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Unánime condena del Cabildo de Tenerife al obispo Bernardo Álvarez

Primera administración pública que rechaza las declaraciones del prelado por referirse a la homosexualidad de forma «denigrante»

El Obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, en una imagen de archivo. / Delia Padrón

El Cabildo de Tenerife es la primera adminstración pública en condenar «de forma rotunda» y unánime las declaraciones del Obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez Afonso, en la que se refería a la homosexualidad «de manera peyorativa y denigrante».

La moción presentada por el PSOE adquirió un carácter de pronunciamiento institucional. Así se aprobó «ondenar, nuevamente, cualquier forma de LGBTIfobia y los discursos de odio que promueven, directa e indirectamente, la violencia y la discriminación contra las personas LGBTI+». Y también se decía en el texto «dar traslado del presente acuerdo al Obispado de Tenerife, a la Conferencia Episcopal Española y a los Ayuntamientos de la Isla de Tenerife». El pasado 19 de enero diversos medios se hacían eco de las deleznables declaraciones que respecto a la homosexualidad vertía el Obispo de la diócesis nivariense, Bernardo Álvarez Afonso, quién ha molestado en reiteradas ocasiones con sus palabras al colectivo LGTBI+. Las primeras declaraciones fueron en el año 2007 cuando afirmó que la homosexualidad perjudica a las personas y a la sociedad, vinculando la orientación sexual con el abuso de menores.

Perdón

Desde ese momento hasta la actualidad, son muchas las ocasiones en las que este representante de la Iglesia Católica y cabeza de la diócesis nivariense ha estado en el punto de mira por sus continuas intervenciones en homilías o medios de comunicación sobre las personas con orientaciones sexuales, identidades de género y expresión de género diversas.

En las últimas Álvarez manifestaba en una entrevista televisiva que «a pesar de que saben que está mal, lo hacen, sin ser condicionados por nada. Es como la persona que bebe y cuando bebe hace cualquier disparate. Claro, lo que tiene que hacer es no beber», vinculando que cada persona pueda vivir con libertad su orientación sexual con padecer una enfermedad como es el alcoholismo y afirmando que la homosexualidad es un «pecado mortal».

El obispo Bernardo Álvarez, palmero de origen, tras la tormenta desatada y para atajar las críticas, decidió pedir perdón públicamente, pero al no haberse retractado del contenido de sus declaraciones, no ha satisfecho a ninguno de los que se sintieron afectados.

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