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Vox rentabiliza a sus diputados isleños

Alberto Rodríguez y Rubén Darío Vega pasan por ser genuinos representantes de los sectores más ideologizados del partido de Santiago Abascal

Rubén Darío Vega. | | LP/DLP

No son de los personajes más populares o conocidos de Vox en la actividad parlamentaria del Congreso, pero sí están muy bien considerados por la dirección del grupo y por sus compañeros de escaño, que suelen expresar de forma enfática el entusiasmo que han provocado sus intervenciones desde la tribuna, algo por lo demás muy característico de la bancada del partido ultraderechista, tan decantada hacia la confrontación ideológica. Y es que los dos diputados canarios de la formación que lidera Santiago Abascal están resultando mucho más rentables de lo que en principio cabía espera para los intereses del partido cuando ambos encabezaron casi de forma anecdótica las listas por cada una de las dos circunscripciones canarias en las últimas elecciones generales.

Alberto Rodríguez saltó al número uno de la lista de Vox por Las Palmas solo cuatro días antes del 10-N de 2019 tras renunciar por «motivos personales» el inicialmente desiganado, José María Vázquez. También la nominación de Ruben Darío Vega como cabeza de lista por Santa Cruz de Tenerife fue polémica y ejemplificaba la crisis interna que vivía la organización en el conjunto del Archipiélago y que sigue abierta dos años después. Pero en todo caso, Vox logró un resultado muy por encima de las previsiones con un diputado por cada circunscripción canaria, arrebatándoselos a Ciudadanos, y colocando por primera vez en la historia representación de la ultraderecha canaria en el Congreso.

Desde el completo anonimato y en un contexto de fuerte poralización política en Madrid, los dos diputados canarios de Vox están sabiendo sacar partido a su escaño al menos de cara a la valoración interna y con la vista puesta a la designación de candidatos para próximas, citas electorales teniendo en cuenta que la formación no dispone hasta la fecha de ninguna otra representación en las instituciones canarias.

Ambos diputados isleños pasan por ser genuinos representantes de los sectores más ideologizados del partido de Abascal y han logrado además el protagonismo añadido que les otorga el hecho de que Canarias haya estado muy presente en el debate político estatal por distintos asuntos pero en especial por la crisis migratoria, el gran leit motiv ideológico del populismo de ultraderecha en toda Europa, con especial hincapié por parte de Vox en la «invasión de la frontera sur española por la inmigración ilegal a islamista» y la criminalización de los menores. La crisis migratoria de Canarias es la gran feria ideológica para Vox, el parque temático ultra en el que sus principales líderes se regodean cuando visitan las Islas.

Pero lo cierto es que los dos diputados canarios de la formación también se han movido por otros asuntos de actualidad en los dos últimos años como la repercusión económica de la covid-19 por el parón del sector turístico, los presupuestos estatales y, en los últimos meses, la erupción del volcán en La Palma.

Muy aislados y sin apenas relaciones con la mayoría de los diputados canarios de otros partidos, los dos diputados de Vox sí están plenamente integrados en el microcosmos sectario y casi familiar de su propio grupo parlamentario, donde logran enormes muestras de cariño por parte de la mayoría de sus compañeros de escaño y de sus líderes principales, además del propio Abascal, el portavoz del grupo, Iván Espinosa de los Monteros; la portavoz adjunta y secretaria general del grupo, Macarena Olona; o el secretario general del partido y portavoz adjunto Javier Ortega Smith.

Alberto Rodríguez es desde hace algunas semanas en muchos ámbitos mediáticos de Madrid «el otro Alberto Rodríguez», siendo objeto de numerosos perfiles por tratarse del diputado de Vox que comparte nombre, primer apellido y procedencia geográfica con el recientemente inhabilitado de Unidas Podemos tras la condena impuesta por el Tribunal Supremo. Muchos de esos medios le han puesto como ejemplo de que, al contrario de lo que señalaba el Alberto Rodríguez tinerfeño tras tener que dejar el escaño, no es necesario tener apellido compuesto y origen de rancio abolengo para poder seguir sentado en la Cámara. Y no es que el diputado canario de Vox no disponga de una situación económica holgada, porque de hecho es uno de los políticos en las Cortes con mayores ingresos y mejor patrimonio, según se desprende de su declaración de bienes y rentas.

Trabajo parlamentario

Abogado y empresario de 43 años y vinculado a movimientos ultracatólicos y al Opus Dei, el Rodríguez de Vox declara 3,67 millones de rentas de diversa índole y naturaleza, patrimonio que debe fundamentalmente a su condición de propietario y único accionista de varias empresas con actividad en el Archipiélago, pero que complementa con importantes ingresos por sus honorarios profesionales como abogado y administrador de sociedades. Y parece que la buena marcha de sus negocios le alientan en su actividad parlamentaria porque durante esta legislatura está desarrollando un intenso trabajo dentro de su grupo parlamentario, en muchas ocasiones relacionados con temática canaria.

Así, el representante de Vox por Las Palmas, que es el portavoz de su grupo en la Comisión de Sanidad y Consumo y vocal de la Comisión de Industria, Comercio y Turismo, registra en su ficha de diputado ser autor de 16 preguntas orales en comisión a otros tantos representantes del Gobierno, así como de 155 intervenciones, la mayoría en comisión, sobre las mas variados debates o iniciativas legislativas. Se ha destacado sobre todo en los debates de la comisión de la que es portavoz, la de Sanidad y Consumo, y por ello en muchos aspectos sobre la gestión de la pandemia o con el alza de los precios de la energía eléctrica, pero también en asuntos relacionados con la crisis migratoria, el tratamiento a Canarias para paliar los efectos económicos y sociales de la pandemia, o los debates de la comisión de investigación sobre el accidente del vuelo JK5022 de Spanair.

Rodríguez es considerado en Vox como uno de sus parlamentarios más hábiles en la defensa de argumentos y en la exposición pausada y serena de los temas pero con gran carga ideológica que, paradójicamente, a veces va acompañada de cierta sorna. En unos de sus últimas intervenciones, con motivo de la tramitación de los presupuestos para 2022, Rodríguez defendió las enmiendas de su grupo al Título VII del proyecto de ley referido a los entes territoriales haciendo todo un alegato contra el Estado autonómico en el que llamó traidores a todo el mundo, incluso al PP por «abrazar todas sus innecesarias instituciones porque le sirve como refugio de invierno cuando no gobierna en España para enchufar a sus amigos y pagar favores».

En el caso de Rubén Dario Vega, capitán de Marina Mercante que ahora es portavoz adjunto en las comisiones parlamentarias de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, y de Agricultura, Pesca y Alimentación, ha presentado 66 preguntas orales en comisión sobre temas como la ley de cadena alimentaria, el reparto de las cuotas de atún rojo, el impuesto al transporte aéreo, o la escasez de contenedores para el transporte marítimo. Una de sus intervenciones más sonadas es la que protagonizó con motivo de una moción de la diputada de CC, Ana Oramas, sobre las medidas que adoptaría el Gobierno por la delimitación marítima realizada por Marruecos en aguas del Sáhara Occidental y de Canarias, en la que el diputado de Vox arremetió con dureza contras las «ilegalidades» del país vecino y una curiosa defensa de la causa saharaui en la que destacaba sobre todo que el idioma oficial del Sáhara es el español, que la moneda en curso es la peseta, y que 120.000 saharauis conservan la nacionalidad española.

Más famosa se hizo su polémica en redes en septiembre de 2020 con el entonces vicepresidente segundo del Gobierno y líder de Podemos, Pablo Iglesias, al que llamó «godo hediondo» por una comentario de éste en tuit en relación a la necesidad de potenciar otros sectores como alternativa al turismo.

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