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Un canario en la fronteras rusa: «La vida sigue en Krasnodar»

Adrián Mendoza asegura que se ha habilitado una zona para alojar a refugiados, pero la población local mantiene sus rutinas

Adrián Mendoza, en el monumento a Catalina la Grande, en Krasnodar.

Adrián Mendoza es un grancanario que aterrizó esta semana en la ciudad rusa de Krasnodar, al suroeste de este país y al este de Ucrania. Y lo que menos podía esperar es que su llegada coincidiera con la invasión a un país vecino. La ciudad a la que acaba de aterrizar no es ajena al conflicto, ya que está situada junto al Mar Negro y el Mar de Azov, y a poca distancia de la frontera este ucraniana, donde se concentra la denominada zona cero, porque algunas localidades prorrusas se independizaron del Estado ucraniano de forma unilateral en 2014 y carecen de reconocimiento internacional. Y es una ciudad que, según algunos medios, también ha servido de base de operaciones militares del ejército de presidente Putin. A pesar de todo, en Krasnodar «la vida sigue igual» o, al menos, casi igual.

La invasión le cogió de imprevisto en una visita temporal a Rusia, compartiendo estos momentos la visión local que existe sobre el conflicto armado.

Adrián Mendoza relata desde la distancia que los aeropuertos internacionales de los alrededores permanecen cerrados desde que se registró la invasión, y que en las inmediaciones se ha habilitado una zona para acoger a refugiados que salgan de Ucrania, en el caso de que sea necesario.

La ciudad permanece tranquila. Y pese a la cercanía de la zona cero del conflicto en Ucrania, las autoridades no han preparado a la población para una posible intervención en la guerra. «Aquí se habla de lo que está pasando, claro, pero la población sigue haciendo una vida normal. En esta zona en la que estoy hay varios supermercados concentrados, y todos siguen abiertos. La población no está haciendo acopio de alimentos, y las estanterías están llenas. Parece que no está pasando nada», señala, después de haber estado de visita en la localidad durante toda la jornada.

Se veía venir

Los vecinos de Krasnodar hablan, según los testimonios que ha podido ir recopilando, de que, en realidad, llevan años en medio de lo que denominan como una guerra civil, y que ahora Putin ha salido en ayuda de Ucrania mediante esta invasión.

De momento, pese a estar en una zona bajo tensión bélica, este grancanario ha podido visitar algunos de los lugares más turísticos de la ciudad, como el monumento a Catalina la Grande, que es uno de los puntos de paso obligado para los turistas.

La misma tranquilidad que fluye en sus palabras sobre la vida que lleva en Krasnodar es la que ha transmitido a sus familiares en Gran Canaria, por lo que descarta en la situación actual una salida precipitada del país.

Una de las personas a la que ha visitado mantiene contacto telefónico con una tía-abuela que sí vive en una ciudad ucraniana en conflicto, como es Mariupol, que es uno de los territorios más afectados por la disputa entre Rusia y Ucrania, y un enclave estratégico por su conexión con la península de Crimea (Putin firmó en 2014 un tratado de anexión a la Federación rusa tras unas movilizaciones internas prorrusas, aunque en Ucrania se considera ilegal), y también está localizada geográficamente junto a la región de Donbás, y al Mar de Azov.

«Allí la gente sí ha estado haciendo colas en los cajeros automáticos para poder sacar dinero, hicieron compras para tener reservas de comida y se han refugiado en sus casas hasta ver qué ocurre; nadie trabaja ya allí. En Mariupol ya vivieron antes los bombardeos, y muchos edificios fueron destruidos entonces», según el testimonio que ha recabado de la población local.

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