Premios Canarias 2025 | Literatura
Juan Jesús Armas Marcelo, un indomable Premio Canarias de Literatura: "No puedo morir hasta que escriba mi gran novela"
El autor canario escribe una novela dedicada a la figura de Mercedes Pinto, una obra que eleva a la cumbre de su carrera literaria y que no abandonará hasta verla publicada

Juan Jesús Armas Marcelo. / José Carlos Guerra
Juan Jesús Armas Marcelo (Las Palmas de Gran Canaria, 1946) no necesita presentación. Basta con escucharle, leerle o bien cruzarse con una de sus frases rotundas para saber que se está ante un animal de la literatura indomesticable. A sus casi 80 años, acaba de recibir el Premio Canarias de Literatura 2025, el mayor reconocimiento de las Islas, después de una vida encomendada a las letras. Porque si alguien ha vivido a contracorriente y sin pedir permiso, es él.
El galardón no le ablanda el verbo. A lo largo de una conversación distendida, Armas Marcelo dispara con precisión y una memoria nítida. La suya es una inteligencia incómoda. Su literatura, un campo de batalla compuesto por 15 novelas, incontables artículos periodísticos y ensayos académicos. «La gente tiene miedo. Los periodistas tienen miedo. Aquí hay que estar a la orden porque nadie piensa libremente. Yo que hablo libremente, no soy libre. Siento que soy libre, ¡pero qué coño voy a ser libre!», ruge a la orilla de la avenida de Las Canteras.

Juan Jesús Armas Marcelo / José Carlos Guerra
Admite nunca haber dejado de pensar en Canarias. Aunque resida en la capital del país; aunque no planee volver a instalarse aquí, no pierde ocasión de divulgar, remover y referenciar a la cultura isleña cada semana en su rica prosa.
Su primera novela, El camaleón sobre la alfombra (1974) le valió para alcanzar el Premio Pérez Galdós de Novela en 1975. Un mundo literario que hizo germinar el imaginario universo de Salbago, con la publicación de Las naves quemadas en 1982, y la edición de El árbol del bien y del mal en 1985. También es autor de Estado de coma y Los dioses de sí mismos, que obtuvo el Premio Internacional de Novela Plaza y Janés.
Con el universo hispanoamericano mantiene un profundo vínculo como miembro de la Real Academia Hispanoamericana de las Ciencias, Artes, y Letras de Cádiz y director de la Cátedra Internacional Vargas Llosa, al que considera «su hermano mayor». Íntimo del recientemente fallecido novelista latinoamericano y premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, Armas Marcelo acompañó al escritor durante su estancia en Gran Canaria en el acto como Doctor Honoris Causa de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC).
«Vargas Llosa hay tres: el privado, público y el secreto», sonríe con picardía mientras bromea sobre la existencia de un cuarto ‘Varguitas’ al que nunca llegó a conocer. «El secreto salía a la luz cuando había un estado de ánimo, íntimo, chismoso... Cuando bajábamos la conversación a las cosas que sucedían en la tierra, y de repente subíamos a la literatura sobrenatural, donde él era invencible».

Juan Jesús Armas Marcelo- / Lp
Con él aprendió de todo, «hasta cómo se cogen los cubiertos» en una cena refinada. Recuerda que cuando el Nobel se fue a vivir con Isabel Preysler, otro amigo canario suyo lloró al teléfono contándole: «Qué decepción. Es como nosotros».
Entre otros de sus hitos está haber sido jurado del Premio Cervantes y del Príncipe de Asturias de las Letras; miembro del Instituto de Estudios Canarios en las ramas de Literatura y Periodismo, además de ser el fundador del Festival Hispanoamericano de Escritores, de Los Llanos de Aridane, en La Palma.
Cada verano vuelve a la arena de la playa de Las Canteras, en lo que espera a que «suene la música» de la novela que escribe sobre Mercedes Pinto y en la que pudo ahondar este martes en el librofórum de la Biblioteca Universitaria de la ULPGC, La calma lectora: «Si yo agarro ahora en el verano el entusiasmo que tuve cuando escribí El árbol del bien y del mal, el que necesito para sostener la sintonía de todo el libro, esa puede ser una gran novela. Pero yo sé cuándo es una gran novela y cuándo no es una gran novela», asegura.
Aunque ejercita la materia gris de su cerebro a diario para que este no se acomode, confiesa que existe «pánico» sobre el hecho de que la armonía creativa nunca suene. «Tengo planes hasta los 93 años y no me puedo morir. Yo vine a escribir lo que tengo que escribir. Tengo que irme cuando escriba una gran novela. Antes no me voy, coño. No me da la gana».
Y hasta que esa novela se materialice sobre papel, Armas Marcelo continuará como el escritor mordaz, cronista feroz del idioma y lector crítico de siempre. Un hombre que se mira en el espejo de la historia, solo lee «buena literatura» y alaba a grandes plumas como la de Benito Pérez Galdós o Alonso Quesada. No le interesa el aplauso fácil, ni el consejo de editoriales. Tampoco la nostalgia ni el acomodo. Si algo ha dejado claro tras décadas de palabras es que la literatura no se escribe para gustar, sino para arder.
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