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El desafío ruso

La invasión de Ucrania compromete el despegue de la economía canaria

La carestía del transporte aparece como primera consecuencia del conflicto | La desestabilización económica de Europa por el eje ruso-chino es la gran amenaza

Una pareja se abraza, ayer, en la plaza Maidán, en el corazón de Kiev. | EFE

La invasión de Ucrania y la amenaza que Vladímir Putin representa para la estabilidad de Occidente ponen en jaque la recuperación de la economía internacional tras dos años de pandemia. Un problema si cabe más preocupante en los países y regiones más dependientes del exterior, y resulta que en España hay pocos territorios tan necesitados de que la economía europea camine con paso firme como Canarias. Por eso la amenaza que se cierne sobre los trabajadores y las empresas del continente es la misma amenaza que se cierne sobre los asalariados y las pymes del Archipiélago, pero eso sí: «Con un punto más de intensidad» por esa extrema dependencia del exterior que tiene la economía regional, explica José Luis Rivero Ceballos, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de La Laguna.

La consecuencia inmediata de la invasión de Ucrania ha sido el notable encarecimiento del gas y del petróleo, en definitiva de la energía. Una nueva subida que nadie atisbaba en el horizonte –incluso cuando los tanques rusos rozaban la frontera con Ucrania eran mayoría quienes pensaban que Putin no llegaría hasta el punto de una invasión– y que dispara los precios, que ya eran altos, a una situación de carestía. Y es aquí donde está «el mayor riesgo» a corto plazo, más bien a cortísimo plazo, para la economía canaria, expone el economista y especialista en Teoría Monetaria José Carlos Francisco. «Ya no es la energía, sino el transporte, porque las personas nos vienen en avión y las mercancías, en barco, y en ambos casos se va a producir un subidón de los costes», ahonda Francisco. «Me preocupa porque, en definitiva, ese subidón va a trasladarse al paquete turístico y a los fletes, claro, y al final va a ir en detrimento del margen que tienen los hoteles, los restaurantes..., el destino, vaya», agrega.

Rivero Ceballos: «Es posible que entremos en un período de estancamiento»

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En la misma línea, Alberto Génova, profesor titular de Derecho Financiero en la Universidad lagunera, reconoce ser «muy pesimista» ante lo que está sucediendo en Ucrania. Y ya de entrada, avisa, «la cosa se va a poner mal por la subida de los combustibles». De hecho, el golpe es casi inevitable en una economía que, como la isleña, «depende como pocas del transporte y que, por tanto, se ve afectada de forma directa», coincide el economista José Miguel González, director de Consultoría del despacho Corporación 5.

Si la situación se desboca, habrá entonces que volver a hablar, puntualiza quien fuera director general de Trabajo del Gobierno de Canarias en la anterior legislatura, de medidas paliativas. Por ejemplo, de la rebaja de las tasas aeroportuarias para compensar en lo posible el sobreprecio de los combustibles que van a padecer las compañías aéreas. Como también los buques que traen los productos y las mercancías al Archipiélago.

Las mayores turbulencias en el coste de la energía –Rusia suministra alrededor del 40% del gas que se consume en Europa– son alimento para la ola inflacionista que sufre Canarias.

Es verdad que la inflación no es un problema exclusivo de las Islas, sino también de España y de Europa, pero no es menos cierto que los salarios son en la Comunidad Autónoma particularmente bajos. La subida del coste de vida, cuyo origen está precisamente en el notable incremento de los precios de la energía –no hay más que observar la evolución del recibo de la luz de los hogares canarios–, empequeñece los sueldos. Y no es lo mismo afrontarla con un salario medio de 2.350 euros brutos mensuales, como en la Comunidad de Madrid, que hacerlo con sueldos de 1.776 euros, como en el Archipiélago –es el segundo más bajo del país–. Tampoco hay que olvidar que subir los salarios sería uno de los llamados efectos de segunda ronda y el inicio de una espiral perniciosa: crecen los precios, crecen los salarios, crecen más los precios por el incremento de los salarios, crecen más los salarios... Así que después de muchos años de estabilidad de precios, en concreto desde la década de los noventa del siglo pasado, la economía regional había entrado en una fase de tasas de inflación superiores a ese 2% que el Banco Central Europeo (BCE) considera tolerable –en las Islas cerró 2021 casi en el 6%–. Es en este escenario inflacionista, de origen anterior al estallido de la guerra en Ucrania, donde la amenaza rusa viene a complicar aún más las cosas.

Alberto Génova: «Las sanciones no solo las va a pagar el ruso en Vladivostok: nos van a repercutir»

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Cuando en abril del año pasado comenzó la escalada del coste de vida, la opinión unánime era que la inflación sería coyuntural. A quienes a estas alturas aún confiaban en que la moderación de los precios sería inminente, la invasión de Ucrania los ha despojado de argumentos. «No va a ser tan coyuntural; creo que casi todo el mundo admite ya que es persistente», apunta Rivero Ceballos. «La gente ve que los precios suben y se retrae en el gasto, con lo que cae el consumo, lo que se agrava ahora por la situación en Ucrania», añade Génova. En definitiva, los sueldos dan para menos, el consumo de los hogares y la inversión de las empresas se reducen y, por si fuera poco, irrumpe una guerra que nadie preveía en el corazón de Europa y con el invasor, Rusia, siendo el principal suministrador de gas del continente. Da igual que España solo traiga de Moscú el 10% del gas que consume –la mayor parte, a diferencia del resto del continente, llega desde Argelia– o que en Canarias, sencillamente, no haya gas natural. El país y la Comunidad Autónoma no están amenazados por el suministro, sino, cabe insistir, por los precios. Por cómo el conflicto influirá, y de hecho influye ya, en la formación de unos precios de la energía ya de por sí altísimos. Y, a su vez, por lo que esto supone –cabe también insistir– para el encarecimiento del transporte.

José M. González: «Canarias, por el transporte, se ve directamente afectada»

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En este contexto global, el BCE no tendrá más remedio que subir los tipos de interés, algo que se daba por descontado antes de la invasión rusa –el banco central tiene el compromiso de tomar medidas correctoras si la inflación se mantiene por encima del 2%– para así contener el avance hacia una carestía generalizada. En lo relativo a Canarias, el alza de los tipos estabilizaría los precios y frenaría la pérdida de poder adquisitivo –de hecho este es el objetivo que persigue el BCE para toda Europa con la inevitable subida de los tipos de interés–; sin embargo, Canarias es parte de España, y España es un país altamente endeudado. Esta es la razón de que el Estado, y el Archipiélago como integrante del mismo, sea una de las economías europeas más expuestas a la subida de los tipos, lo que encarecerá los intereses de la deuda pública –está por ver cuánto–. Máxime cuando ya no solo se trata de que el endeudamiento sea elevadísimo, sino que, además, coincide con un no menos elevado déficit estructural –más gastos que ingresos públicos–. De modo que España tendrá que pagar más para financiarse en los mercados –los tipos de interés vienen a ser el precio del dinero–, y tres cuartos de lo mismo les ocurrirá a las familias y las empresas, a las que les saldrá más caro el préstamo bancario. Por eso muchos expertos avisan que subir tipos implica, en última instancia, el enfriamiento de la economía: se piden menos créditos, se reduce la inversión, cae el gasto público por la necesidad de destinar más fondos para el pago de intereses... En consecuencia, la situación para Canarias se muestra como mala o mala: o inflación persistente por la guerra en Ucrania o enfriamiento de la economía del continente, ese de donde vienen los millones de turistas que nutren el Producto Interior Bruto regional.

Una pareja se abraza, ayer, en la plaza Maidán, en el corazón de Kiev. efe

No extraña así que Rivero Ceballos vaticine que, «posiblemente, entremos en un período de estancamiento económico». Es más, es probable, advierte el catedrático de Economía Aplicada, que el «ciclo expansivo» que con tanta ansia se espera en las Islas para 2023, el año que, ahora sí, supondría la vuelta a los 15 millones de turistas, «se pare». La previsión para la Comunidad Autónoma es la misma, en general, que para la Europa continental, pero eso sí, con ese punto más de «intensidad» por la altísima dependencia que la región tiene del exterior, precisa el experto. Rivero Ceballos cree así que el período de cuatro años hasta la plena recuperación de la crisis del coronavirus que él mismo –entre otros muchos analistas– había calculado seguramente acabe quedándose corto tras la invasión de Ucrania y sus nefastas consecuencias para la economía europea, en general, y canaria, en particular.

Sanciones de ida y vuelta

La complejidad de la situación que ha deparado la guerra es tan grande que hasta el precio que se le quiera hacer pagar a Rusia puede acabar pagándolo antes un isleño que un ciudadano de Moscú. «Es que las sanciones económicas no las va a pagar el ruso que está tomándose una botella de vodka en Vladivostok, no, nos van a repercutir», alerta el profesor Alberto Génova. Es ese «efecto bumerán» al que también se refiere José Miguel González. «Las sanciones económicas tienen un retorno negativo hacia quien las impone», recuerda el experto, y más en economías tan interdependientes entre sí como las del bloque que sanciona, Europa de forma singular, y la del sancionado, es decir, Rusia. Por eso las multas parecen en algunos casos casi cosméticas y en otros parecen entrañar más peligro para Occidente que para Moscú. Porque de Rusia viene muchísimo gas, pero el país también es, precisamente junto con la invadida Ucrania, el granero de Europa, hasta el punto de que exportan más de una cuarta parte de la producción global de trigo, por ejemplo. Cualquier sanción que debilite su posición en este sentido se trasladará inmediatamente a los mercados, en concreto al mercado de materias primas de Chicago. La menor oferta encarecerá los precios, así que aunque el pienso que consumen los cerdos y las vacas de las granjas canarias no sea el que viene de Rusia o Ucrania, sino el de, por ejemplo, Argentina, su coste será mucho mayor. El varapalo a los ganaderos europeos, que lo sufrirán sí o sí porque la producción ucraniana se reducirá sobremanera a corto y medio plazo, es seguro, pero es que a los canarios, que además importan el grano en buques –hay que recordar la subida de los combustibles–, directamente los pone contra la pared. Aquí el efecto bumerán se sentirá aún más en el Archipiélago, un ejemplo de por qué Rivero Ceballos recalca que el diagnóstico para el continente es el mismo para Canarias, solo que en Canarias el pronóstico es algo más grave.

¿Y el turismo? En la radio un tertuliano decía poco después de la invasión que de Ucrania y de Rusia vienen unas pocas decenas de miles de turistas, con lo que el impacto inmediato es asumible. En realidad, el número de visitantes rusos y ucranianos no es relevante: lo relevante, como se desprende de lo explicado por los expertos, es que la economía del Viejo Continente ve sobre su cabeza unos negros nubarrones procedentes del Este que acabarán afectando en mayor o menor medida a las empresas y las familias. Porque la inflación es global y porque la subida de tipos de interés enfriará, también en mayor o menor medida, toda la economía continental. Porque, en definitiva, el caos causado por Putin tiene efectos directos en los hogares del Reino Unido, Alemania y los Países Bajos, y de estos países sí que vienen cada año a Canarias muchísimos más que unas pocas decenas de miles de turistas.

Jorge Hodgson: «Ya nos han parado una operación financiera por la situación económica global»

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Con todo, todas estas repercusiones socioeconómicas, ya sean más o menos inmediatas, pueden ser aún peores si, como temen muchos expertos, incluido el profesor Génova, Rusia logra la connivencia de China para, juntos, «asfixiar la economía occidental». Si eso ocurriera, Canarias ya no tendría que preocuparse por una gripe de cierta gravedad, sino por una pulmonía de pronóstico reservado.

Nerviosismo en la banca

Hace apenas unos pocos días desde que los tanques y soldados rusos cruzaran la frontera con Ucrania y materializaran los delirios de Vladímir Putin. Y como el aleteo de la mariposa que acaba desatando un temporal al otro lado del mundo, ya hay empresas de Canarias que están viéndose en dificultades para obtener financiación por el temor de los bancos a que la crisis afecte con saña a la economía global. Jorge Hodgson, fundador del despacho JH Asesores Financieros y Bancarios -uno de los de mayor crecimiento en la región en los últimos años-, explica que una entidad ya les ha parado una operación, en concreto a una firma exportadora con la que trabaja su despacho, con la justificación de la nueva y compleja situación económica que se atisba en el horizonte. «Teníamos una línea de crédito por autorizar que se queda ahora pendiente hasta ver la evolución de lo que ocurre en Ucrania y sus consecuencias», detalla Hodgson. De modo que también el sector financiero contiene la respiración a la espera de que la situación se reconduzca. | M. Á. M.

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