos claves para Canarias, que debe tomar urgentemente medidas para adaptarse al escenario al que le empuja la crisis climática, así como poner su grano de arena en la mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Lleva dos años en el cargo, y con una pandemia de por medio, ¿Qué balance hace de este tiempo, pandemia incluída, al frente de la Consejería de Transición Ecológica?

Han sido dos años apasionantes. En la Consejería de Transición Ecológica nos sirvió para reflexionar sobre lo que ha supuesto la Covid para nuestro día a día y los efectos en el medioambiente. Aun con la pandemia seguimos trabajando en lo que era nuestra hoja de ruta marcada. Teníamos previsto dotar a Canarias de ese ecosistema legislativo del que carece. Eso ha supuesto finalizar los trabajos de redacción de la Ley de Cambio Climático, así como finalizar los documentos de las leyes de Biodiversidad y de Economía Circular junto al Plan de Acción Climática.

Sobre estas iniciativas legislativas de las que habla, ¿cuándo tienen previsto que puedan estar ya disponibles para empezar a trabajar sobre ellas?

Prevemos que ese gran punto de inflexión que va a ser la Ley Canaria de Cambio Climático y Transición Energética pueda aprobarse en el próximo curso parlamentario, que se inicia en septiembre de este año. Automáticamente también aprobemos sus instrumentos, tanto estrategias, como planes y las leyes de Biodiversidad y Economía Circular. Estos dos últimos aún hay que someterlo al proceso de consulta pública pero van a ser procesos más rápidos que la propia Ley Canaria.

¿Qué proyectos estratégicos destacaría de los impulsados durante esta legislatura?

El que más destaco es la Ley Canaria de Cambio Climático. Esta normativa va a afectar a todos los sectores. El cambio de modelo socioeconómico debe ser disruptivo en Canarias si realmente queremos vencer la batalla que tenemos en materia de adaptación y mitigación. A un gobierno le toca legislar, trazar la hoja de ruta y generar las obligaciones y los derechos de manera que, desde el principio de seguridad jurídica, todos sepamos qué es lo que tenemos que hacer y qué esperan las administraciones de cada uno de nosotros. La primera parada de este cambio es el Plan de Transición Energética. Ese plan cambia el modelo de sistema eléctrico canario de manera que frente a un modelo cuya producción está basada en la actual Endesa, vamos a pasar a un modelo de generación distribuida, es decir, al autoconsumo. Esto supone trazar la senda para que en 2040 Canarias pueda ser neutra en términos de gases de efecto invernadero. Canarias lleva sin planificación energética más de 10 años y vamos a conseguir en poco más de dos girar el timón 180 grados hacía una Canarias sostenible y autosuficiente desde el punto de vista energético.

Durante este año ha impulsado un paquete legislativo especialmente orientado a la lucha del cambio climático, ¿estamos más cerca de imponer medidas que permitan a Canarias adaptarse al calentamiento global?

Sí, evidentemente. Cuando hablamos en materia de adaptación nos referimos a que, por ejemplo, el planeamiento territorial va a tener que tener en cuenta la adaptación de nuestras costas. Pero esto es extensible también a la materia educativa donde va a ser obligatorio impartir materias vinculadas a la acción climática o en materia de salud cuando hablamos que vamos a tener de manera obligada planes de vigilancia de la salud vinculada a enfermedades que están asociados de manera directa al cambio climático. Tanto en materia de adaptación cómo de mitigación no se puede improvisar, que es lo que hemos estado haciendo todas las Administraciones hasta el momento. Evidentemente han aportado en la lucha del cambio climático pero necesitamos que todo eso esté dentro de una estrategia y un plan común.

Una gran parte de las medidas se sustentan en el comportamiento de la sociedad, ¿ cree que la sociedad canaria está preparada para un cambio tan abrupto y profundo?

Creo que sí. La Covid-19 nos ha enseñado que somos capaces de asimilar cambios drásticos en nuestro día a día. Hemos asumido como algo normal cambios drásticos muy profundos que hace unos años hubiéramos tomado por imposibles. Estoy convencido de que la sociedad está preparada además, gran parte está deseando que las administraciones pongamos esas medidas sobre la mesa.

A pesar de que su implantación es urgente para mitigar el calentamiento global, la adquisición de un vehículo eléctrico sigue siendo prohibitiva para muchas personas, ¿está Canarias preparada para establecer las bases que permitan la creación de un ecosistema de movilidad eléctrica?

Cuando hablamos de la transición justa, nos referimos a salvar esas realidades. Queremos dedicar una parte de los fondos para socializar la adquisición de vehículos y el acceso a placas solares en el régimen de autoconsumo, ligando ambas a las rentas familiares. Nos vamos a empeñar en que no se asocie el nivel adquisitivo de una personas en función de si tiene un vehículo eléctrico o placas solares. La energía limpia no pueden ser un elemento de discriminación social y para eso queremos destinar parte de esos 470 millones que vienen a las Islas.

La campaña Moves III está derivada a expandir los puntos de recarga en las Islas, ¿cómo se está desarrollando?

En menos de un mes tenemos 300 solicitudes, por lo cual es muy importante. Con el Moves III el gran reto es conseguir en el próximo año en torno a los 10.000 puntos de recarga en toda Canarias y para eso necesitamos una implicación muy importante de ayuntamientos y cabildos. Ellos son clave y tienen más ayudas que nunca para poder hacer despegar una verdadera red de puntos de carga eléctricos.

¿Es difícil satisfacer el crecimiento económico sin perjudicar a la riqueza natural de Canarias?

No, no es difícil. Poco a poco se van dando pasos pero hay que tener presente que el futuro económico de Canarias está en la sostenibilidad y en el medioambiente. La economía del futuro debe ser más amable con nuestros ecosistemas, y escondernos a ello no es solo negar la realidad sino quedarnos descolgados a corto plazo.