Familias rotas por la ruta canaria: el dolor es mayor cuando no hay un cuerpo que velar
Ali Sokhona, un migrante mauritano residente en España desde 2007, perdió a cinco primos en la ruta canaria, y nunca ha recibido confirmación de sus muertes

ACFI TV
Laura López / EFE
Las miles de vidas que se pierden cada año en el mar a lo largo de la ruta migratoria hacia Canarias dejan una doble herida en las familias: la pérdida de sus seres queridos y la frustración de la esperanza en un futuro mejor depositada en la travesía.
Según la ONG Caminando Fronteras, especializada en la investigación de desapariciones de migrantes en el mar, 10.457 personas murieron en 2024 en su intento de llegar a España en embarcaciones precarias como pateras o cayucos. De ellas, 9.757 fallecieron en su camino hacia Canarias.
El pasado jueves, la misma ONG informó de una nueva tragedia: 50 personas, entre ellas 44 migrantes pakistaníes, murieron tras el naufragio de un cayuco que había partido el 2 de enero desde Mauritania. Esta ruta es considerada una de las más peligrosas del mundo.
Historias de pérdida e incertidumbre
Detrás de estas cifras hay historias individuales de sueños rotos y familiares devastados. El dolor que siente una madre, un padre o un tío al recibir la noticia de que su ser querido "se ha quedado en el mar" es indescriptible. EFE ha recogido los testimonios de personas que han vivido esta tragedia.
Heridas abiertas por la incertidumbre
Alkhassoum Sow, un migrante senegalés residente en España desde el año 2000, ha perdido a cuatro familiares en la ruta canaria. Su sobrino, Omar Sow, fue víctima del naufragio en El Hierro en septiembre, que dejó medio centenar de desaparecidos. Aunque logró localizar el cadáver de su sobrino, aún espera los resultados de las pruebas de ADN, un proceso que debería tardar un mes pero que ya lleva tres.
"La familia tiene la ilusión de recuperar el cuerpo para llevarlo a Senegal y enterrarlo, porque no saber si se ha quedado en el mar duele mucho más", explica Sow. "Es mejor tener una tumba y saber que allí descansa tu familiar, que vivir con la incertidumbre", reflexiona.
"Le dije 'ni se te ocurra meterte en el agua' y me colgó el teléfono"
Boubacar Diallo, también de Senegal, perdió a su sobrino Bassiru Guisse y a su hermanastro Demba Diallo en el mismo naufragio de El Hierro. Aunque intentó disuadirlos de embarcarse, huyeron de casa en contra de su voluntad. Al recibir la noticia del naufragio, Diallo viajó a El Hierro y pudo confirmar lo peor al hablar con los supervivientes y ver las fotos de los cadáveres.
"Si no está con los muertos ni con los vivos, es que se ha quedado en el mar", dice Diallo, lamentando no haber podido recuperar los cuerpos.
"Yo llegué con cuatro muertos a Canarias"
Ali Sokhona, un migrante mauritano residente en España desde 2007, perdió a cinco primos en la ruta canaria, y nunca ha recibido confirmación de sus muertes. Él mismo superó esta travesía en dos ocasiones, narrando los horrores: "Recuerdo haber llegado tras ocho días de viaje con cuatro muertos en la embarcación, mientras que otro se tiró al mar por desesperación".
Sokhona intenta advertir a sus compatriotas sobre los peligros de esta ruta, pero comprende por qué muchos asumen el riesgo. "Cuando estás en el mar, rodeado de agua y sin tierra a la vista, te arrepientes, pero ya no puedes hacer nada. Solo piensas: 'Si Alá quiere, llegarás'".
La tragedia humanitaria
Estas historias son un recordatorio de la grave crisis migratoria en la ruta hacia Canarias, que no solo cobra vidas, sino que deja un profundo impacto en las familias de los fallecidos. La urgencia de establecer vías migratorias seguras y regulaciones más estrictas es clave para prevenir más pérdidas humanas y aliviar el sufrimiento de quienes buscan un futuro mejor.
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Elaborado en Canarias es KM0
