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Solidaridad con el continente vecino | El impacto del conflicto de Ucrania

Sequía, hambruna y migraciones

Mas de 35 millones de personas en el Sahel y el Cuerno de África no tienen acceso a una alimentación básica

Nave del Programa Mundial de Alimentos, en el Puerto de La Luz WFP LAS PALMAS

La falta de lluvias, el alza de los precios de los productos básicos por la guerra de Ucrania y el impacto económico de la pandemia de la covid-19 han llevado al Sahel y al Cuerno de África a una crisis alimentaria sin precedentes, con más de 35 millones de habitantes en riesgo de hambruna.

El Sahel, frente a las costas de Canarias, y el Cuerno de África, son dos de los principales epicentros de la hambruna. Más de 35 millones de personas tienen dificultades para acceder a una alimentación básica en estas dos regiones, golpeadas especialmente por la sequía más grave de las últimas cuatro décadas y por una subida sin precedentes de los precios de los alimentos a causa de la guerra en Ucrania. Las Naciones Unidas advirtieron esta semana de que la Humanidad se acerca a un punto de no retorno para poder ayudar a estas víctimas del hambre. Ante este alarmante escenario, el organismo internacional solicitó financiación para hacer frente a la crisis alimentaria, salvar vidas y ofrecer a la población alternativas de supervivencia para los próximos meses. La ONU teme que en cuestión de semanas se multiplique el número de personas en riesgo inminente de hambre, causando muertes, una ola de flujos migratorios y conflictos por los pocos pastos que quedan. 

La falta de lluvias tiene especial impacto en Somalia y Etiopía. La sequía se ha visto agravada por el fenómeno La Niña y ha diezmado las reservas económicas, los rebaños y la salud de las personas en esta región, principal factor tras las cifras de hambre, a pesar de que la región es una de las que menos contribuye al cambio climático.

Las oenegés Oxfam Intermón y Save the Children han denunciado que una persona muere de hambre cada 48 segundos en el Cuerno de África. Su informe Un retraso peligroso: el precio de la inacción, alerta de que casi medio millón de personas en Somalia y Etiopía viven en condiciones cercanas a la hambruna, mientras que 3,5 millones de personas se encuentran en una situación de hambre extrema en Kenia, con unos fondos insuficientes para hacer frente a la situación. A pesar de que las señales de alerta son cada vez más claras, a juicio del director general de Oxfam Intermón, Franc Cortada, la respuesta de los líderes mundiales es «lamentable: demasiado tardía y demasiado escasa, dejando a millones de personas en una situación catastrófica». 

La ONU aumenta en 28,5 millones sus fondos para paliar la crisis alimentaria en Malí, Níger y Chad

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Hasta ahora sólo se ha cubierto el 2% de los 4.400 millones de dólares reclamados por Naciones Unidas para estos estados, que en 2017 recibieron 1.800 millones de dólares en fondos de emergencia. «Los países pueden movilizar recursos para evitar el sufrimiento humano, pero solo si así lo desean. El hambre es un fracaso político», subrayó Cortada. La ONU anunció este jueves una partida de 28,5 millones para tratar de combatir el hambre en el Sahel y responder a las necesidades urgentes de países como Níger, Malí, Chad y Burkina Faso. A lo largo de este año, el Fondo Central para Emergencias de Naciones Unidas ha dedicado a alimentación en esa región más de 90 millones. Si bien el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, reconoció que esta ayuda es «una gota en el océano».

Por su parte, el director general de Save the Children, Andrés Conde, señaló que existen «cifras terribles de desnutrición severa» y prevé que cerca de 5,7 millones de niños y niñas padecerán desnutrición aguda a finales de este año. Esta situación puede dejar a casi una generación en una situación de extrema vulnerabilidad ante todo tipo de enfermedades. La falta de alimentos acarrea una serie de consecuencias físicas en la infancia, con efectos sobre el sistema inmunológico, y paraliza el desarrollo cognitivo de los menores, algo que es irrecuperable en una edad posterior.

Cada 48 segundos muere de inanición una persona en Somalia y Etiopía, el Cuerno de África

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La guerra en Ucrania ha sido un muy duro golpe para estas regiones, que importan el 90% de su trigo desde Ucrania y Rusia, dos países considerados el granero del mundo. La invasión rusa ha inflado hasta un 30% el precio de productos básicos en muchos lugares de África y Oriente Medio y ha obligando a las agencias humanitarias a recortar sus programas de apoyo alimentario. El director de Save the Children apunta que «no es insensato decir que muy probablemente la mayor parte de las muertes que genere esta guerra no van a ser en el conflicto armado, sino por el hambre que va a provocar en muchos otros países». Los conflictos internos y el impacto económico derivado de la pandemia de la covid durante más de dos años completan la tormenta perfecta de esta preocupante situación.

La hambruna deriva en la activación de los flujos migratorios internos y hacia Europa, en muchas ocasiones a través de Canarias. Por esto, durante su intervención en el Consejo de Seguridad de la ONU, puso el foco en que más del 80% de los migrantes del mundo se mueven entre países de manera segura y ordenada, pero la migración no regulada, «el reino cruel de los traficantes», continúa teniendo un coste terrible. «Miles de migrantes aún mueren cada año en busca de lo que todos perseguimos: oportunidad, dignidad y una vida mejor. Debemos hacer más para evitar la pérdida de vidas, como un imperativo humanitario y una obligación moral y legal», advirtió el máximo responsable de las Naciones Unidas.

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