Entrevista | María del Carmen Junco Hija del autor del libro 'Héroes de chabola'

«Es increíble que quienes hicieron tanto daño se fueran de rositas»

«A la única persona que he tenido rencor en esta vida es a Franco. Sufrimos mucho, nos quitó todo», asegura la hija de Antonio Junco, quien cree que su padre «murió tan joven por las secuelas que le quedaron de las torturas en la cárcel»

María del Carmen Junco, hija del autor de 'Héroes de chabola'.

María del Carmen Junco, hija del autor de 'Héroes de chabola'. / José Carlos Guerra

María del Carmen Junco (Las Palmas de Gran Canaria, 1928) presenta hoy en el Cabildo de Gran Canaria el libro ‘Héroes de Chabola’ que recoge el testimonio de su padre, Antonio Junco Toral, un intelectual vinculado al periodismo que sufrió la represión franquista. A sus noventa y cuatro años, María del Carmen ha sacado fuerzas para homenajear a un hombre que «pudo levantarse» para luchar por su familia tras estar prisionero. 

Hoy sale a la luz el libro ‘Héroes de chabola’ que recoge los episodios que vivió su padre durante la represión franquista. ¿Por qué ha decidido publicarlo ahora?

Mi padre había escrito un manuscrito que nos leía a mi hermana y a mí cuando teníamos 13 y 10 años. Los textos los tuvo que escribir hasta tres veces porque en dos ocasiones se deshizo de los papeles por miedo a que lo pillaran en los controles que hacían en las viviendas. Mi padre murió y yo me fui a Venezuela y cada vez que venía a Canarias preguntaba por esa cuartilla, pero nadie sabía nada. Volví a las Islas hace 19 años y resulta que el texto lo tenía un sobrino mío en Alemania y cuando este murió mandaron sus cosas al hermano y él me lo mandó hace un año. Sergio Millares, historiador que se ha encargado de sacar el libro adelante, ya sabía de la existencia de los textos y siempre estaba detrás de mis hermanas, pero ellas no querían que la historia se supiera. Yo tenía ese empeño porque al ser una de las hermanas mayores lo vi sufrir muchísimo. Necesitaba hacerle ese homenaje, tenía mucha ilusión y aparecieron las cuartillas y Sergio me orientó y buscó la financiación. Por eso ha salido tan tarde.

Pero usted ya conocía las historias por boca de su padre...

Exacto. Mi padre, al salir de la cárcel, escribía en casa y nos lo leía y nosotras llorábamos porque son relatos muy trágicos. El se desahogaba con nosotras porque no quería molestar a mi madre que tenía una familia muy de derechas. 

¿Hubo alguna vivencia que le relatara su padre que le impactara especialmente?

Me acuerdo de un episodio que vivió en el Hospital San Martín al que tuvo que ir por la cantidad de palos que le dieron. Fueron tantos golpes que le estropearon la circulación para siempre y por eso murió tan joven, a los 55 años. Recuerdo que en el hospital una monja lo trató de malas formas y me impresionó muchísimo por la poca caridad que mostró la mujer. Se supone que las monjas ayudan a los demás y mi padre solo recibió maltrato. Esto no lo incluyó en la versión que sale en el libro pero si nos lo contó a nosotras. 

Usted era muy pequeña cuando detienen a su padre. ¿Recuerda ese episodio?

Recuerdo ese día perfectamente, como si fuera hoy mismo. Dos agentes de la policía secreta tocaron en mi casa y preguntaron por mi padre cuando él solo tenia 36 años.

¿Y qué hizo el resto de la familia?  

Nos quedamos en la calle, sin nada. Y mi madre decidió irse con sus seis hijos a casa de su abuela en Tenerife. Y ahí nos trataron estupendamente porque mi abuela y mi bisabuela eran maravillosas. A pesar de todo fueron unos años muy bonitos. Teníamos un ambiente muy bueno, muchos primos, un jardín grande e íbamos al colegio como cualquier niño. 

¿Era consciente de lo que estaba pasando?

En esa época la relación entre un padre y un hijo no es como ahora, que uno habla de todo. Yo con mis hijas he hablado de novios y de intimidades, pero en aquella época las cosas no eran así. Uno ni se enteraba, se que estaba en la cárcel, pero nada más.

¿Lo visitó mientras estuvo preso?

Mi madre iba a visitarlo, nosotros éramos muy pequeños. En Tenerife, cuando estuvo en la prisión de Fyffes, sí íbamos a visitarlo, a llevarle ropa. Lo recuerdo sentado en una salita con un mono azul y una boina y nos traía unas cajitas de regalo que hacían allí los presos. Era un día especial.  

¿Cómo fue su vida una vez su padre sale de la cárcel?

A mi padre lo sueltan y empieza a buscarse la vida. Nos fuimos a vivir a las Canteras. Lo recuerdo como una época maravillosa en la que mi padre me enseñó todas las obras de Pérez Galdós, que es mi pasión. Fue una época muy bonita a pesar de que fue dura porque la posguerra fue fuerte. No había comida, no teníamos muchos ingresos y éramos muchos. 

¿La experiencia lo cambió?

Salió con mucha furia hacia Francisco Franco. No paraba de repetir que debía morirse. Pero es normal porque incluso yo descubrí pasado el tiempo que le guardo mucho rencor a Franco por todo lo que sufrió mi familia. Nos dejó sin casa, sin comida y sin nada. Mi padre se fue relajando con el tiempo e incluso en su vida laboral compartió espacio con gente de derechas, no tuvo problema con eso. Supo deja a un lado sus ideales por necesidad.

Y en casa, ¿también dejó los ideales a un lado?

Hace un tiempo me encontré dentro de un álbum familiar una cita que describe a mi padre al 100%. «Este hogar fue fundado bajo los auspicios de Dios y la libertad». Es muy bonita y lo representa totalmente. El creía mucho en Dios, no era practicante pero sí creía mucho y lo ponía por delante de todo.

¿Cómo lo describiría?

Lo recuerdo como un hombre muy generoso, cariñoso. Para él la libertad estaba por encima de todo. Era una persona maravillosa y con sus hijos fue muy bueno. Tenía la suficiente inteligencia como para salir del agujero oscuro y disfrutar de los años que tuvo después. Yo creo que fue feliz en esa ápoca. Era muy cercano con todo el mundo. Sus empleados lo adoraban. 

Y de su etapa como periodista vinculada al Diario de Las Palmas, ¿qué recuerda? 

Cuando comenzó esa etapa la economía familiar mejoró muchísimo. Él estaba súper enamorado de la profesión, llegaba a casa por la tarde y se ponía en el comedor con su vasito de vino a escribir. Era un apasionado de la escritura. Gracias al libro he descubierto unos artículos preciosos que están en la hemeroteca del Museo Canario. Además fue uno de los precursores de uno de los Estatutos de Autonomía de Canarias, y de eso no teníamos ni idea.  

¿Cree que en Canarias se le ha dado la suficiente visibilidad a las víctimas del franquismo? 

Ahora se está empezando a hacer cosillas, pero la verdad es que no hicieron nada por toda esta gente que sufrió tanto. Es increíble que nadie haya pagado por todo ese daño, todos se fueron de rositas. Y eso quedó ahí, no han hecho nada de nada. Lo de quitar las estatuas vinculadas al franquismo no me parece muy natural porque es nuestra historia, igual que tenemos estatuas de otros. Veo mucho más importante que hagan caso a todas esas familias que quieren sacar los huesos de sus seres queridos y enterrarlos como Dios manda.  

¿Están las administraciones haciendo lo suficiente?

Lo están intentando, pero por ahora muy poca cosa.

¿Si consigue beneficios de la venta del libro a qué lo destinaría?

Pues en principio nos han dicho que en la primera edición no vamos a recibir beneficios. Todo lo que reciba a partir de la segunda lo dedicaré a ayudar a mi nieto, Miguel Planas. El joven que se ha hecho viral en redes sociales por pedir ayuda para conseguir una casa que se adapte a sus condiciones ya que sufrió un accidente que lo dejó tetrapléjico. Todo será para él. 

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