Los dos bloques políticos se reajustan a las puertas del 28-M

CC y ASG, comodines que rompen en Canarias la ecuación que domina en la mayoría de comunidades con elecciones

Encuentro en Telde el sábado 25 entre Alberto Rodríguez, candidato de Proyecto Drago, y Yolanda Díaz, líder Sumar.

Encuentro en Telde el sábado 25 entre Alberto Rodríguez, candidato de Proyecto Drago, y Yolanda Díaz, líder Sumar. / LP/DLP

Joaquín Anastasio

Joaquín Anastasio

La aparentemente inocua moción de censura de Vox contra el Gobierno de Pedro Sánchez celebrada hace dos semanas en el Congreso, rechazada por amplía mayoría pero con la abstención del PP, ha servido sin embargo para acelerar la puesta en marcha de las diversas estrategias a corto plazo de la mayoría de las formaciones políticas. La estrafalaria operación de la formación ultraderechista ha sido de facto el verdadero pistoletazo de salida de la campaña de las elecciones autonómicas, locales e insulares del 28 de mayo en un contexto de auténtica implosión de los dos bloques ideológicos que dominan la política española.

Resuelta ya remodelación del Gobierno central para sustituir a los dos ministras que concurren como candidatas en esas elecciones, Carolina Darias al ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, y Reyes Maroto al de Madrid, y a las puertas de las vacaciones de Semana Santa, se entra de lleno ya en la recta final de la batalla por los gobiernos regionales, municipales e insulares en liza. Pero lejos de que que la cercanía de la cita con las urnas pudiera ir aclarando el escenario político de conjunto, y las propias relaciones entre los partidos de cada uno de los bloques ideológicos, lo que se está haciendo evidente es un debilitamiento de las alianzas internas, y una dispersión de las propuestas y mensajes respecto a la posibilidad de compartir objetivos electorales entre aquellas formaciones afines.

Izquierda y derecha han entrado así, de distintas maneras y con diferentes intensidades, en un bucle revisionista de sus tácticas y estrategias a corto plazo sobre cómo afrontar la campaña y sobre qué compañeros de viaje contemplar. De momento, la tendencia clara es la de buscarse la vida cada uno por su lado y a ser posibles sin vecindades que puedan estorbar, por más que todos asumirán cuando llegue el momento la necesidad de limar asperezas y negar líneas rojas para formar gobiernos. En la izquierda el panorama es más complejo porque la proliferación de siglas en ese espectro ideológico es mucho mayor en la mayoría de comunidades autónomas, ayuntamientos y cabildos. Con el PSOE como formación de referencia para la construcción de mayorías en la mayor parte de las instituciones en juego, el resto de formaciones de izquierda alternativa están sumidas en una pelea sin tregua entre proyectos, siglas, liderazgos, candidaturas, o procedimientos para conseguir acuerdos y pactos.

A menos de dos meses de las elecciones, el espacio antiguamente ocupado por Podemos y sus confluencias territoriales se ha dinamitado y se debate ahora sobre qué alianzas trabar. Paralelamente, las tensiones entre Podemos y Sumar, el proyecto liderado por la Yolanda Díaz, está llevando al límite las tensiones de sector con claros síntomas de que será la vicepresidenta tercera del Gobierno central y ministra de Trabajo la que logrará aglutinar a un mayor número de formaciones afines a su alrededor. Aunque Sumar no comparece en el 28-M, su respaldo a otros proyectos al margen de Podemos deja a esta formación en una posición de debilidad extrema.

PP y Vox: punto de inflexión

En la derecha, y dando por hecho la desaparición de Ciudadanos a efectos electorales, la pugna es bien distinta y queda simplificada a la capacidad de Vox para resistir y mantener las expectativas que tenía hace unos meses, y a la del PP por hacerse con una parte del electorado de la ultraderecha una vez confirmada la absorción del voto naranja. La moción de censura supuso un punto de inflexión en las relaciones entre el PP y Vox de cara a la campaña electoral sin que cada una de las respectivas direcciones hayan aclarado hacia dónde quieren vencerlas en el futuro. En todo caso, la abstención defendida por el líder popular, Alberto Núñez Feijóo, se interpreta como una incapacidad de romper amarras con del partido de Santiago Abascal, pero intentando no contaminarse del marco ideológico-mental de los ultras. Los reajustes en la derecha son más ficticios que reales por más que la baronesa de la libertad, Isabel Díaz Ayuso, haya roto relaciones a dos meses de las elecciones con quien lleva cuatro entendiéndose.

La implosión de los bloques tiene su particular lectura en Canarias, donde izquierda y derecha asumen la campaña con muy distinto punto de partida y donde la presencia de dos partidos bisagra como CC y ASG condiciona relaciones y estrategias. De entrada, el Gobierno progresista que rinde cuentas tras cuatro años de pacto de las flores (PSOE, Nueva Canarias, Podemos y ASG) prácticamente tiene asumidas sus escasas posibilidades de repetir a juzgar por las encuestas. A pesar de la resistencia de los socialistas, que hasta la aparición del llamado caso Mediador en el que están implicados dos ex cargos del partido contaban incluso con poder crecer en escaños, la debacle a su izquierda deja en vía muerta la reedición de la alianza progresista. Aún en el caso de que NC mantenga sus resultados, la ensalada de siglas y proyectos que parecen estar dispuestos a competir por el espacio dominado por Podemos en los últimos años reducirá considerablemente su presencia en las instituciones.

Por su lado, la ASG de Casimiro Curbelo, sin debates políticos ni ideológicos ni dentro ni fuera del partido, ejercerá su condición de bisagra entre bloques si los números no son claros en ninguno de ellos.

La batalla en la izquierda alternativa canaria la centran el ex de Podemos Alberto Rodríguez y líder de Proyecto Drago, y la propia formación morada que ya ha elegido a Noemí Santana candidata a la presidencia de Canarias. Rodríguez ya ha logrado apoyos de varias organizaciones verdes (con alguna deserción posterior), y cuenta con el respaldo externo de Íñigo Errejón y el de la propia Yolanda Díaz. En todo caso, el escenario para este sector es de incertidumbre total, lo que arrastraría al conjunto del bloque de la izquierda, con el riesgo de dejar a NC en un terreno de nadie a la hora de los pactos. El partido liderado por Román Rodríguez se aferra a la posibilidad de reeditar el actual pacto de gobierno o de entrar en cualquier ecuación de alianzas que no sea una entre CC y PP.

El comodín nacionalista

El bloque de la derecha en Canarias parece estar de nuevo dominada de manera determinante por el PP, con expectativas de crecimiento respecto a 2019 muy importantes, y hay muchas dudas sobre la fuerza de Vox en la cita electoral de mayo. Y es que la nula presencia institucional y política del partido ultra en las Islas ahorra a los populares cualquier disquisición estratégica sobre cómo relacionarse con él. Además, el partido que lidera Manuel Domínguez sabe de antemano que no se dará ningún escenario en el que Vox determine el próximo gobierno.

La ecuación canaria de los bloques ideológicos está sobre todo condicionada por CC como partido comodín que se considera de centro progresista pero esencialmente nacionalista. El líder de la formación, Fernando Clavijo, está recrudeciendo en precampaña sus ataques a los gobiernos de Sánchez en Madrid y al de Ángel Víctor Torres en Canarias quizá intentando contrarrestar la idea, asentada en muchos círculos políticos de las Islas, que si el pacto de las flores no suma, acabará pactando con el PSOE. La posibilidad de que el PP supere en votos a CC, algo que las encuestas barajan, deja en una situación de debilidad estratégica a los nacionalistas, que podrían quedar fuera de cualquier negociación por la presidencia independientemente del bloque con el que quieran negociar.

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