Crisis en la formación canarista

Pacto de no agresión en NC

Los dos sectores enfrentados en Nueva Canarias perfilan un acuerdo donde predomine el respeto y la gobernabilidad de las instituciones. Prima cumplir con el programa electoral y garantizar la estabilidad institucional por encima de las discrepancias internas. Pero no en todos los ayuntamientos la situación es sencilla.

Miembros de los dos sectores de Nueva Canarias tras la Ejecutiva celebrada antes del verano.

Miembros de los dos sectores de Nueva Canarias tras la Ejecutiva celebrada antes del verano. / EFE

La dirección y el sector renovador de Nueva Canarias (NC) se conjuran para que la crisis interna que vive el partido no tenga consecuencias en la gobernabilidad de las instituciones donde conviven ambos sectores, pero también en aquellos ayuntamientos donde están presentes las dos sensibilidades para no desembocar en rupturas traumáticas antes de las elecciones autonómicas y municipales de 2025.

Los representantes de oficialistas y críticos buscan un difícil equilibrio que en algunas instituciones es más complicado que en otras pero la «voluntad» de uno y otro lado es respetarse mutuamente, no generar debates públicos «innecesarios» que solo empeoran la situación y garantizar los gobiernos y la estabilidad institucional allí donde se tengan parcelas de poder.

Las conversaciones en el último año entre los representantes de la dirección y los que defienden la renovación del liderazgo de la formación nacionalista no han estado exentas de momentos de controversia y enfrentamiento. La última ejecutiva del partido celebrada antes del verano supuso una entente que se rompió a principios de noviembre cuando los renovadores decidieron no asistir al Consejo Político de NC ante el inmovilismo de la dirección.

La composición de la comisión organizadora del VI Congreso Nacional que se celebrará en julio fue la gota que colmó el vaso, de tal forma que los renovadores han decidido que no entrarán en la comisión ni tampoco asistirán al cónclave porque no hay garantías de que el presidente, Román Rodríguez, y el secretario de Organización, Carmelo Ramírez, dejen la dirección.

En estas últimas semanas la crispación se ha dejado a un lado y ambas partes han puesto en manos de sus dos perfiles más negociadores la estabilidad institucional hasta 2027. Luis Campos, por la dirección, y Óscar Hernández, por los renovadores, han manifestado su «voluntad respetuosa» de buscar soluciones y que la prioridad es evitar que las discrepancias internas se trasladen a la gobernabilidad de las instituciones. «Hay un programa de gobierno que hay que cumplir por encima de cualquier discrepancia», explican.

Fricciones

Sin embargo hay instituciones donde evitar las fricciones no será sencillo. En unas se está en la oposición, como es el caso del Ayuntamiento de Teror, donde el grupo de concejales de NC se divide entre oficiales y renovadores, o San Bartolomé de Tirajana, en el que todos los concejales son del sector renovador. En otros se juega el gobierno municipal, caso de La Aldea, donde en unas semanas cambiará el bastón de mando del alcalde actual, del PP, por el cabeza de lista de NC, que es del sector oficial del partido pero que cuenta entre los ediles con partidarios de la renovación.

En otros ayuntamientos se gobierna o cogobierna y la mayoría de los ediles son renovadores, dejando las posiciones de la dirección en minoría. Es el caso de Arucas, donde los concejales de NC están en el gobierno del Ayuntamiento junto al PSOE y PP pero están adscritos al sector renovador de la formación canarista. O Santa Lucía, en el que la mayoría de los concejales han seguido los pasos del alcalde, Francisco García, y demandan una renovación de caras e ideas en un municipio donde conviven miembros del sector oficialista como Carmelo Ramírez y el propio Luis Campos.

Los dos sectores están convencidos de que la gobernabilidad del Cabildo de Gran Canaria no está en riesgo. En el grupo de NC conviven dirigentes de las dos sensibilidades ya que en el mismo se encuentran Teodoro Sosa, cabeza visible de los renovadores, y Carmelo Ramírez. Sin embargo, el presidente insular, Antonio Morales, cuenta con el beneplácito de ambos sectores para evitar que las desavenencias en el partido afecten a la gestión de la Corporación insular. «Hay que centrarse estrictamente en la tarea de la gestión y cumplir con el programa y dejar lo otro a un lado», advierten.

Los negociadores de ambos sectores esperan a lo largo de diciembre perfilar un documento donde se acuerden los aspectos esenciales de la «convivencia» hasta las elecciones de 2027. Se impone la «serenidad» para evitar males mayores aunque con el convencimiento de que la crisis interna de NC tiene una salida cada vez más complicada, de tal forma que los partidos locales independientes ya trabajan para buscar la fórmula de salida de la formación nacionalista.

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