Araceli, dueña de un restaurante canario en la zona cero de la DANA: «Lo hemos perdido todo. Fue el apocalipsis»

Isleños que residen en la Comunidad Valenciana cuentan cómo vivieron la tormenta y las consecuencias de la catástrofe

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J. M. López

Las Palmas de Gran Canaria

Cuando el domingo apagó las luces y bajó la verja de El Rincón Canario, en la localidad valenciana de Aldaya, Araceli Pérez no se imaginó que esa habría sido, por ahora, su última jornada tras la barra del restaurante que gestiona junto a su marido, Raúl. El martes, tan solo dos días más tarde, la riada provocada por la gota fría que asola la Península desbordó los barrancos del Poyo y la Saleta y convirtió Aldaya en un «campo de batalla».

La lluvia, las inundaciones y el posterior barro arrasaron todo a su paso. También el restaurante de Araceli, nacida en Telde pero residente desde hace 31 años en la Comunidad Valenciana. «La cuantía de las pérdidas es todo. Lo hemos perdido todo en el restaurante», explica, al otro lado del teléfono: «Es devastador».

A Araceli las palabras no le salen, la voz se le entrecorta cuando piensa en lo que vio esta mañana, cuando decidió volver a El Rincón Canario. Su rincón. Y pide no describirlo. «Estaba recién pintado, no sabes lo que llevamos invertido. Las paredes... Todo», es lo único que alcanza a decir, en conversaciones con LA PROVINCIA/Diario de Las Palmas.

El martes por la tarde, antes de que el ya considerado mayor desastre natural de la historia de España tocase tierra, Araceli y Raúl decidieron acercarse hasta el bajo en el que tienen, desde hace 24 años, su negocio para tratar de poner a salvo lo máximo posible. Pero no les dio tiempo a llegar. «Cuando lo intentamos, ya no se pudo. De estar el agua tocándonos las piernas a desbordarse todo... Fue cuestión de dos minutos, no más», continúa, todavía con el susto.

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Ella y su marido consiguieron ponerse a salvo y volver a su casa, pero no corrieron la misma suerte otros vecinos. En Aldaya hay, en el momento de escribir este artículo, tres víctimas mortales a consecuencia de esta catástrofe –de las 92 cuantificadas en la Comunidad Valenciana– y varios desaparecidos

Un pueblo bajo el agua

«El barranco se desbordó en segundos. Se nos vinieron todas las lluvias de todos los pueblos de arriba. Fue el apocalipsis», describe Araceli. En algunas zonas de su pueblo, en las más próximas al barranco, los vecinos se quedaron sin suministro eléctrico y agua potable. El alcalde, Guillermo Luján, explicó Levante-Emv que la localidad «se quedó bajo las aguas hasta las cuatro de la madrugada, cuando empezó a bajar el nivel y a desaguar». Horas y horas de desastre, de bajos anegados, de trabajos perdidos, de vidas rotas.

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«Este miércoles por la mañana, cuando el nivel del agua bajó fuimos al restaurante y abrimos... Es devastador, devastador», concluye la teldense. 

La presidenta de la asociación Casa del Pueblo Canario, las siete islas, Diana López, asegura que entre los 92 fallecidos en Valencia –hasta el momento de escribir estas líneas– no hay ningún canario. «Sí que conocemos a un hombre que ha perdido su coche y a una camionera que dejó el camión para ponerse a salvo y se lo llevó la riada», asevera Diana, natural de Las Palmas de Gran Canaria.

Diana describe como «el horror» el día después del paso de la DANA. «No hay luz, agua, nada... Los supermercados parecen saqueados, la gente arrasa con las garrafas de agua», dice. Ella, que reside frente al aeropuerto de Valencia, explica que lo único que sufrió fue el viento, pero a solo un kilómetro de su casa «el agua lo azotó todo».

«Todavía hay muchas carreteras cortadas, muchos escombros que no se han revisado... Cuando todo se mire, va a ser una tragedia. La peor de la historia», opina Diana, que habla del paso de la gota fría todos los años por esta época por la Comunidad Valenciana.

«Pero lo del martes fue otra casa. Nadie pensaba esto, no se barajó en las noticias, no se dio esta previsión... Cuando los móviles sonaron por la alerta de emergencias, ya estaba la DANA encima de nosotros», revela. «Nunca, nunca, había pegado así. Mira, el Turia siempre ha ido seco a su paso por Valencia. Ahora va lleno, a rebosar», dice como ejemplo. 

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Ahora el miedo está en que el teléfono suene y lleguen las malas noticias. «Víctimas canarias que sepamos no hay, pero sí tenemos conocidos después de tantos años aquí. Un amigo de mi hijo, su mujer y sus dos hijos pequeños, uno de ellos un bebé, se quedaron atrapados en el coche y la riada se los llevó. Los cuatro han fallecido», cuenta. «Con la fuerza que tenía el agua, no te daba tiempo a nada. El coche lo arrastraba, si intentabas salir te llevaba a ti... Fue horroroso», explica. 

La alerta, tarde

El Gobierno de Canarias se puso este miércoles por la mañana en contacto con la presidenta de los canarios en Valencia para ofrecerles toda la ayuda disponible y saber en qué estado se encuentran los, alrededor, de 1.200 isleños que viven en la comunidad del Turia. 

Lo tarde que llegó la alerta es una de las críticas más generalizadas. «El sistema de alertas del móvil sonó varias veces, pero llegó demasiado tarde», subraya Jorge Rodríguez, estudiante en la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) pero natural de Telde. Eran las 20 horas cuando el pitido retumbó. Las 20 horas, cuando todo estaba ya inundado y las carreteras colapsadas. Los tres afectados se pronuncian, todavía, con susto y temor. El susto de lo vivido; el temor del futuro, de las víctimas que quedan por hallar y de las consecuencias de la peor catástrofe natural de la historia de España.

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