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Parada técnica para saludar al presidente

Muchos curiosos se acercaron ayer a La Mareta al descubrir que Sánchez iniciaba sus vacaciones

Sonsoles Díaz y su familia enfrente de La Mareta, Lanzarote. | | JOSÉ CARLOS GUERRA

Mucho movimiento policial, un aluvión de periodistas y una sospecha: «aquí pasa algo seguro». Fueron los ingredientes que llevaron a la familia de Sonsoles Díaz a pausar su paseo en bicicleta por la costa de Teguise para informarse de lo que ocurría ayer a mediodía en La Mareta. Y sus sospechas no se alejaban de la realidad, Sonsoles y su familia pasaron delante de la residencial vacacional del presidente de España justo el día que Pedro Sánchez aterrizó en Lanzarote.

«Una de mis hijas me dijo que coincidíamos con él en la isla, pero no sabía que lo teníamos tan cerca», apuntó ayer Sonsoles cuando aparcó su bicicleta de alquiler justo delante de la que durante estos días será la casa del líder del Ejecutivo central. Y al descubrir las instalaciones esta familia madrileña no pudo evitar alabar el «buen gusto» de Sánchez. «Jolines vaya casona», exclamó una de las hijas de la familia al descubrir las dimensiones de la parcela. «Es un sitio privilegiado, pero entiendo perfectamente el secretismo y la necesidad de venir en avión privado», apuntó Sonsoles sobre las vacaciones del presidente.

Muchos curiosos

Lo cierto es que los miembros de esta familia madrileña no fueron los únicos en pararse junto a La Mareta a curiosear. Varios grupos de turistas extranjeros aprovecharon el paseo por la zona para fotografiar la casa y el trasiego de vehículos que se dio durante toda la mañana. Algunos jóvenes ingleses en patineta se pararon a preguntar por el «protagonista de la jornada» y se sorprendieron por la «escasa» seguridad visible en el exterior de la casa.

También hubo grupos de ciclistas residentes que sin bajarse de la bicicleta solo se pararon para confirmar la llegada del presidente. E incluso hubo algún corredor que aprovechó la cercanía y la velocidad para hacerle reproches a Sánchez. «A ver si es verdad que en la casita esta se pone el aire acondicionado a 27 grados», gritó uno de ellos cuando se encontró a pocos metros de La Mareta.

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