El auge del alquiler por habitaciones: 400 euros por diez metros cuadrados

El incremento de la demanda ante la falta de alternativas eleva en un año un 12% los precios en Canarias y ya se paga casi el doble que hace una década  

Imagen de un cartel de 'alquiler de habitación'

Imagen de un cartel de 'alquiler de habitación' / LP / ED

Santa Cruz de Tenerife

Alquilar una habitación en un piso compartido se ha convertido en la única alternativa a la que pueden acceder muchas personas para poder tener un lugar en el que dormir cada noche. Pero lo que antaño fue un refugio inmobiliario más asequible para estudiantes, jóvenes que se acababan de emancipar o personas con recursos limitados ya no lo es tanto. El incremento de la demanda ha hecho que la escalada de los precios del alquiler llegue también a las viviendas compartidas. En el Archipiélago se pagan 400 euros por arrendar un dormitorio que de media suelen medir en torno a 10 metros cuadrados. Un alquiler que da derecho a un espacio privado muy limitado, en el que el mobiliario se reduce a su mínima expresión y que también permite el uso compartido de las zonas comunes. 

Y aun así para muchos encontrar una habitación a buen precio es «todo un milagro». Así lo considera Geraldine Miranda, una joven de 24 años que vive con su pareja en un dormitorio de una casa que comparte con otras cuatro parejas más . Pagan 400 euros por el cuarto y el derecho de usar las zonas comunes de un piso vacío. «Compartimos la cocina y hay un salón pero sin nada, ni siquiera tenemos lavadora», explica. Y, sin embargo, lo sigue calificando como un milagro porque «no encontramos nada más económico y estuvimos mucho tiempo buscando».  

Caro y muchas condiciones

Ella llegó hace un año y tres meses de su Colombia natal y nunca pensó que conseguir acceder a una casa sería tan complicado en Canarias. «No pensé que fuera tan costoso y que se pidieran tantos requisitos», lamenta y critica que los alquileres sean tan elevados. «Por un pequeño piso de una habitación piden hasta 900 euros, es un abuso», sostiene. Un abuso que no pueden pagar con unos ingresos que no llegan al Salario Mínimo Interprofesional (SMI) ni en su caso ni en el de su pareja. 

El precio medio que se paga en Canarias por una habitación es similar al que se podía abonar hace una década por un pequeño piso a tu entera disponibilidad. De acuerdo con los datos de Fotocasa –portal especializado en el mercado inmobiliario que, a falta de datos oficiales, se ha convertido en una referencia para medir la temperatura del sector– las habitaciones cuestan en el Archipiélago casi el doble que en 2015. Los precios han subido un 51% desde 2019 y solo en el último año el arrendamiento de habitaciones se ha encarecido un 11,8%. 

Dificultades

¿Cuál es el motivo? Por un lado, el incremento de la demanda que se ha disparado. Las personas que buscan convertirse en inquilinos de pisos compartidos han aumentado un 37% en la provincia de Santa Cruz de Tenerife y un 20% en Las Palmas, según Idealista. Pero, a diferencia de lo que ocurre en otros puntos del país, la oferta no ha experimentado en el Archipiélago un incremento notable. Y esto, a pesar de que muchos propietarios han encontrado en el alquiler por habitaciones la gallina de los huevos de oro.

No solo es más rentable que un alquiler tradicional, sino que hasta ahora este tipo de alquileres servían también para esquivar muchos condicionantes impuestos por la Ley de Arrendamientos Urbanos. Sin embargo, el limitado parque inmobiliario del Archipiélago enfrentado a una población creciente restringe el crecimiento de la oferta. 

«Ya no es tan fácil conseguir una habitación para alquilar», admite Celia Martín, madrileña que vive en un piso compartido en Las Palmas de Gran Canaria. Y una vez que sabes que tienes que dejar la casa donde estás la ansiedad por encontrar una alternativa está muy presente durante todo el proceso. «Estuve tres semanas buscando y al final encontré el piso en el que estoy donde comparto con otras tres personas y pago 330 euros», expone. 

Sin opciones

Sin embargo, reconoce que no lo considera un hogar y no está totalmente a gusto, pero no tiene otra opción. «Con la precariedad que hay, la única alternativa es compartir con desconocidos», lamenta y aunque cree que ha tenido suerte y la convivencia es buena, «me gustaría tener mi propia casa pero con mi sueldo no me lo puedo permitir». 

Celia Martín se queja de que lo que en un principio era una etapa en la vida mientras se cursaban los estudios superiores se ha acabado por cronificar ante la falta de alternativas. A ella le gustaría seguir avanzando «pero hay un problema estructural que no me lo permite y soy consciente de que no es culpa mía». Con 26 años lo que le gustaría es tener su propio espacio, algo que en un piso compartido «queda relegado a tu habitación y acabas haciendo casi toda tu vida allí».

Aspiraciones de compra

Al igual que ella, Martina Andrés no concebía buscar un piso para ella sola en lugar de uno compartido cuando decidió mudarse a Canarias. «Miré algún estudio pero rozan los 700 euros, son pequeños y al final se te va medio sueldo en el alojamiento», recalca. Por eso, optó por buscar una habitación para así adaptarse más a la recomendación de que el pago de la vivienda no supere el 30% del salario. Pero, aun compartiendo «puedo ahorrar poco, unos 200 o 300 euros al mes». Cantidad que si lo quiere traducir en ahorro que pague la entrada para comprar una vivienda «supondrían al menos 15 años». 

Por eso, siente que ya va algo tarde si en algún momento se quiere convertir en propietaria. «Mis padres compraron con 32 años y yo espero poder hacerlo con 35 o 36», aunque su limitado nivel de ahorro podría dilatarlo todavía más. 

Sin embargo, Martina Andrés asegura que está contenta por haber conseguido un piso muy bien situado en el que comparte con otras dos personas que eran desconocidas pero que «a día de hoy puedo considerar mi familia». Opina que los estándares de vida actuales consideran compartir piso como un fracaso, «pero yo no lo veo así». Y aunque «mucha gente tiene en la cabeza que el ideal de vida es vivir solos o en pareja, yo creo que puedes crear un proyecto vital en el que vivas con una amiga o con gente con la que te llevas bien». 

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