Los pactos postelectorales | Nuevo escenario político

La encrucijada nacionalista tras el 28M

Los resultados electorales y el previsible regreso de CC al Gobierno abren de nuevo el debate sobre la reunificación de este espacio político en las Islas

La encrucijada nacionalista tras el 28M |

La encrucijada nacionalista tras el 28M | / Joaquín Anastasio

Joaquín Anastasio

Joaquín Anastasio

El nacionalismo canario regresa sobre sus pasos para afrontar su futuro en el nuevo contexto político surgido de las elecciones del pasado día 28, y ante la expectativa que ofrecen las generales del 23 de julio. Se reabre en este espacio político y en sus dos principales formaciones en Canarias, CC y NC, un debate sostenido en el tiempo sobre su posible reunificación, no por ahora de carácter orgánico, pero sí de colaboración en diversos frentes, y sobre todo de estrategias y objetivos para incrementar su poder e influencia en el conjunto de las Islas, y de posicionamiento común en reivindicaciones que comparten frente al Estado.

El proceso queda en todo caso marcado por dos de los elementos más destacados de los resultados de las recientes elecciones autonómicas, municipales e insulares: el previsible regreso al Gobierno de CC y de su actual líder, Fernando Clavijo, a la Presidencia de Canarias en un pacto con el PP, y la derrota personal que ha supuesto para el otro gran dirigente nacionalista, Román Rodríguez, presidente de NC, el haber quedado fuera del Parlamento al no haber conseguido su escaño por la lista regional en la que competía.

De esta forma, el debate sobre la reunificación nacionalista cambia de guión y de protagonista y coloca a Clavijo al frente de un proceso que en los últimos cuatro años intentó pilotar, sin éxito, el todavía vicepresidente del Gobierno y consejero de Hacienda, ahora en funciones. El cambio de papeles otorga así un mayor protagonismo al nacionalismo de centro derecha que representa CC y debilita al nacionalismo progresista, que en las propias filas llaman canarista, que visualiza NC. Es un cambio de posiciones en el campo ideológico de una y otra formación que, sin embargo, no tendría por qué afectar significativamente al conjunto del proceso y a los elementos básicos del debate.

Cuando en 2019 el pacto de NC con el PSOE para formar junto a Podemos y ASG el Gobierno de progreso que ha gobernado los últimos cuatro años, el principal objetivo de los socios de ese pacto (salvo la formación gomera) era acabar con 26 años ininterrumpidos de gobiernos de CC en la Comunidad Autónoma, así como en muchos ayuntamientos y cabildos de diferentes islas donde también ha sido el partido hegemónico en muchas de las legislaturas pasadas. Desde la izquierda canaria, en la que se encuadra NC, era una obsesión que se materializó en el pacto de las flores, y desde ese mismo momento Román Rodríguez entendió que se convertía en el líder natural del nacionalismo con vocación regional.

La encrucijada nacionalista tras el 28M

La encrucijada nacionalista tras el 28M / Joaquín Anastasio

Consideraba que CC, un partido construido desde el poder en 1993, se deslizaría en una pendiente imparable hacia la insularización, y que solo él podría propiciar la reunificación, en clave grancanaria y progresista, de todas las tendencias y sensibilidades de este espacio político en todo el Archipiélago. Sería como cerrar el círculo que él mismo abrió en 2005 cuando produjo la escisión abandonando CC y creando, junto a la mayor parte de la formación en Gran Canaria, la formación que ahora lidera y preside.

El objetivo de Rodríguez de reunificación nacionalista partía de su apuesta estratégica por expandir la marca de NC a todas las islas y utilizar ese trampolín para gestionar el proceso, una apuesta que fracasó sobre todo por la resistencia que ha ofrecido CC en muchas islas, a partir de su recuperación de una institución clave para las huestes de Clavijo como fue el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife tras la moción de censura junto al PP en julio de 2020. La otra clave del fracaso fue, en interpretación de Rodríguez, la «derechización» de CC desde que Clavijo tomó los mandos del partido.

Clavijo toma el relevo para liderar un proceso en el que Román Rodríguez ha fracasado

Capacidad de entenderse

El devenir político de la legislatura tanto en Canarias como en el Estado, así como los sucesivos archivos de las dos causas judiciales que arrastraba el líder de CC en el Tribunal Supremo, o las debilidades que ofrecía NC en la mayor parte de las islas donde intentó implantarse, presagiaba claramente que la reunificación nacionalista ya no iba a depender del propio Román Rodríguez, sino de la capacidad de entendimiento entre las dos formaciones a pesar de sus diferencias ideológicas, programáticas y de estrategia. Previamente ya se había planteado el debate con motivo del acuerdo entre NC y CC para una confluencia electoral en las generales de 2019, con la que obtuvieron un escaño en el Congreso por la provincia de Las Palmas que se repartirían temporalmente Pedro Quevedo y María Fernández, respectivamente. Pero durante toda la legislatura estatal a la que acaba de poner fin el presidente del Gobierno central, Pedro Sánchez, con el adelanto electoral para el 23-J, la convivencia y la colaboración en el Congreso de ambas formaciones y sus respectivos representantes ha sido prácticamente inexistente. Era la consecuencia sobre todo de sus respectivas posiciones políticas tanto en Canarias como en Madrid, con NC en el Gobierno regional y apoyando al de coalición PSOE-Unidas Podemos en el Estado, y CC en la oposición tanto en Madrid como en las Islas.

Con el nuevo contexto político, el surgido del 28-M y el que se derivará del 23-J, Clavijo pasa a asumir ese reto de la unificación nacionalista aprovechando la debilidad en la que ha quedado Rodríguez y su propia formación fuera del Ejecutivo regional.

La primera prueba se presenta en los próximos días ya que ambas formaciones tienen que resolver antes del día 9, fecha límite para la presentación de las coaliciones electorales para las generales, sus dudas sobre si repetir la fórmula de 2009, o alguna similar, para las listas al Congreso, algo que ya están trabajando.

Es muy poco margen el que tienen por la premura del calendario, pero parece dominar en el ambiente nacionalista canario la necesidad de una especie de coalición de todo el espectro para ser decisivos en Madrid, una especie de alianza de obediencia canaria con la tener más peso en la política nacional.

La encrucijada nacionalista tras el 28M

La encrucijada nacionalista tras el 28M / Joaquín Anastasio

Se trataría de volver a los elementos fundacionales de CC en cuanto a integración de todas las sensibilidades, tendencias ideológicas, idiosincrasias y singularidades de ese espectro político en todas las islas, con capacidad de producir efectos electorales tanto en el Congreso como en el Senado. El objetivo sería volver a tener grupo parlamentario propio en ambas cámaras estatales y ser determinantes, siempre en función de la aritmética parlamentaria, en la conformación de mayorías de gobierno, y por tanto en la aprobación de los presupuestos estatales y en las leyes con incidencia en el Archipiélago. El nuevo proceso podría encajar en la operación que aparece en el horizonte en la política canaria de conformación de un conglomerado de partidos nacionalistas e insularistas con un objetivo común, haciendo de la diversidad ideológica y territorial dentro de una identidad canaria un valor de suma frente a los partidos estatales y al gobierno central de turno.

Esa era de facto la línea estratégica de NC en su congreso de abril de 2022. «Necesitamos más fuerza, crecer e implicar a más gente. En Canarias hay más de un tercio del electorado que podría compartir espacios políticos. Hay que ensanchar la organización política de la gente que creemos en fuerzas políticas propias sin tutelas ni tutores, sólo defendiendo los intereses de las islas», decía Rodríguez en su momento. Y añadía: «No todo el mundo tiene que pensar como yo para compartir un proyecto para Canarias». Sin renegar de esos objetivos, en CC se entendía hasta ahora que el contexto político hacía inviable cualquier operación de nueva alianza.

Hay dudas razonables sobre la posibilidad de que el nacionalismo pueda concretar esta causa común para el 23-J teniendo en cuenta que solo tienen unos días para cerrar el acuerdo y registrar la coalición resultante antes de las 12 de la noche del día 9 ante la Junta Electoral Provincial. Más allá de las dificultades operativas, la políticas no son de menor calado teniendo en cuenta el poso de tensión interna entre los actuales líderes de las dos formaciones de referencia. La negociación en curso entre CC y NC para recuperar la coalición electoral de 2019 es una oportunidad, pero seguramente la operación a medio y largo plazo no será posible si al menos una de las actuales cúpulas de estos partidos no da un paso a un lado, y en el actual contexto, quien ahora asume en mayor medida ese reto, el presidenciable Clavijo, confía en que sea la otra parte quien lo haga toda vez que sus principales líderes proceden en su gran mayoría de otra generación política, y dando casi por hecho que con Rodríguez, Quevedo o Carmelo Ramírez como dirigentes de referencia, el entendimiento para sacar de la encrucijada al nacionalismo canario será mucho más difícil.

Las elecciones generales del 23-J ofrecen la primera oportunidad a la reconciliación

Juego de roles

La pérdida del escaño en el Parlamento regional por parte de Román Rodríguez podría ser un elemento a favor del acercamiento. Junto con la salida del Gobierno, el apagón parlamentario del histórico dirigente nacionalista, confirmada además su renuncia a presentarse al Congreso el 23-J, supone una notable pérdida de protagonismo tanto de cara a la sociedad como a la propia dinámica política entre los partidos.

Las riendas de la actividad de NC en la Cámara regional las llevará a partir de ahora un convencido de la reunificación nacionalista como Luis Campos, y eso podría allanar el terreno y desbrozar el camino también en el campo de la dialéctica y de las relaciones cotidianas en el ámbito parlamentario, pese al distinto papel que ambas formaciones van a tener que seguir llevan jugando en la nueva legislatura e intercambiando entre sí, NC transitando desde el Gobierno a la oposición, y CC en sentido contrario.

La salida de Rodríguez de la primera línea política, por mucho que él asegure que se mantiene en ella desde la presidencia de su partido como ocupación única, es vista desde el partido de Clavijo y otras sectores del nacionalismo canario como una oportunidad. Le hacen totalmente a él el principal responsable no ya solo de la escisión de 2005, sino del distanciamiento actual casi convertido por momentos en guerra abierta para provocar en el otro el mayor daño posible.

Los cuatro años de gobierno progresista con Rodríguez de vicepresidente y consejero de Hacienda no han hecho más que incidir en las diferencias, que se añade a la antipatía que se profesan mutuamente Clavijo y Rodríguez y que no dudan en hacer pública. El horizonte que parece abrirse ahora deja la pelota en un campo de juego compartido pero seguramente para que cada uno de ellos la juegue de distinta forma. Encontrar el papel de cada uno, y sobre todo el modelo y la táctica del que todo el nacionalismo saque provecho es el reto que tienen sus respectivas formaciones.

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