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Rabat frena las expectativas canarias sobre la mediana marítima

Las delegaciones española y marroquí sólo se han reunido una vez sin aclarar aún ni metodología, ni calendario de contactos

José Manuel Albares, en su visita a las Islas el pasado mayo con el presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres | | MARÍA PISACA

Marruecos ha empezado las negociación sobre la mediana marítima con Canarias con el freno de mano activado. La hoja de ruta entre España y el país vecino para negociar la delimitación de los espacio marítimos entre los dos países en la fachada atlántica frente al Archipiélago, especialmente la frontera de aguas entre las costas de las Islas y las del continente africano, va a prolongarse por mucho tiempo a juzgar por la lentitud con la que está comenzando este proceso largamente aplazado desde la última vez que se abordó hace quince años. Los gobiernos de Madrid y Rabat no están convencidos aún sobre el marco en que tiene que producirse esa negociación y parecen estar tanteándose antes de fijar unos objetivos claros, una metodología precisa y un calendario realista para poder iniciarla de forma efectiva.

Hasta la fecha, el grupo de trabajo que ambos países acordaron crear para este asunto, tras la firma el pasado 7 de abril de un acuerdo que dio paso a una nueva etapa de relaciones bajo la premisa de que España apoyaba el plan autonomista marroquí para el Sáhara Occidental, solo se ha reunido una vez, el pasado 28 de junio, un contacto al que no cabe darle el carácter de negociación. De contenido muy preliminar y con representación por ambas partes de nulo perfil político, esa reunión no ha servido aún para establecer ni un mínimo de condiciones sobre las que abrir el diálogo.

En ella se deberían haber avanzado sobre al menos dos de los elementos en juego de la negociación: la metodología de la misma, y un calendario aproximado de contactos. Incluso en el caso de un reconocimiento mutuo de que el proceso va a ser largo y complejo, el mensaje desde Madrid y Rabat debería haber alimentado la idea de que la negociación se había puesto en marcha y que ambas partes asumían un horizonte temporal comprensible. Nada de esto ocurrió tras ese primer encuentro en Madrid entre las dos delegaciones, que se saldó sin comunicado ni información alguna de forma directa por ninguna de las partes, y con la sensación de que con él únicamente se trataba de no dejar en mal lugar al ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares.

El jefe de la diplomacia española había anunciado a bombo y platillo en abril que el grupo hispano-marroquí para abordar esta cuestión, fijada en el punto número seis del acuerdo firmado por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en Rabat tras entrevistarse con Mohamed VI, se pondría en marcha de manera inmediata, dando alas a la hipótesis de un acuerdo a medio plazo que parece estar lejos de ser una realidad.

Fuentes del ministerio señalan sin embargo que el objetivo inicial está logrado porque se han sentado las bases para la puesta en marcha de los distintos grupos de trabajo creados en los tres ámbitos en que se supone que la delimitación de aguas tiene incidencia, el del propio trazado de la mediana, el que afecta a las cuestiones pesqueras, y el de seguridad, transporte y medio ambiente. Son los tres ámbitos en los que trabajo en la anterior ronda negociadoras hace 15 años Pero lo cierto es que los marroquíes no han dado aún las más mínima pista sobre si aceptan este planteamiento, ni sobre el calendario negociador y sobre los plazos para abordarlos.

Una de las cuestiones que están retardando el arranque de la negociación es el contexto internacional, sobre todo por la crisis diplomática entre España y Argelia en relación al cambio de posición española sobre el Sáhara. En este sentido, el riesgo de que el trazado de la mediana o la delimitación de la plataforma oceánica continental entre Madrid y Rabat, con el aprovechamiento de los recursos marinos en el subsuelo en debate, pueda afectar a las aguas saharauis tendría consecuencias en ese ámbito. Aunque el Gobierno español ha dejado claro que no aceptará ninguna propuesta marroquí que ponga en cuestionamiento el carácter internacional de esos espacios que Marruecos considera bajo su gestión o incluso soberanía, el temor a un recrudecimiento de la crisis con Argelia obliga moverse con pies de plomo en esta negociación. Además, cunde la sensación de que la guerra en Ucrania y sus efectos económicos y en la geopolítica internacional, y los movimientos estratégicos de Rusia en África subsahariana y especialmente en el Sahel no favorecen en absoluto un escenario de avances.

Tampoco el contexto español es favorable a una dinamización del proceso, lo que impide al Ejecutivo central poner toda la carne en el asador en aras de un impulso inicial antes de alcanzar una velocidad de crucero satisfactoria. Para el Gobierno español, una vez amainada la tormenta que supuso el giro sobre el Sáhara, la clave de las relaciones con Marruecos la constituye sus efectos sobre el control de los flujos migratorios desde África, dejando en un plano muy inferior la cuestión de las aguas.

Además, la situación económica y social por la guerra de Ucrania y la lucha contra los efectos de la inflación dominan todo el escenario político. Marruecos, por su lado, observa la incertidumbre política que planea sobre España tras las elecciones generales de finales de 2023 como un elemento distorsionador. Un posible cambio de gobierno seguramente llevaría la negociación al punto de partida y en ese caso todo dependería de si habría un nuevo giro en las posiciones españolas sobre la excolonia.

Por unas u otras razones, la percepción en la parte española, sobre todo en Canarias como territorio afectado por este proceso, es que Rabat no ve este asunto como una prioridad y que España se verá obligada a presionar para intentar avanzar en unos términos que no frustre las expectativas creadas por el ministro. Cabe recordar que Albares defendió desde el principio la reapertura de la negociación para el trazado de la mediana con Canarias como uno de los argumentos a favor del nuevo acuerdo de relaciones con Marruecos. En la reunión del 28 de junio en Madrid, ambas delegaciones estuvieron representantes por personas de perfil muy técnico, acorde con el carácter que desde Exteriores se daba a ese encuentro. No trascendió la identidad de los marroquíes, mientras que la de los representantes españoles se limitó a sendas direcciones generales, la de Diplomacia Económica, y la del Magreb, Mediterráneo y Oriente Próximo, que dirigen respectivamente Ana Esmeralda Martínez y Alberto Ucelay. El ministerio reconoce que la negociación va a ser compleja y que para llegar a buen puerto ésta tiene que desarrollarse fuera del foco público.

El limitado papel de la representación canaria

Canarias sigue todo este proceso sin saber hasta dónde conseguirá incluir los aspectos de la mediana que le interesan, sobre todo para que se respeten sus competencias en la materia reconocidas en el nuevo Estatuto de Autonomía. Parece claro ya que ninguno de los dos representantes designados, Julio Pérez, consejero de Presidencia y Justicia, y José Miguel Ruano, letrado del Parlamento de Canarias y exdiputado de CC y experto en la aplicación estatutaria, estarán sentados en la mesa diplomática y que se limitarán a presentar los postulados y pareceres del Gobierno de Canarias en la comisión interministerial creada para coordinar toda la acción del Ejecutivo central y de Exteriores. Julio Pérez y José Miguel Ruano contarán con el apoyo de la comisión de expertos y académicos elegida por el Ejecutivo regional y que ya preparan documentos para hacer valer las posiciones e intereses del Archipiélago, aunque con un horizonte poco claro sobre la dinámica de trabajo ante el enfriamiento marroquí de las expectativas de negociación. En este marco, una de las preocupaciones canarias, y también del ministerio de Albares, es hasta qué punto Marruecos está dispuesto a aceptar que la mediana se debe trazar bajo la premisa de la «equidistancia» respecto a las costas de cada uno de los lados, o insistirá en la idea de la «equidad» en la que cuenta el número de kilómetros afectados, muchos más en la costa marroquí que en la canaria.

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