La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Fiscalidad | Canarias pierde la exclusiva de la reserva para inversiones

Sánchez da la ‘RIC’ a Baleares pese al abismo que la separa de Canarias

Las islas mediterráneas tendrán en 2023 una reserva para inversiones con tanta semejanza con la canaria como diferencias existen entre ambos archipiélagos

Turistas británicos salen de la terminal de llegadas del aeropuerto de Tenerife Sur. | | CARSTEN W. LAURITSEN

«Solo nos parecemos en que somos islas». Lo advertía un dirigente de la patronal regional tras comprobar que los presupuestos generales del Estado para el próximo año incluyen un remedo de la Reserva para Inversiones en Canarias (RIC) en favor de Baleares. Desde el 1 de enero habrá también una RIB. Entre la preocupación del empresariado isleño –que incluso ha avisado que puede producirse una fuga de inversiones del Atlántico al Mediterráneo– y la tranquilidad del Gobierno autonómico –que ha minimizado las ventajas fiscales de la RIB por los límites que impone el régimen comunitario de ayudas de Estado y de funcionamiento, lo que en el fondo es otra cuestión– hay un claro punto intermedio: Canarias ha perdido la exclusividad de la reserva para inversiones –uno de los incentivos tributarios más potentes de su Régimen Económico y Fiscal (REF)– por concesión de Pedro Sánchez al Govern de la también socialista Francina Armengol.

Alrededor del 80% de la normativa que regula la RIB es un calco del artículo 27 del REF, que es el que aborda la Reserva para Inversiones en Canarias. Así lo aseguran los principales expertos en materia fiscal de la región, que incluso ven en la RIB algunos aspectos que desde aquí llevan varios años exigiéndosele –sin suerte– al Ministerio de Hacienda, como, por ejemplo, lo relacionado con la temporalidad de las inversiones anticipadas. Otra cosa, por más que esté relacionada y que se haya mezclado para bien o para mal, es que en la reserva balear, a diferencia de en la RIC, no caben las ayudas de funcionamiento, como tampoco es posible beneficiarse en una cuantía superior a los 200.000 euros –como norma general– en tres ejercicios. ¿Por qué? Pues porque Baleares ni es un territorio pobre de la Unión Europea ni es una Región Ultraperiférica (RUP). Canarias, en cambio, es una de las nueve RUP –territorios muy alejados del continente y con economías lastradas por distintos factores, básicamente por su pequeño mercado interior– y, además, es una comunidad pobre en términos de PIB per cápita. Por eso el tejido productivo de la Comunidad Autónoma sí tiene derecho a beneficiarse de ayudas de funcionamiento y no está limitado a esos 200.000 euros en tres años, en última instancia porque, en realidad, no se trata de un beneficio, sino de una compensación. En cualquier caso, el Govern ya hace tiempo que puso en marcha su maquinaria, en Madrid y en Bruselas, para que las islas, sean o no RUP, disfruten de esas excepciones para paliar los condicionantes de la ultraperiferia. Baleares ya tiene su RIB y ahora quiere que sus empresas puedan sacarle tanto jugo como las canarias le sacan a la RIC. Si eso ocurre, el llamado diferencial fiscal canario se verá, de facto, dañado. Madrid ya le ha dado una reserva para inversiones a una de las autonomías más ricas de España; queda por ver si Bruselas también accede a sus pretensiones y eleva los límites de las ayudas fiscales. La patronal viene insistiéndole al Ejecutivo de Ángel Víctor Torres en que debe moverse de inmediato en la capital comunitaria. Pase lo que pase, lo cierto es que los sistemas fiscales de ambos archipiélagos serán desde el 1 de enero un poco más semejantes, y eso mientras entre la situación socioeconómica de uno y otro archipiélago sigue existiendo una enorme brecha. Canarias tiene más paro, mucho más paro juvenil, una tasa de pobreza más alta, mayores ratios de pobreza severa, más hogares en dificultades socioeconómicas, un tejido empresarial más débil y limitado por un mercado interior muy pequeño... Y, sobre todo, la región es más pobre, sensiblemente más pobre que Baleares, cuya renta per cápita es superior a la media del país.

Población

En Canarias vive casi un millón de personas más que en Baleares. Son cerca de 2,2 millones en las islas atlánticas y poco menos de 1,2 millones en las mediterráneas. Es verdad que la superficie del archipiélago balear –4.992 kilómetros cuadrados– también es bastante inferior a la del canario –7.447–, pero aun así, la densidad de población es superior en este último –hay 301 habitantes por kilómetro cuadrado en Canarias y unos 244 en Baleares–. Aunque suele pasarse por alto, el fin último del REF y de los incentivos fiscales de que disfrutan las RUP y otros territorios de la Unión Europea (UE) es mejorar la vida de sus ciudadanos. Los 2,2 millones de canarios no reciben ventajas a través del fuero autonómico, sino compensaciones. Compensaciones porque desplazarse al territorio continental les cuesta más caro; porque aprovisionarse les cuesta más caro; porque el recibo de la luz les costaría mucho más caro de no ser por el REF; porque la internacionalización de sus empresas es una tarea titánica; o porque su pequeño mercado interior dificulta la generación de economías de escala y la captación de inversiones. Y para esto último, para promover la inversión empresarial, se concibe la RIC. Los negocios tienen la posibilidad de reservar –de ahí su nombre– hasta un 90% de sus beneficios no distribuidos para reinvertirlos en el Archipiélago y, a cambio, se libran de tributar por esa parte en el Impuesto sobre Sociedades. Se trata, por tanto, de estimular o promover la inversión y la reinversión en el territorio, con el objetivo último de que ello redunde en el crecimiento de las empresas y el empleo.

Población activa

La población activa –esa que integran quienes tienen trabajo y quienes buscan trabajo– comprende en Canarias a más de 1,15 millones de personas, frente a las poco más de 675.000 de Baleares. En las dos últimas décadas, la consolidación del turismo de masas como motor económico de ambos archipiélagos disparó la población activa hasta un 44,3% en Canarias y la friolera de un 62,3% en Baleares. Ambos casos son claros ejemplos de hasta qué punto la industria turística es intensiva en mano de obra, es decir, de hasta qué punto es capaz de emplear a muchas personas. Sin embargo, el efecto llamada de las oportunidades laborales –que se intensifica, y esto es algo que no puede obviarse, por el hecho de que los servicios en general y el negocio turístico en particular son actividades que no requieren una alta cualificación para muchos de sus puestos– se nota más en las islas mediterráneas que en las atlánticas. Y ello pese a que Baleares sigue concentrando su negocio turístico en la temporada veraniega, mientras que en Canarias la estacionalidad prácticamente ha desaparecido.

Población parada

La primera variable que da pistas claras sobre las distintas situaciones socioeconómicas de los dos archipiélagos es la población parada. Baleares y Canarias fueron las dos Comunidades Autónomas, con diferencia, que más sufrieron la crisis de la covid; no en vano desaparecieron los turistas. Literalmente. Hoy la primera industria de ambas regiones camina con paso firme hacia la recuperación, como en general sus respectivas economías, pero en las islas mediterráneas lo hace con una tasa de paro por debajo de los dos dígitos –9,29%– y en las atlánticas con un 17,76%, en ambos casos de acuerdo con la última Encuesta de población activa del Instituto Nacional de Estadística.

Ocupados

En cambio, claro, la tasa de empleo es en Baleares muy superior a la de Canarias: un 59,34% frente a un 48,66%. Así que en la autonomía mediterránea están ocupadas casi seis de cada diez personas en condiciones y edad de trabajar y menos de una de cada diez está en el paro. Aquí no llegan a la mitad quienes tienen un empleo y cerca de dos de cada diez están paradas.

Paro juvenil

Si la tasa de paro muestra notables diferencias entre ambas Comunidades Autónomas, la tasa de desempleo juvenil –entre los menores de 25 años– no solo profundiza en esas diferencias, sino que deja patente uno de los grandes problemas de Canarias. Hasta un 23% de los jóvenes baleares que quieren trabajar no puede hacerlo porque no encuentra dónde. Se trata de un porcentaje elevado –la media en la Unión Europea se situó al cierre de 2021 en el 14,9%– que no tiene una única explicación, sino que más bien es resultado de la combinación de distintas circunstancias: la alta temporalidad que caracteriza el sector servicios, la falta de sintonía entre la formación de los jóvenes y las necesidades de las empresas, la negativa a desempeñarse en determinadas actividades... Sea como sea, Baleares tiene una alta tasa de paro juvenil. Y, sin embargo, palidece ante el 42% que sufre Canarias. Porque las islas atlánticas no solo son la Comunidad Autónoma con la mayor tasa de paro joven de toda España, sino que también son una de las regiones con la ratio más alta de todos los territorios de la UE. Todo ello con empresas a las que se les compensan los sobrecostes que acarrea la ultraperiferia a través de los incentivos, bonificaciones y ayudas del REF. Sin este, sin el fuero, la situación del mercado laboral sería aún peor.

Renta media

Una de esas herramientas fiscales compensatorias es la reserva para inversiones, esa que Pedro Sánchez le ha concedido a Baleares. Y cabe insistir en el término compensatoria. En el caso de Canarias resulta evidente el porqué de la RIC y, en general, del REF: el Producto Interior Bruto (PIB) per cápita es aquí de 21.387 euros, tomando como referencia los datos de 2019, el último año de normalidad económica antes del estallido de la pandemia. El PIB, renta o riqueza per cápita –el indicador macroeconómico por excelencia para medir el nivel de desarrollo de un país o región– está así un 23,5% por debajo de la media española, que llega a 26.417 euros, esto es, 5.030 más que en las Islas. ¿Y en Baleares? En el archipiélago mediterráneo la renta per cápita alcanza los 28.522 euros, de modo que está por encima de la media nacional y muy muy por encima de la de Canarias, hasta un 33,4% más. Es la diferencia, grosso modo, entre una autonomía rica y una pobre. Pero las dos tendrán en 2023 una reserva para inversiones similar, aunque limitada en Baleares por la normativa comunitaria sobre las ayudas de Estado. Si el Govern logra que la Comisión Europea asuma la resolución de la Eurocámara que aboga por elevar los límites de ayudas en todas las islas, sean o no ultraperiféricas, la equiparación será total. O casi.

Empresas

En Baleares hay 22 empresas que facturan más de cien millones de euros al año, 22 grandes sociedades con volúmenes de ventas que oscilan entre los 758 y los 104 millones. En Canarias hay dos menos: 20. A primera vista puede parecer un indicador menor, casi anecdótico, pero resulta revelador si se tiene en cuenta que en las islas mediterráneas hay unos 100.000 negocios de todo tipo y en el archipiélago atlántico, cerca de 153.000. Con 53.000 empresas más, Canarias tiene dos grandes firmas menos que Baleares.

Pobreza

Las mayores o menores tasas de pobreza están directamente relacionadas, obviamente, con la mejor o peor salud de las economías, tanto por su mayor o menor capacidad para emplear a la población activa como por la calidad de esos empleos. No sorprende así, a tenor de la muy distinta radiografía de los mercados laborales canario y balear, que la tasa de pobreza sea aquí de un 28,4% y en la región mediterránea, de un 17,6%, más de diez puntos inferior. Ocurre lo mismo con la pobreza severa, que alcanza a un 9,2% de los baleares y a un 16,8% de los canarios.

Hogares en dificultades

La tasa de pobreza tiene correspondencia directa con el número de hogares en dificultades. Hasta un 15,7% de las familias canarias –casi 16 de cada cien– sufre graves carencias materiales, es decir, no llega a fin de mes, no puede afrontar gastos imprevistos, tiene dificultades para pagar los recibos de la luz o del agua... El porcentaje en Baleares apenas supera el 6%. Además, un 21,1% de los canarios vive en hogares con problemas para emplearse, frente al 7,3% de las islas mediterráneas.

Compartir el artículo

stats