Sobre el tablero de las guerras modernas no solo se mueven balas, misiles y tanques. Los conflictos del siglo XXI se desarrollan bajo amenazas híbridas, que combinan los ataques convencionales con acciones hostiles que buscan desestabilizar al enemigo. Ciberataques, terrorismo, campañas de desinformación, contaminación política, aislamiento económico o presión migratoria son algunas de las armas que se suman a los enfrentamientos entre países. Precisamente estos peligros son los que preocupan a España, que lleva años reclamando a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que se refuerce en su flanco sur para hacer frente a los peligros de este tipo que llegan desde el continente africano. En la próxima cumbre de la Alianza, que se celebrará los días 29 y 30 de junio en Madrid, el Gobierno de España pondrá sobre la mesa la posibilidad de desplegar efectivos de la OTAN frente a África, lo que señala a Canarias como un enclave estratégico. 

Desde el Archipiélago se ha alzado la voz para rechazar la posibilidad de militarizar las Islas. No obstante, ante un equilibrio geoestratégico cada vez más volátil, sí se apuesta por convertir la región en un valioso territorio para la inteligencia de la OTAN, desde donde poder monitorizar lo que ocurre en África Occidental y en la región del Sahel, ubicada a menos de 200 kilómetros de las costas isleñas y que incluye zonas de Mauritania, Senegal, Malí, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Chad, Sudán, Eritrea y Etiopía. 

España lleva a la Cumbre de Madrid la necesidad de estar preparados ante las amenazas híbridas

Las fuerzas políticas canarias coinciden en la necesidad de aumentar la seguridad en la frontera sur de la Alianza, pero descartan que eso signifique instalar portaaviones o bases militares en la comunidad autónoma. Así, Canarias pasa de su «no a la OTAN» en el referéndum celebrado en 1986 a alinearse sin ambages con la defensa del flanco sur. En la década de los 80, el Archipiélago vivió un importante movimiento antimilitarista y se convirtió en una de las cuatro comunidades autónomas españolas –junto a Cataluña, Navarra y País Vasco– que rechazó la permanencia del país en la Alianza Atlántica.

Las Islas defienden la necesidad de aumentar el seguimiento que se hace de los países más próximos al Archipiélago, para facilitar una rápida respuesta ante potenciales amenazas. La OTAN cuenta desde 2017 con un centro de inteligencia en Nápoles que recoge y analiza información procedente de diferentes fuentes para mejorar el conocimiento de la situación en el norte de África, el Sahel y Oriente Próximo. Además de la vigilancia, entre las funciones de este hub se incluye evaluar el marco de adaptación de la organización ante los desafíos procedentes del sur.

Ucrania como telón de fondo

En el encuentro que mantendrán los jefes de Estado de los países miembros de la OTAN la próxima semana en la capital española se aprobará el nuevo concepto estratégico del organismo, que fijará sus prioridades políticas y operativas para la próxima década. Con la invasión rusa a Ucrania como telón de fondo, cabe esperar que la hoja de ruta que se trace gire en torno a los objetivos de defensa y disuasión en la Europa del Este. Después de que los misiles rusos comenzaran a atacaran ciudades ucranianas el 24 de febrero, se reabrió el debate en Suecia y Finlandia sobre la necesidad de entrar a formar parte de la Alianza Atlántica. Ambos Estados han solicitado formalmente su ingreso, pero esta depende todavía de que Turquía levante un bloqueo que mantiene por la mala relación de ambos países nórdicos con miembros de las milicias independentistas kurdas. También está previsto que en la Cumbre de Madrid se aborde la necesidad de incrementar la inversión en defensa y se debatirá sobre cómo modernizar la OTAN.

Con estos cuatro grandes retos en la cartera, es previsible que los miembros de la Alianza descarten desviar su mirada al este para fijarse especialmente en el sur. Hasta el momento, en el seno de la OTAN no ha habido mucho apetito por diversificar fuerzas y recursos, ya que la esencia de su origen es proteger a Occidente de Rusia. 

España lleva años esforzándose para lograr que la Alianza se interese por los desafíos que llegan desde África. Ya en la Cumbre de Gales, celebrada en 2014, el entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y su ministro de Defensa, Pedro Morenés, solicitaron que se tuvieran en cuenta los retos que llegaban desde el flanco sur. Desde entonces, los ministros posteriores han sostenido una estrategia de presión, pero la batalla se ha librado en solitario, con apoyos puntuales de Portugal e Italia. Sin embargo, Francia nunca ha visto con buenos ojos que la OTAN juegue un papel determinante en el norte de África. 

Apoyo internacional

El gobierno español insistirá durante la próxima cumbre en la necesidad de incluir la protección del flanco sur en el nuevo concepto estratégico, para que incorpore planes de respuesta ante desafíos como el terrorismo o las mafias migratorias. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ha mantenido en las últimos meses reuniones con sus homólogos de Francia, Italia y Portugal para recabar apoyos en la defensa del flanco sur y en la necesidad de estar preparados ante las nuevas amenazas híbridas. «Se puede desestabilizar la seguridad de un país poniendo a 15.000 soldados en sus fronteras, pero también con 15.000 inmigrantes irregulares», señaló Albares tras su encuentro en Roma con el ministro italiano de Exteriores, Luigi Di Maio, el pasado mayo.

Imagen de las maniobras militares Gruflex-18 en aguas de Canarias. Juan Castro

Existe un grieta a la que España se puede agarrar para llamar la atención sobre los problemas del sur. La creciente presencia de Rusia en África y su cada vez más estrecha relación con los gobiernos de las inestables democracias del continente. La expansión del grupo paramilitar Wagner en países como Malí o República Centroafricana contribuye a dilatar los tentáculos del Kremlin. La presencia de estos mercenarios rusos empujó a Francia a salir de Malí y abandonar la operación Barkhane, con la que llevaba una década haciendo frente al yihadismo. Ante el incremento de la inseguridad en el país, la Unión Europea (UE) también optó por desplazar a sus tropas hacia otras regiones. Con París y Bruselas fuera de juego, si la OTAN no tiene presencia en la zona, los rusos podrían aprovechar la ocasión para ocuparán ese vacío.

Falta de capacidad

La violencia extrema que emplea el grupo Wagner contra la población cuenta con total impunidad. Ningún organismo controla sus actuaciones y carecen de cualquier código ético. En los últimos meses han perpetrado matanzas en las que han asesinado a centenares de civiles en pequeñas localidades de Malí, como Moura. Rusia pretende afianzar su expansión en África con la mediación de este grupo paramilitar, acusado de crímenes de guerra y violación de derechos humanos en todos los países donde se ha desplegado. Los Wagner cobran su colaboración militar a través de contratos de extracción de minerales.

Los problemas enquistados en África –pobreza, guerras civiles, terrorismo yihadista, golpes de Estado o migraciones forzosas– requieren una intervención que va mucho más allá de lo militar y eso queda lejos a la Alianza Atlántica. Una organización de defensa, misiles, inteligencia, satélites, soldados… El problema no es solo de voluntad, sino de capacidad.

Escenario para ensayos

A esto se suma que la OTAN no es bienvenida en la zona. Países como Argelia –una potencia regional y aliada de Rusia– no olvidan cómo Occidente intervino en Libia. Un país roto tras el derrocamiento de Muamar el Gadafi. No obstante, para llenar este vacío hay actores y organizaciones regionales como la Unión Africana, que tiene misiones de paz, o la fuerza antiyihadista del G-5 del Sahel, recientemente abandonado por Malí tras serle negada la presidencia de la organización. La junta militar maliense acusó a «fuerzas exógenas a la región» de estar bloqueándoles, en lo que parece una clara alusión a Francia, su antigua metrópoli.

La inmigración, el terrorismo o la ciberseguridad son armas que pueden desestabilizar países

En mayo se cumplieron cuatro décadas del ingreso de España en la OTAN. 40 años en los que el país ha colaborado en 22 misiones con más de 125.000 hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas. Actualmente están desplegados casi 1.400 militares en operaciones bajo bandera de la Alianza. Unidades militares de las Islas como el Regimiento de Infantería Canarias 50 han participado en numerosas intervenciones internacionales dispuestas por la OTAN. El Archipiélago, como parte del flanco suroeste, tiene una ubicación privilegiada por ser nexo entre tres continentes y estar en las proximidades de uno de los principales flujos de transporte marítimo y aéreo hacia Europa y el Mediterráneo.

En Canarias hay un militar por cada 145 habitantes, según el último informe del Centro Delàs de Estudios por la Paz, un dato que convierte a las Islas en la quinta región española con más presencia militar, solo por detrás de Madrid, Andalucía, Aragón y Castilla y León. En cuanto a superficie, en el Archipiélago hay más de 744.700 hectáreas dedicadas a maniobras militares y más de 50 kilómetros cuadrados declarados zonas de interés de Defensa, con lo que en esos espacios predomina el uso castrense, prohibiendo a las administraciones públicas civiles su ocupación. Pese al claro «no a la OTAN» que dio Canarias hace 36 años, se han convertido en lugar de entrenamiento habitual de tropas españolas y multinacionales, que ensayan en las Islas antes de su envío a Afganistán o a países africanos.

Amenazas desde la frontera sur

¿Qué riesgo percibe la OTAN en su flanco sur?

La expansión de grupos islamistas, la bomba de relojería que se gesta en el Sahel o la montaña rusa de las relaciones diplomáticas con países del norte de África alarman a los países miembros de la OTAN que limitan con el sur. Los ataques terroristas, las amenazas a la ciberseguridad, el uso político de los recursos energéticos o la migración irregular son algunos de los riesgos que provienen desde el flanco sur de la OTAN. Las amenazas procedentes de África reciben, hasta ahora, una atención marginal por parte de la Alianza Atlántica, que reconoce que estos riesgos son difusos e indefinidos, pero no por ello dejan de ser reales, especialmente para los países ubicados en la frontera.

¿Preocupa la presencia rusa en África?

La figura de potencias como Rusia y China en África es cada vez más fuerte. Las alianzas del Kremlin con los inestables gobiernos de países como Malí, República Centroafricana o Sudán son muy estrechas, llegando incluso a desplazar a Francia y a la Unión Europea, que han retirado sus tropas de lucha antiterrorista de la zona. Además, la creciente presencia en el continente de los mercenarios del grupo Wagner ayuda a Vladimir Putin a ganar peso militar y político en la región del Sahel, a menos de 200 kilómetros de Canarias.

¿Desde cuándo inquieta a España el flanco sur?

El origen de la insistencia española por involucrar a la OTAN en el flanco sur viene desde la Cumbre de Gales de 2014. El entonces ministro de Defensa, Pedro Morenés, y el presidente Mariano Rajoy solicitaron que se tuvieran en cuenta los retos de la zona para la seguridad de los países miembros. La Alianza creó un plan de preparación para la acción. 

¿Con qué apoyos cuenta España para lograr que la OTAN mire hacia el sur?

España mantiene desde hace ocho años una estrategia de presión en solitario, con apoyos puntuales de Portugal e Italia, pero nunca de Francia, que no ve con buenos ojos que la OTAN tenga un papel determinante en el norte de África.

Marruecos: ¿aliado rearmado o vecino amenazador?

Marruecos ha protagonizando una espectacular escalada armamentística. Su afán es dominar la región y plantar cara a Argelia, con quien mantiene un enfrentamiento por el Sáhara Occidental. España ha contribuido a incrementar las tensiones tras el giro histórico sobre la antigua colonia, posiciónandose del lado marroquí. Si bien el viraje se debe a las coacciones ejercidas por Rabat a través de la presión de los flujos migratorios o el cierre de las fronteras con Ceuta y Melilla. Ahora, Argelia muestra su malestar amenazando con un corte energético. Los altibajos en las relaciones con los vecinos del sur son un riesgo que España llevará ante la OTAN, aunque sin mencionarlos directamente para no tensar más el ambiente.

40 años de historia

1981-1982: Adhesión y dudas

En 1981, el Congreso de los Diputados aprueba el inicio de la adhesión de España a la Alianza Atlántica. Un deseo que se materializa en junio del 82. En diciembre de ese mismo año, tras el triunfo del PSOE en las urnas, el Ministerio de Exteriores anuncia su intención de paralizar el proceso de adhesión.

1986: Referéndum

El pueblo español aprueba la permanencia en la Alianza con el 56,85% de los votos. Canarias fue una de las cuatro comunidades que dijo «no».

1988 - 1991: Modelo español

España presenta su propuesta de contribución a la Alianza, que combina la no integración militar con una activa participación. En 1991 se aprueba el concepto estratégico de la OTAN, en el que no se habla de amenazas sino de riesgos.

1992-1994: Debut en los Balcanes

La Armada Española participa por primera vez en una operación de la OTAN en el Adriático, en 1992. 

1995: Javier Solana

El socialista Javier Solana es nombrado secretario general de la Alianza Atlántica.

1996-1997: Plena participación

Con la llegada de José María Aznar a La Moncloa, el Congreso aprueba la plena integración de España en la Estructura de Mandos de la OTAN. En julio de 1997, Madrid acoge la 15ª Cumbre de la Alianza.

1999-2011: De Kosovo a Afganistán

España envía 1.200 soldados a la operación de la OTAN en Kosovo. Después llegaron las misiones antiterroristas en respuesta al 11-S y Afganistán.

2011-2013: Rota y Torrejón

La base de Rota se integra en el sistema de defensa antimisiles de la Alianza. Se inaugura en Torrejón el Centro de Operaciones Aéreas Combinadas de la Zona Sur de la OTAN, que vigila el espacio aéreo de Canarias.

2022: Ucrania

Tras la invasión rusa de Ucrania, España refuerza con 157 efectivos su presencia en Letonia; envía doce cazas a Lituania y Bulgaria; y despliega dos buques en el Mediterráneo.