Medalla de Oro de Canarias 2023

Alexis Ravelo, faro de luz literaria

El escritor de novela negra escribió una veintena de novelas con las que obtuvo reconocimiento nacional | La obra del autor será próximamente publicada en griego

El escritor Alexis Ravelo, en Triana, en una entrevista hecha el año pasado.

El escritor Alexis Ravelo, en Triana, en una entrevista hecha el año pasado. / Andrés Cruz

Alexis Ravelo retrató la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, las islas vecinas y el sinsabor y las alegrías del ser humano a través de una pluma crítica, sin concesiones, incómoda y aguda a través de la novela negra que lo situó como uno de los autores de referencia en el panorama literario. Su reciente pérdida ha dejado un hondo pesar en el panorama cultural, en el que participó activamente durante toda su vida. 

Alexis Ravelo despierta tanto el recuerdo amable y cercano de quien lo conoció como aquel de lecturas de honda reflexión y crítica de quien lo leyó. Esa dualidad en la que se daban la maestría de la escritura y del trato convivía en el escritor que abandonó pronto el mundo el pasado 30 de enero con tan solo 51 años. El Gobierno de Canarias reconoce a título póstumo con la concesión de la Medalla de Oro su trayectoria literaria, plagada de más de una veintena de escritos, en los que situó a Canarias y las calles renqueantes y misteriosas de su ciudad natal en el panorama nacional e internacional de la novela negra.

Nacido en Las Palmas de Gran Canaria el 20 de agosto de 1971, el escribidor aclaró las brumas con las que contemplamos el pasar de los días y señaló con un estilo directo, punzante, ágil y de múltiples capas las angustias y miserias humanas en las que acontecen las más desgarradoras injusticias. Daba igual que fuera el Puerto de Las Palmas en las entregas de su personaje de cabecera Eladio Monroy (2006 en adelante), los paisajes lunares de Lanzarote cuando escribió La ceguera del cangrejo (2019), la Semana Roja de La Palma durante la represión franquista en Los milagros prohibidos (2017) o San Expósito como refugio intangible en el mapa para los malditos de La noche de piedra (2007), siempre encontraba la manera de contar historias que trascendían con el humor del ambiente cuasi familiar con el que incomodaba y a un mismo tiempo se identificaban sus lectores.

Lector avezado y autodidacta, los bolsilibros que vendía su padre casa por casa le hicieron picar el anzuelo, y pronto aquel chaval del barrio de Escaleritas comprendería que aquel era su camino. Pero, cómo no, el pan no cae del cielo. A la vez que se iba ganando la vida como camarero en el antiguo Cuasquías, sacaba los estudios de Filosofía a distancia y organizaba eventos literarios al estilo del Matasombras, fundaba la revista La Plazuela de las Letras e iba escribiendo en su blog Ceremonias reseñas e impresiones de lo que acaecía a su alrededor.

Escritor multifacético

De criterio afilado, estaba influenciado por una lista infinita de literatos, desde Borges, Marguerite Yourcenar, Claudio de la Torre, Víctor Ramírez a Leonardo Sciascia, González Ledesma, Juan Madrid o Jean-Patrick Manchette, y siguió las indicaciones de Mario Medina, Augusto Monterroso y Alfredo Bryce Echenique en aquellos talleres donde aprendió que juntar letras era más que un pasatiempo en el que desquitarse de la finitud de la realidad. Luego, pasaría a ser el profesor, hablando, dialogando, criticando y aportando visiones y lecturas a los pupilos que lo escucharon durante tantas tardes,  editaría a Agustín Espinosa para rescatar su recuerdo y fundaría el Festival Aridane Criminal en La Palma. Antes, a los 29 años, inició su carrera prolífica con Segundas personas, después, abarcó tanto la literatura infantil y juvenil, guiones teatrales como El crimen de la perra Chona —en compañía de dos buenos amigos, el escritor Antonio Lozano y el director teatral Mario Vega— y, por supuesto, la novela negra que marcó su periplo.

El novelista participó en el libro que Siruela prepara para honrar la memoria de su amigo Domingo Villar

Al encuentro de historias y vías para lanzarlas al mercado editorial estaba cuando conoció en 2010 a la agente literaria Ella Sher en los encuentros culturales que organizaba el librero catalán Paco Camarasa cerca de La Barceloneta. A partir de entonces, lo acompañó en ese camino lleno de tropiezos y milagros que es la escritura. A sus manos había llegado un manuscrito que se salía del registro que acostumbraba Ravelo y lo acercaba al realismo mágico, a la fantasía y a la melancolía de un relato cuya idea nació gracias a una conversación que mantuvo con la periodista y escritora grancanaria María Dolores de la Fe. En él, rendía tributo a aquellas mujeres que durante la dictadura no habían podido dedicarse al oficio y también a aquellos autores que se habían escondido tras pseudónimos, como Francisco González Ledesma que firmaba como Silver Kane: La otra vida de Ned Blackbird.

"Lo primero que me mandó fue esta novela, así que lo empecé a apreciar y querer por otros estilos. Lo que me gustaba muchísimo era su capacidad para escribir cualquier cosa, ¡cualquier género! Podía ser un triángulo amoroso, una novela negra, algo más al estilo hard boiled, pero siempre con la capacidad de ser él mismo. Es muy bonito, ¡todavía!, ya que podemos seguir leyéndolo", dice al otro lado del teléfono. Hubo momentos duros, por supuesto, detalla, pero más que con el síndrome en la página en blanco tenía que ver con las historias que se le agolpaban en la cabeza, "si no conseguía seguir una historia era porque no estaba lista para ese momento, y pasaba a otra". Recuerda sus mensajes de voz. Siempre los escuchaba entre los cientos que hay en su móvil, "me hacían morir de risa", sobre todo con ese "¡mi niña!" tan característico. Ese compromiso ha supuesto a que pronto su obra estará traducida al griego, anuncia Sher.

Reconocimiento

Las páginas protagonizadas por Carlos Ascanio fueron enviadas a la editorial Siruela. Sher le insistió a Ofelia Grande que la leyera, que era algo que les iba a gustar. Y así fue. La directora de la marca rememora que "nos insistió, no era tan conocido en aquel momento, y nos llegó esta novela inquietante, extraña incluso, pero no tenía esa trama de novela negra", y los convenció. "Era encantador, divertido, y no muy consciente de su propio talento. En realidad, no dejaba de sorprenderle los halagos de la gente, porque le resultaba fácil y natural el hecho de contar, algo que siempre se le notaba al leerlo y también al hablar con él. Podía ser el centro de una conversación de veinte personas, no por vanidad, sino por el simple hecho de esa forma de contar, ¡tan divertido, nunca sabías si te estaba tomando el pelo! Era extraordinario y valiente, y creía en los valores de la justicia y lealtad", subraya.

Hace un año falleció Domingo Villar, autor del mismo estilo que dejó un vacío grande en el sector cultural. La noticia conmocionó en su momento a Ravelo y, las vueltas de la vida, la directora de Siruela comenta que pronto lanzarán el libro homenaje que han conformado con los textos de sus amigos, entre ellos, el del propio grancanario. La relación entre editorial y escritor, a veces difícil, a veces llena de tropiezos, aquí fue "facilísima". ¿Qué quedará? "La visión de una parte del mundo vista desde los ojos de un tipo íntegro".

Ravelo abarcó la literatura juvenil, infantil, la creación teatral y fundó Aridane Criminal en La Palma

Una de las grandes faltas que siempre se le achaca a las instituciones y entidades resulta en ese empeño por sacar la artillería pesada del reconocimiento cuando la muerte llama a sus puertas y no pueden menos que corresponder a la orfandad social que han dejado tras de sí. Pero, para Ravelo, ese aplauso multitudinario, del que al mismo tiempo rehuía con humildad, llegó con premios literarios como el Café Gijón 2021 por su última novela Los nombres prestados, además del Premio Hammet a la mejor novela por La estrategia del pequinés en 2013 —adaptada al cine— junto al Premio Novela Negra Ciudad de Getafe por el título La última tumba y el Premio Tormo de Las Casas Ahorcadas al año siguiente.

Entre otras menciones, le hicieron enfundarse la chaqueta para recibir el nombramiento como Hijo Predilecto de Las Palmas de Gran Canaria y la distinción por parte de la Delegación del Gobierno en el acto conmemorativo del 44 aniversario de la Constitución Española. Este acto se suma a la larga lista de homenajes que se le han hecho a título póstumo, como la concesión de Hijo Predilecto del Gran Canaria del Cabildo insular. Todo ello, creando desde una parte del mundo en la que contemplaba con vista de águila lo que acontecía más allá del horizonte marino. En todo caso, Ravelo siempre quedará. "Era una persona muy humana, y parecerá una tontería decirlo, pero en este mundillo literario donde hay personas llenas de sus propios egos, él era extremadamente humilde", sonríe su agente literaria.