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CRÓNICA PARLAMENTARIA

Tinto de plenario

Tinto de plenario María Pisaca

El calor es una poderosa fuerza democrática. El breve y canicular pleno extraordinario de ayer empezó incluso puntualmente, a las once de la mañana, porque fuera, en la calle, aparte de la sobreabundancia de pedigüeños y de una obra que taladra los oídos a todos los vecinos desde hace semanas –y que supondrá la ampliación de las oficinas parlamentarias en el edificio que está frente a la Cámara– no había quien pudiera sobrevivir al aire ardiente. No es imposible que, si se repiten las olas de calor, estos sofocones se incorporen a la mitología del presidente Ángel Víctor Torres, junto a los incendios forestales, la caída de Tomás Cook o la covid, y un periodista terriblemente crítico e independiente le pregunte en la Televisión Canaria:

– Y además ha sobrevivido usted a tres olas de calor y ha sabido llevar al pueblo canario hasta el fresquito del invierno. ¿Usted cómo se siente señor presidente?

– Yo hago lo que puedo.

– No diga eso. Usted es un Titán. Chosss.

– Exagera usted.

– No, no. Es una apreciación objetiva. También vence a las olas de calor. Es prodigioso. Cásese conmigo.

– Lo siento, ya estoy casado.

– Ya lo sé. Lo saben todos los espectadores. Casado con Canarias.

Muchas de sus señorías se quedaron en sus respectivas islas y votaron telemáticamente: gracias a la tecnología se puede cobrar la dieta de asistencia sin asistir. La hegemonía era del sincorbatismo en ellos y el vestido veraniego en ellas. Hasta en el PP podían registrarse diputados, bendito sea Aznar, sin corbata. Casimiro Curbelo provocó al personal con una camisa verde guarapo con manga corta. El mismo presidente Torres –en general una persona seria– se había quitado ese horrendo trapito del pecho y la única autoridad encorbatada era Gustavo Matos, todavía íntimamente dichoso con la marcha de Leo Messi a París, como le ocurría a Luis Campos, que es muy nacionalista, pero vibra con el Real Madrid, caballeros del balón, lo que tal vez explique su preferencia por las camisas blancas y los momentos históricos. En el banco azul solo hacían guardia, además del presidente, el consejero de Obras Públicas, Sebastián Franquis, y la consejera de Turismo, Industria y Comercio, Yaiza Castilla, que era la encargada de presentar y comentar el decreto ley que el Ejecutivo sometía a la Cámara para su convalidación, aprobado el pasado 22 de julio. Las empresas de alojamientos turísticos isleñas podrán acogerse a partir del próximo 10 de septiembre y hasta el 4 de octubre a una específica convocatoria de subvenciones de la Consejería de Turismo para cubrir el equivalente al coste del recibo del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) correspondiente al ejercicio de 2021, año de la covid. Se dedicarán a tales ayudas 63 millones de euros, aunque podría ampliarse la cantidad hasta los ochenta millones. Castilla parecía estar relativamente satisfecha al informar, al fin, de una buena noticia para su maltrecho sector, aunque como suele ser habitual su intervención recordaba al de una opositora que conociera el temario de maravilla.

A partir de ahí se sucedieron las intervenciones. Las más argumentadas –críticamente– la de Ricardo Fernández de la Puente, más escéptico que irritado, y la de Rosa Dávila, que recordó que Torres había prometido esta ayuda para abonar el IBI nada menos que el pasado mes de enero, cuando el sector venía suplicándolo hace más de un año, y que se abonarán según vayan llegando las solicitudes hasta agotar la partida disponible. “Es la única ayuda directa y específica que ustedes van a conceder a los establecimientos turísticos”, subrayó Dávila, “y sin recuperación turística no habrá recuperación de la economía canaria”.

Hubo un instante de ofuscación del cronista, al que pareció que subía a la tribuna un vocalista de la orquesta Wamampy, pero no, era el diputado curbelista Jesús Ramón Ramos Chinea, que llevaba una atrevida camisa lila con tres tallas menos de lo que necesitaba. Ramos Chinea, embutido hasta poner en riesgo su circulación sanguínea, hizo lo que siempre, fusilar y sintetizar cuatro comunicados del Gobierno y hacer pasar el pastiche como una intervención propia. Manuel Marrero susurró su breve homilía. María Esther González respaldó calurosamente el decreto como un compromiso cumplido por el Ejecutivo y los grupos parlamentarios que lo apoyan. Por supuesto, el decreto fue convalidado por todos, incluso por aquellos que querían (muy razonablemente) que fuera tramitado como proyecto legislativo. No es cuestión de impedir que lleguen unas ayudas a un sector desarbolado y deprimido, aunque se esté en desacuerdo en la pachorra gubernamental y en la metodología de la convocatoria.

Como allá afuera Santa Cruz de Tenerife se sancochaba irremediablemente muchos diputados, una vez finalizada la sesión plenaria, se quedaron un ratito para disfrutar del muy plácido aire acondicionado. Cuando ya quedaban muy pocos presentes la presidenta del grupo parlamentario socialista, Nira Fierro, se acercó al rincón de la ASG y saludó cariñosamente a Curbelo y a Ramos Chinea. Era la introductora de embajadores, porque al instante llegó Torres y entabló conversación con el líder gomero. Después de referirse a alguna cosa menor Torres le expuso que el tiempo avanzaba y que debería decidir el rumbo estratégico de la Agrupación Socialista Gomera. El presidente está insistiendo mucho. Entiende que Curbelo puede y debe llegar a un entendimiento estable con el PSOE: algo en el que ha mostrado su interés personalmente Pedro Sánchez. Los socialistas están dispuestos a cualquier cosa. No piden una disolución en el PSOE: el compromiso de una convergencia electoral para las elecciones de 2023 (en la Cámara, el Cabildo y los ayuntamientos) les valdría. Una sola papeleta con las siglas PSOE-ASG y el segundo puesto para Curbelo en la lista regional. Más facilidades y más generosidad, imposible, según los dirigentes socialistas.

Pero se acaba el tiempo y en las prisas insistía Torres. Quiere anunciarlo en el Congreso del PSOE canario en el próximo octubre o noviembre. La vuelta del gomero pródigo, aunque con plena autonomía y negociando directamente las listas Torres y Curbelo. Se acabó que la ASG vuelva a apoyar a un gobierno de centroderecha. Juntos ambos partidos conseguirían los cuatro diputados gomeros y mayoría absoluta en el Cabildo y en todos los ayuntamientos. “Pedro está esperando y yo también. Todo lo que has conseguido solo puede mantenerse y aumentar en el PSOE o con el PSOE”. Curbelo asentía tan cuidadosamente que podía significar cualquier cosa. Pero escuchaba. Escuchaba el aire acondicionado que exhalaba Torres con toda la atención capaz de concentrarse en cuarenta años de ambición.

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