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Crisis volcánica | Medio año en terreno de nadie

400 palmeros siguen en hoteles seis meses después de la erupción del volcán en La Palma

Más de un centenar de familias reside en un hotel de Fuencaliente a la espera de una solución habitacional

Un laberinto de emociones LP / DLP

Seis meses después de la erupción del volcán de Cumbre Vieja unas 400 personas permanecen alojadas en tres hoteles palmeros. Más de la mitad de los afectados reside temporalmente en el Teneguía Princess de Fuencaliente (227), un grupo menos numeroso «vive» en dos complejos turísticos de Los Llanos de Aridane y Breña Baja (Los Cancajos) y otro porcentaje mucho más pequeño aguarda soluciones en viviendas vacacionales, hostales o pensiones del Valle de Aridane. La presión por parte de las administraciones públicas para que los afectados encuentren una salida a sus problemas habitacionales va en aumento [equipos especializados que trabajan para la institución insular agilizan los trámites para que los menos perjudicados regresen a sus casas lo antes posible] conforme se diluyen los ecos de la catástrofe. «Sabíamos que en cuanto se apagara el volcán iban a aparecer los problemas y los olvidos», expone Antonio Esteban Gómez, un vecino del barrio de Todoque que lleva desde la segunda quincena de octubre del año pasado hospedado en las infraestructuras hoteleras situadas en el municipio de Fuencaliente. Como el resto de los damnificados reclama que se «estudie caso por caso para evitar tomar decisiones generalizadas que generen injusticias».

«No estamos de vacaciones»

Aunque pueda parecer lo contrario, las personas que aún dependen del Gobierno de Canarias y el Cabildo de La Palma para dormir bajo techo después de verse golpeadas por la crisis volcánica repiten una y otra vez que no «están de vacaciones en un hotel». De sus frases se desprende mucho agradecimiento por haberles permitido residir durante más de medio año en estas condiciones pero, a su vez, viven con una sensación de incomodidad que se alarga en el tiempo. «La mayoría de las veces no dicen nada, pero notas miradas que indican que este no es nuestro espacio», confiesa la joven Thais Quesada sin obviar las «nuevas amistades» que han hecho sus hijas en Fuencaliente.

«Nada como estar en casa»

La plaza del Teneguía Princess es el punto de encuentro en el que los afectados intercambian conversaciones que siempre giran alrededor de los numerosos proyectos de reconstrucción. «Hay miedo a hablar en público», asegura Carlos Manuel Acosta, porque «aún no tenemos nada seguro». Este pensionista de Tazacorte reconoce «no entender los criterios que siguen los técnicos para atender unas demandas u otras» y recalca que «nadie se encuentra en esta situación por voluntad propia». Y es que a pesar de tener asegurada las comidas y el uso de la gran mayoría de los espacios del hotel, uno de los asuntos sobre los que más se discute en los corrillos tiene que ver con la lógica repetición de menús. Algo que es relativamente normal cuando llevas más de medio año conviviendo entre cuatro paredes. Eso sí, la cosa puede ir a peor si sumas a esta gran emergencia volcánica la crisis sanitaria. «Ahora mismo estoy cumpliendo cuarentena en la habitación», desvela una persona cuya identidad mantenemos en el anonimato. «Solo puedo salir al balcón y me traen las bandejas de comida... Todo esto me recuerda a los días más duros del confinamiento, aunque en un espacio mucho más reducido».

Sus quejas

Hay muchas, pero más de la mitad apuntan a la clase política: lentitud en el trámite del papeleo, ausencia de control para fijar el precio de los alquileres, disparidad en el reparto de ayudas, falta de claridad en la canalización de las donaciones de empresas y ciudadanos, escasez de proyectos habitacionales a corto plazo, dudas alrededor de la industria del plátano... «¿Dónde está todo ese dinero?», se pregunta Carlos Manuel Acosta sin apartar su mirada de la presentación de un megaproyecto consistente en el nuevo trazado de la carretera de la costa. «Se están sacando de la manga proyectos costosos y, de nuevo, se olvidan de las personas que están en las últimas... ¡Qué le van a poner a esa vía para que les cueste 40 millones de euros!» [silencio]. «¿Oro, le van a poner oro en el piche?», se autopregunta con ironía.

Alquileres abusivos

Este tema preocupa mucho a un buen número de personas que siguen recogidas en el hotel de Fuencaliente. La oferta limitada de alquiler que existe en el Valle de Aridane se ha visto condicionada en los últimos meses por unos precios que se han multiplicado por tres, cuatro o cinco. «Alguien me tendrá que explicar qué puedo hacer yo para alquilar dentro de unos márgenes de normalidad en El Paso o Los Llanos de Aridane», desvela María de la Concepción Campos sobre un lastre económico difícil de sobrellevar. «Hay gente que está abusando de los palmeros poniendo unos precios que están fuera del mercado... Con esas condiciones es imposible que una familia que lo ha perdido todo pueda rehacer su vida. O le meten mano a este asunto o no salimos de esta», remarca con cierto enfado.

Valenciana de nacimiento, aunque vive desde hace cuatro años en La Palma, pagaba un alquiler en Todoque antes de que las coladas arrasaran este enclave poblacional de El Paso. Es la impulsora de un negocio ubicado en La Laguna [una cafetería vegetariana] que no llegó a ser sepultada por el material volcánico: el equipamiento pudo salvarse y aguarda en un almacén la reapertura del local. Hasta hace tres semanas compartía habitación en el hotel de Fuencaliente con su madre, que está afectada por el Alzhéimer, pero los servicios sociales han conseguido su ingreso en una residencia. «No puedo irme del hotel hasta que no consiga una vivienda de alquiler».

El miércoles cumple los 57 y está jubilado por las secuelas de una embolia que sufrió hace unos años. Vecino de La Bombilla (Tazacorte), su casa no sufrió el impacto de las coladas pero aún no puede regresar a ella por la alta concentración de gases que hay en la zona. Reside en el hotel desde el 25 de octubre. Al principio estaba acompañado por la pequeña de sus tres hijas [también tiene un varón] hasta que esta encontró un trabajo en un hotel de Los Cancajos (Breña Baja) y se marchó. Echa de menos el bañito diario, «cuando el mar esta bueno», en la costa bagañeta. «En diciembre pensé que esto se alargaría 10 o 15 días más, pero ahora no lo tengo claro».

Hija de palmeros pero nacida en El Hierro, Thais espera volver esta semana a su casa de La Laguna. Madre de tres niñas –Lía (6 años), Aisha (5) y Ana (18 meses)–, tiene una invalidez física que le impide trabajar. Se instaló hace seis años en el núcleo poblacional de Los Llanos de Aridane y las coladas se quedaron a escasos metros de su hogar. Los desperfectos [rotura de unas persianas} ya han sido solventados, pero mientras permaneció evacuada sufrió el robo de unos enseres. «Nosotros no estamos aquí por placer... Estoy muy agradecida del trato recibido pero mentiría si no dijera que a veces algunas personas nos han hecho sentir que éramos un estorbo».

Ayer se pasó más de cuatro horas en carretera para ser atendido en un centro sanitario de Santa Cruz de La Palma de una «tos traicionera» que le lleva incomodando varios días. Antes de que estallara el volcán trabajaba en los plátanos y ahora está en paro y lo ha perdido todo: casa, finca y coche. Un tres en uno que hace aún más difícil la remontada. A falta de cuantificar la cantidad económica que va a recibir por tantos daños, como todas las unidades familiares afectadas [es padre de un hijo de 14 años que ahora vive con una tía], ha recibido 2.500 euros del Cabildo y 800 de las donaciones repartidas por el Ayuntamiento de Tazacorte: «Migajas», apunta.

Volvió a La Palma en febrero de 2021 para cuidar de su madre [este mes cumple 87 años] tras residir en Venezuela durante más de cuatro décadas. En las primeras semanas de erupción vivió en la casa de su abuela, de 102 años, hasta que fue realojada en el Teneguía Princess. No perdió su vivienda de Las Manchas, pero esta quedó parcialmente afectada: en la actualidad se realizan trabajos en una cubierta que se desplomó por un corrimiento de cenizas. María Teresa y su madre aguardan en Fuencaliente que acaben las obras. «Aquí no disfruto del placer de salir por las mañanas a la terraza con mi tacita de café para ver cómo van creciendo las matas».

El pasado viernes voló a Tenerife acompañado por su esposa para una consulta médica en el Hospital Universitario de Canarias (HUC). A él le diagnosticaron una diabetes hace 45 años y su mujer, María Inmaculada, tiene problemas de visión. Padres de dos hijos, chico y chica, este matrimonio dejó su casa de Todoque antes de que se cumpliera la primera semana de erupción. Durante un mes estuvieron haciendo vida en una caravana que estacionaban en Las Cuestas (El Paso). Como la gran mayoría de los afectados se queja de falta de transparencia a la hora de distribuir las ayudas y, sobre todo, de la lentitud con la que operan las administraciones públicas.

Thais atraviesa el solitario hall del hotel Teneguía Princess de la mano de Lía (6) y Aisha (5) antes de que sus hijas acudan al colegio de Los Canarios. Ana, de 18 meses, duerme en la habitación asignada el 22 de diciembre. |

María Nieves Hernández Pérez, consejera de Acción Social del Cabildo de La Palma, fue una de las primeras voces que se pronunciaron sobre la vuelta a la normalidad en las infraestructuras hoteleras que siguen alojando a casi medio millar de afectados por la erupción del volcán de Cumbre Vieja (El Paso). «No olvidemos que los hoteles no son lugares para vivir», afirma, añadiendo que «estas personas estarán allí mientras la emergencia continúe

«Los hoteles no son para vivir»

pero ya tenemos que ir propiciando acciones para que vayan saliendo», dijo en relación a «unos problemas de convivencia que se están dando con los turistas que se están albergando en esos hoteles», reveló hace algo más de una semana y media la dirigente popular en referencia a unos hechos puntuales que se cortaron de raíz [miembros de una familia supuestamente pedían dinero a los clientes que habían contratado un paquete vacacional, pero a estos se les «invitó» a abandonar las instalaciones]. Hernández Pérez reforzó sus declaraciones, matizadas casi de inmediato desde la institución insular, que «nuestro deber como gestores es velar por el dinero público que estamos aportando... Ya le hemos transmitido a las 453 personas que aún viven en los hoteles que vayan buscando otras alternativas habitacionales».

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