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Beatriz Mesa Periodista y doctora en Ciencias Políticas

Beatriz Mesa: «No habrá paz en Malí sin negociar con los grupos armados»

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Beatriz Mesa Juan Carlos Castro

La periodista y doctora en Ciencias Políticas Beatriz Mesa (Cádiz, 1982) presentó en Casa África su libro ‘Los grupos armados del Sahel’, en el que estudia la evolución de las organizaciones armadas insurgentes (yihadistas y secesionistas) en el norte de Malí. La obra analiza la relación de estos grupos con las bandas criminales que fortalecen su economía con el tráfico de drogas y con la industria de los secuestros.

¿Quiénes son los grupos armados del Sahel y cuáles son sus objetivos?

Se dividen entre los nacionalistas y los yihadistas. Independientemente de su ideología, su objetivo no es imponer sus ideas. Su propósito es el control territorial, para lograr poder político y económico, que está relacionado con el tráfico de drogas o de armas y con la industria de los secuestros. Estos grupos armados son ya estructuras sólidas y se han sofisticado con el tiempo, gracias a su participación en negocios criminales. Así, han logrado imponerse en la región de Azawad, en el norte de Malí, separarla del resto del país. Los resultados de Francia tras una década de intervención militar en Malí, son muy malos. No solo no se ha devuelto la unidad territorial al país, sino que los grupos armados han conseguido el control del norte.

¿Cómo se abonó el terreno para que estos grupos se instalen en el Sahel?

Son actores locales. Tuaregs, árabes o élites políticas y militares que tienen legitimidad popular, porque son originarios de la zonas. Hablamos de tribus árabes con conexiones de sangre con el norte de Malí Argelia y Mauritania. No existen fronteras para ellos. La cuestión de fondo son las luchas de poder entre facciones. El yihad y los movimientos yihadistas en el Sahel han logrado erosionar estructura social y política, borrar las instituciones y aniquilar al Estado. No obstante, el problema de Malí no es el yihad, es la economía criminal sin control.

¿Con qué infraestructuras, recursos y apoyos cuentan?

Cuentan con mucho dinero para. Estos grupos han instalado en el norte de Malí un Estado paralelo con su propios recursos económicos con los que construyen pozos y carreteras y abastecen de alimentos a la población. Ahora mismo gestionan el norte de Malí, algo que la población reivindicaba desde hace tiempo, porque se sentía excluida de la gestión de Bamako.

¿Francia y Europa, con su presencia militar en la zona, no fueron capaces de frenar esta situación?

Estos grupos armados protagonizaron la crisis de 2012, que detonó la intervención de Francia y Europa, que no dio resultados en diez años. El golpe de Estado de Malí fue apoyado por la población, que se siente más insegura que nunca y tiene un sentimiento de hostilidad hacia Francia. Azawad ahora no es la fuente de conflicto, porque ha quedado neutralizada por los grupos armados, que proporcionan su propia seguridad, pero su afluencia se ha propagado hacia el centro de Malí. Níger es ahora el nicho de actuación francés y se ha convertido en el nuevo laboratorio de la seguridad saheliana.

También hay una fuerte presencia de Estados Unidos en la región...

Estados Unidos está en la zona incluso antes que Francia. Emprendió una labor importante en la lucha preventiva contra el crimen organizado y el terrorismo. Sin embargo, su inversión y el despliegue de efectivos militares estadounidenses durante años no sirvió de nada. Aquellos fueron formados por Estados Unidos recurrieron a las armas contra el Estado maliense y eran actores de las redes de la economía criminal.

¿Qué consecuencias tiene para la población cohabitar con estos grupos armados?

La población fronteriza entre Níger y Malí está muy impactada por la violencia. Esto les obliga a buscar refugio fuera, con lo que hay miles de desplazados, generando hambruna e inseguridad alimentaria. Algunos no tienen opción y se integran en estos grupos, porque son extorsionados. Si renuncian a colaborar o a entrar en las filas terminan degollados.

¿La presencia de Rusia y de los mercenarios del grupo Wagner en Malí da alas a estos grupos?

Para Malí, Francia no es fiable. Cuando la eliminamos del escenario e incorporamos a Rusia, que ha sido un socio estratégico para el país, surge la pregunta sobre cómo va a ayudar Moscú a devolver a Bamako el control del norte del país. Es una incógnita saber si Rusia intervendrá exclusivamente a través de los Wagner o se plantea tener presencia de sus cuerpos de seguridad.

¿La influencia rusa en Bamako estabiliza o agita el país?

Ningún operador internacional ha ayudado a apaciguar el Sahel. Estamos ante unos niveles de violencia y de inestabilidad muy elevados. Existe una transnacionalización de la violencia, a pesar de las intervenciones internacionales que se han producido. Tenemos que ver si somos capaces de alcanzar nuevos espacios de paz ahora que se están desarrollando estrategias de seguridad en el teatro geopolítico. No habrá paz en Malí sin negociar con los grupos armados, tanto con los que llevan la bandera de yihad como los de la bandera secesionista.

¿Desde la Unión Europea se puede hacer algo para favorecer ese diálogo?

Francia se niega a que Malí y sus antiguas colonias negocien con los grupos armados, porque mantiene una visión neocolonial. La pregunta es si a Francia le interesa llevar la paz a Malí. La Unión Europea está congelada en el Sahel. Además, tiene un problema, porque tiene que alinearse con Francia y replantearse su futuro en la región.

¿Pone en duda el interés de Francia en llevar la paz al Sahel?

Sí, por la hiperintroducción de violencia y por no devolver la integridad territorial a Bamako. Quizá neutralizar a los grupos armados y no abatirlos fue parte de una estrategia que convierte a estas organizaciones armadas en pretexto para dar continuidad a un proceso neocolonial.

¿Qué papel juegan estos grupos en la ruta canaria de la inmigración?

Cuando un convoy con migrantes pasa por una zona controlada por estos grupos armados siempre hay una transacción económica. Las migraciones tienen un gran impacto en la economía de las naciones del Sahel y de los estados africanos. Se mueve mucho dinero a través de la clandestinidad. Impedir la movilidad no ayuda a luchar contra el tráfico ilegal de personas.

¿Existe peligro de que miembros de estas organizaciones lleguen a Canarias como migrantes?

La actividad de estos grupos está relacionada exclusivamente por cuestiones domésticas. Ni les importa Europa ni les importa Canarias. No tienen ningún interés en llevar la violencia a Europa.

¿Es posible que se produzcan nuevas oleadas de migrantes procedentes del Sahel empujados por la inseguridad?

Toda forma de conflicto, ya sea climatológico, alimentario, de carácter socioeconómico o político afecta a la movilidad. Hemos visto un aumento de las migraciones desde 2020 por conflictos que han surgido en la zona pero, sobre todo, por falta de seguridad alimentaria. También hay que tener en cuenta que cualquier conflicto en Europa afecta a África, como hemos visto con la guerra de Ucrania. Todo está encadenado. Vivimos en un mundo globalizado.

¿Cree que el viraje de España con respecto al Sáhara y las nuevas relaciones con Marruecos suponen un verdadero freno para la inmigración irregular?

No. No es asociable. Marruecos no se puede permitir ser el gendarme de Europa frente a un continente en plenitud de movilidad. Las migraciones forman parte de una dinámica que no tiene fin. Tendríamos que dejar de pensar en la externalización de las fronteras y poner el foco en las necesidades de los países de origen para evitar que la gente quiera abandonar sus casas.

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