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De pastor de cabras a yihadista arrepentido

Casa África inaugura la exposición 'Las tres fronteras' del periodista José Naranjo y el fotógrado Juan Luis Rod, que muestra la dura realidad del Sahel con testimonios de los desplazados

Juan Luis Rod, fotoperiodista y uno de los autores, junto al periodista José Naranjo, de la exposición 'Las tres fronteras', en Casa África. Juan Carlos Castro

Houceini, un pastor de cabras de la etnia peul de la región de Tillabéri en Níger, fue yihadista durante dos años y logró salir del grupo terrorista porque no había cometido delitos de sangre. Casado y con cuatro hijos, de 46 años, vive hoy en una casa de acogida en Niamey, capital de Níger, dentro del programa de rendición del Gobierno nigerino para yihadistas arrepentidos. El Sahel se ha convertido en el epicentro de conflictos internos azotados por el yihadismo. Países como Mali, Níger y Burkina Faso, conocida como la zona de las tres fronteras, viven con desolación esta situación que ha provocado, en los últimos diez años, unos 25.000 muertos y un éxodo de más de tres millones de personas que han huido de sus hogares, además de que miles de colegios y centros de salud estén cerrados y cultivos y el pastoreo abandonados.

Houceini es un claro protagonista de la exposición Las tres fronteras en Casa África, en Las Palmas de Gran Canaria, que se puede visitar hasta el 16 de septiembre, un proyecto que nace de la mano del periodista canario José Naranjo y el fotógrafo freelance Juan Luis Rod, que estuvieron en estos tres países desde 2019 hasta el 2021 documentando la dura realidad en el Sahel, donde "se están produciendo masacres, asesinatos y violaciones de derechos humanos", afirma Naranjo. De hecho, la misión de Naciones Unidas en Malí anunció ayer lunes una investigación sobre las circunstancias de la muerte de 132 personas por parte de milicianos yihadistas en ataques que tuvieron lugar durante el fin de semana en Mali. Las autoridades locales describieron una matanza perpetrada la noche del sábado al domingo por hombres armados en Diallassagou y en otras dos aldeas del círculo de Bankass, uno de los principales focos que ensangrienta el Sahel desde hace años.

Este martes ambos profesionales inauguraron la muestra junto al director general de Casa África, José Segura, quien expuso que refleja "situaciones de inestabilidad política, social y violencia" junto a "una colosal hambruna" y un cambio climático que "trae consigo sequía y desertización".

El conflicto que comenzó en el norte de Mali en 2012, hoy se extiende por dos terceras partes del país, ha entrado de lleno en Burkina Faso y el Oeste de Níger, y amenaza con alcanzar Togo, Benin y Costa de Marfil. En este difícil contexto, grupos yihadistas han logrado asentarse principalmente en las zonas rurales y plantar cara a Estados que no han sido capaces de detener el avance de los radicales.

Una moto, dinero y un rifle

Houceini no fue a la escuela. No sabe leer ni escribir. A los 10 años comenzó a conducir el ganado de su padre y en la época de las lluvias cultivaba los campos, como todos en Bibi Yorgo, su pueblo natal. Llegaron incursiones de yihadistas del norte de Mali a su comunidad, y por su difícil situación económica optó por colaborar con el Estado Islámico del Gran Sáhara (EIGS). Le dieron una moto, dinero en efectivo y un rifle, y "pasó de ser nadie en su aldea a tener un estatus", cuenta Juan Luis Rod.

Houceini nunca participó en un ataque y no tiene las manos manchadas de sangre, pues solo era el suministrador del grupo y se dedicaba a vender sus animales en el mercado o conseguirles gasolina. Las cosas se pusieron feas. Empezó a sentir miedo porque cada vez le pedían que hiciera más por la causa, así que tras oír hablar del programa atención nacional de la rendición que el Gobierno nigerino aprobó en 2017 para los arrepentidos de Boko Haram decidió acogerse y dejar el terrorismo. Ahora vive en Niamey y recibe formación porque en la capital, un pastor sin estudios, tiene pocas posibilidades.

Esta es una de las historias a las que han puesto cara y nombre estos dos profesionales, Naranjo y Rod, como a los niños que muestran en las escuelas en los campamentos de refugiados y desplazados donde las condiciones son extremadamente duras por la escasez de agua, viviendo en descampados, entre basura, en tiendas de campaña o prácticamente a la intemperie. En estos países las mujeres tienen una media de siete hijos. También la exposición pone el acento en la desaparición del turismo en las ciudades malienses de Sevaré y Mopti.

Boucha Wallet, una tuareg de Mali, es otro de los rostros de esta exposición. En 2012 huyó de su aldea con su padre anciano y sus dos hijas a un campamento de refugiados de Burkina Faso por el conflicto en su país. Ahora cuida a sus seis nietos en este campamento que recientemente también ha sido atacado por los yihadistas. Cuando contó su historia el techo de su chabola o caseta no existía por una tormenta.

El periodista José Naranjo, insiste en que la problemática del Sahel es "clave para entender lo que pasa en África" y esas realidades "no se están contando como debieran", afectan "a miles de personas víctimas de una violencia desatada y una crisis humanitaria que avanza rápidamente". Este lugar del mundo "no ocupa titulares de prensa y debe tener más presencia", sentencia. Juan Luis Rod también es taxativo. "Para entender un conflicto tan complejo hay que volver y volver, y hoy este problema es más actual que nunca, con matanzas frecuentes como la de ayer (el lunes) de Mali" y que evidencia que el Sahel "nos debe concernir a todos porque África es la gran olvidada" y con esta exposición "queremos seguir dándole visibilidad porque nos afecta más de lo que pensamos".

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