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Los 'becarios de Adán'

Reyes González, José Manuel González y Alberto Dávila ponen "voz y cara" a los equipos del expresidente Adán Martín en XV aniversario de su fallecimiento

Reyes González, Alberto Dávila (c) y José Manuel González durante el homenaje al expresidente Adán Martín.

Reyes González, Alberto Dávila (c) y José Manuel González durante el homenaje al expresidente Adán Martín. / Arturo Jiménez

Salvador Lachica

Salvador Lachica

Santa Cruz de Tenerife

Gracias a una beca de posgrado, tres jóvenes tuvieron la oportunidad de trabajar junto al expresidente Adán Martín y a todo su equipo de asesores y colaboradores. Reyes González, José Manuel González y Alberto Dávila reconocen, 15 años después, que aquella fue «una etapa de mucha felicidad para todos nosotros».

Los tres son conocidos entre los familiares, los allegados y los colaboradores más próximos del expresidente como los becarios de Adán. Así fueron presentados, y en esa calidad fueron los encargados en el acto de homenaje celebrado este viernes de «poner voz y cara» a una de las máximas que fueron seña de identidad del expresidente: hacer equipos. Y, para ello, decidieron transmitir sus experiencias como parte del engranaje de Martín mezclándolas con el preámbulo del famoso discurso de la felicidad que pronunció el expresidente en su investidura en el año 2003.

«Hay un objetivo común que debe unir a todos los gobiernos, a todos los que sirven a los demás: el deseo de conseguir las condiciones objetivas para la felicidad de las personas. Fíjense que no digo hacer felices a las personas, sino solo facilitar los medios para que pueda ser posible», dijo Martín aquel día del mes de julio en el Parlamento regional.

Sonrisa eterna y mirada pícara

Pues bien, para José Manuel González, visiblemente emocionado, la «capacidad inigualable para crear equipo, hacía que diera igual el día o las horas que dedicaras a conseguir sus objetivos», pues «su sonrisa eterna y su mirada pícara eran algunas de sus fortalezas con las que conquistaba tu esfuerzo y la implicación del colectivo».

Esos tres jóvenes que comenzaban su andadura profesional bajo la tutela de Martín terminaron «forjando una bonita amistad» y, 15 años después, se mostraron «seguros de que él, desde donde quiera que esté, se sentirá orgulloso, pues esta amistad contribuyó, sin duda, a una etapa de mucha felicidad para todos nosotros».

Modelo a seguir

A Reyes González le tocó rememorar el pasaje del discurso de investidura en el que Martín recordó que «tanto en la dimensión individual como en la colectiva, lo que perseguimos es, en esencia, la felicidad. Y lo que tiene que garantizar el poder que emana de cada uno de los individuos que viven y conviven es precisamente los medios para conseguirla. Es así de sencillo y así de difícil».

Y esas enseñanzas sirvieron a Reyes González para comprender que «las diferencias también pueden unir. Su forma de liderar, de preocuparse e implicarse en cada cuestión, valorando y haciendo partícipes a las personas que lo rodeaban, fue, y sigue siendo para mí, un modelo a seguir».

«Él veía las virtudes y el potencial de cada persona, dejando a un lado los defectos. Nos enseñó que los equipos se construyen desde la confianza y el respeto, y él lo hacía integrando lo mejor de cada uno. Escuchaba con atención todas las aportaciones y nos hacía sentir parte activa de los proyectos», concluyó.

Más que homenaje, una promesa

Por último, Dávila recordó que en esa investidura de 2003 el expresidente recordó que su tarea era «crear las condiciones para que se multipliquen los momentos felices de las mujeres y los hombres que viven en Canarias. Así es como yo concibo el servicio público».

«Formamos parte de aquel equipo que aprendió, con Adán Martín, que servir a Canarias era mucho más que trabajar para una institución: era una forma de cariño hacia lo que hacíamos y hacia esta tierra. Leer hoy estas palabras, más que un homenaje, es una forma de promesa: seguir buscando esa felicidad que él quiso dejar como herencia a todo un pueblo», finalizó Dávila.

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