¿Hablas como Bad Bunny sin saberlo? Este es el fenómeno que conecta su "mi amol" con tus raíces canarias

Una filóloga canaria desvela la historia lingüística compartida entre las islas y América a través de un cambio lingüístico que cuenta con siglos de historia

Así han anunciado Bad Bunny e Ibai Llanos la venta de entradas para la gira española del artista en 2026

Lucía Feijoo Viera

Johanna Betancor Galindo

Johanna Betancor Galindo

Las Palmas de Gran Canaria

Puede que te suene extraño al oído, pero cuando Bad Bunny dice “mi amol” en lugar de “mi amor” no está cometiendo un error. Está utilizando una forma lingüística con raíces canarias. Y si alguna vez has escuchado a tu abuela, o a alguien del norte, intercambiar la “r” por la “l”, no es un fallo, sino un recuerdo vivo de una historia compartida entre Canarias, Andalucía y América.

El fenómeno se llama lambdacismo y, como explica la filóloga clásica y divulgadora Elena Marrero (@elena_marrero), forma parte de la identidad sonora de muchas comunidades del español. En un vídeo viral, Marrero lo cuenta con claridad: “Que Bad Bunny diga mi amol en vez de mi amor tiene muchísimo más que ver con Canarias de lo que probablemente piensas”.

Consonante líquida que viajó del sur

El lambdacismo es un fenómeno fonético por el cual se reemplaza la consonante “r” por la “l” en determinadas posiciones de la palabra. Frases como “perdón” convertidas en “peldón” o “trabajar” en “trabajal” son solo ejemplos de una forma de hablar que ha sido muy común tanto en Andalucía como en Canarias y el Caribe.

“El español que se habla en el Caribe tiene muchísima influencia del español de Canarias y de Andalucía, por la conquista y las migraciones constantes”, explica Marrero.

“Y entre todos esos rasgos lingüísticos que compartimos está el lambdacismo. En Canarias ya no se escucha tanto, pero sigue muy presente en personas mayores y zonas rurales”.

Ni mal hablado ni incorrecto: identidad lingüística

Lejos de ser una “manera incorrecta de hablar”, el lambdacismo es parte de un sistema fonológico que responde a la evolución natural de la lengua. “Aquí nadie habla mal”, defiende Elena Marrero. “Este rasgo forma parte de nuestra identidad. La "L "y la "R" son consonantes líquidas, y al pronunciarlas, hacemos movimientos con la lengua muy similares”.

Lo curioso es que en el español de Canarias la “r” final, sobre todo en infinitivos, se pronuncia de forma muy suave. “En algunas zonas de Andalucía ni siquiera se pronuncia”, recuerda. Y en buena parte de la Península Ibérica, sobre todo en el norte y el centro, sí es más marcada. “Lo que se llama español septentrional”, apunta Marrero.

De Andalucía a Canarias y de Canarias al Caribe

El origen del lambdacismo, según la divulgadora y diversos lingüistas, se remonta al sur peninsular. “Este fenómeno aparece en Andalucía desde el siglo XII y se fortalece en el XIV. De ahí pasa a Canarias, y desde las islas, a América”, resume. Un viaje lingüístico de siglos que hoy resuena en letras de reguetón y en las plazas de los pueblos canarios.

El propio artículo académico “Rotacismo y Lambdacismo” de Franklin Susanibar y Juan Carlos Tordera lo confirma: estas sustituciones fonéticas vienen de las letras griegas lambda (/l/) y rho (/r/), ambas llamadas “líquidas” por su comportamiento articulatorio. En español, estos sonidos pueden intercambiarse fácilmente por su proximidad en el punto de articulación.

Pese a ser un rasgo legítimo del español, el lambdacismo ha sido estigmatizado. “Ese pensamiento extendido y erróneo de que hablamos mal ha hecho que este rasgo se deje de utilizar tanto”, lamenta Marrero. “A mí misma me pasa, a veces cambio la R por la L sin darme cuenta. Es parte de cómo funciona nuestra lengua”.

Desde el punto de vista sociolingüístico, esta forma de hablar ha sido tradicionalmente desprestigiada, por asociarse al habla popular frente al español estándar normativo. Pero como recuerda la divulgadora, la pronunciación también tiene valor, aunque a menudo se le haya dado más importancia a la escritura.

Tracking Pixel Contents