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Rafael Dezcallar, exembajador de España en China: "Hay potencial para estrechar lazos con China, pero con reglas claras"

Rafael Dezcallar posa para la entrevista, celebrada esta semana en el Archipiélago.

Rafael Dezcallar posa para la entrevista, celebrada esta semana en el Archipiélago. / LP / DLP

Julio Gutiérrez

Julio Gutiérrez

Las Palmas de Gran Canaria

¿Qué errores cometemos cuando miramos a China?

Si miramos, dejamos de cometer el principal error. Ha cambiado mucho, pero existen estereotipos históricos y culturales muy fuertes. Hay una cierta resistencia a entender lo que es hoy en día.

¿Sobra superioridad al mirar?

Occidente lleva dominando el mundo 500 años y probablemente en ese tiempo se ha sentido mejor que otras partes del mundo. Hay que ver las cosas como son y entender que si China ha tenido el crecimiento económico y el fortalecimiento político que ha alcanzado, es porque ha hecho muchas cosas muy bien hechas. Otra cuestión es que suponga una amenaza para los valores de la democracia occidental. Pensar que Occidente por definición es superior a cualquier parte del mundo es tener una visión pobre y equivocada.

Se ponen en duda los datos de crecimiento de su economía.

El crecimiento de China es incuestionable. En algún momento se han puesto en duda algunas cifras, pero en conjunto diría que no la hay sobre la naturaleza real del su crecimiento.

¿El nuevo escenario geopolítico multiplica las posibilidades de acercamiento con China más allá del comercio?

Puede ser, y lo es, un socio comercial y económico importante para España, aunque practica un tipo de comercio poco igualitario: mantiene su mercado muy cerrado mientras se aprovecha de la apertura de los mercados occidentales, y otros. De modo que una de las cosas que los europeos y yo mismo como embajador planteaba siempre a mis colegas chinos era la necesidad de un mayor equilibrio para que las empresas españolas pueden hacer allí lo mismo que las suyas hacen en España. Volviendo a la pregunta en sí, China también es una gran potencia y hay que contar con su punto de vista para muchas cosas. Sin embargo, defiende valores diferentes a los nuestros, por ejemplo, en derechos humanos. Desde ese punto de vista, no es posible tenerlos como una alternativa a Estados Unidos, con quienes mantenemos una alianza desde hace muchas décadas basada en principios y valores comunes como la defensa de la democracia y los derechos humanos. Con China, la cercanía siempre va a tener un límite.

Usted es presidente del Patronato de Ayuda en Acción. ¿Cuáles son los puntos en que más flaquea el respeto a los derechos humanos en el gigante asiático? ¿Y qué peligro real existe de que estos se vean relegados en todo el mundo?

Están creciendo como país y tienen una visión totalmente distinta. Con esto no quiero decir que no consideren importantes los derechos humanos, pero les interesan mucho más los económicos y sociales que los civiles y políticos. Por ejemplo, no respetan la libertad de expresión, de asociación ni, por supuesto, la libre elección de sus dirigentes. Bien, pero las amenazas a los derechos humanos no solamente proceden hoy de China. También llegan de otros países, y, entre ellos, algunos que son parte fundamental de Occidente.

"La ONU ha tenido sus limitaciones y ha visto como Rusia o EEUU han ignorado sus decisiones"

¿Qué puede hacerse?

Si los europeos queremos realmente defender nuestro modelo de vida, de funcionamiento, tenemos que entender que el entorno en el que ha sido posible el crecimiento ya no existe. Ante eso, Europa tiene que hacer más de lo que ha hecho en el pasado para defender la validez y permanencia de los derechos humanos.

Desarrolló su carrera como diplomático en un mundo en el que la multilateralidad era un concepto básico. Viendo lo que está ocurriendo en diferentes lugares del planeta, ¿hay peligro de que ese modelo pase al recuerdo?

El peligro es real, porque ahora mismo hay países como Rusia, que defienden abiertamente el uso de la fuerza. Donald Trump la ha utilizado en Irán y la está utilizando contra los que él considera narcotraficantes en el Caribe; si lo son realmente, habría que detenerles, no matarles. De otro lado, China ha dicho durante años, y ya no, que proponía la reunificación con Taiwán por medios pacíficos.

¿Qué significa todo esto?

Que hay países muy importantes que no excluyen el uso de la fuerza para defender intereses que considera fundamentales, y eso va, evidentemente, contra la Carta de Naciones Unidas (ONU).

¿Decepciona el peso que tiene hoy ese organismo?

La ONU tiene muchas limitaciones, no ha funcionado como tenía que funcionar, pero sin ella sería una vuelta a la ley de la selva, a una ausencia absoluta de principios sobre cómo deben conducirse las relaciones internacionales. Sería un retroceso de muchos siglos para la comunidad internacional. Igual que tenemos que defender en Europa nuestros valores y principios democráticos, todos los países deben defender la Carta de Naciones Unidas y buscar soluciones a los problemas que existen.

En el relato que hacía de los comportamientos de Putin y Trump, solo falta que China invada Taiwán. ¿Eso puede ocurrir?

No es su estilo invadir países. Tratará de lograrlo sin utilizar la fuerza. Los chinos tienen unas líneas rojas que no admiten ver traspasadas, como una potencial declaración de independencia unilateral de Taiwán. Hay que observar con atención lo que está sucediendo. China está desarrollando maniobras en torno a la isla, y eso supone un aumento de la presión. Quieren quedarse con la soberanía de gran parte de la superficie del mar y ahí está mandando a sus barcos para enfrentarse con los de países como Filipinas.

¿Personajes como Putin o Trump serán aves de paso o su legado perdurará?

Dependerá de la fuerza que tengan quienes defienden esos valores y la de quienes defienden un orden multilateral y la Carta de las Naciones Unidas, y de la eficacia e inteligencia con que cada cual se mueva. Evidentemente hay fuerzas que van en la dirección que ellos siguen, pero también otras que se oponen. No olvidemos que el uso de la fuerza favorece a los fuertes y perjudica a los débiles; las normas frenan a los fuertes, si no las hay, se impondrán. En el mundo en desarrollo hay muchos países que sufrirían mucho, con lo que Europa no está sola.

De haber normas, ¿no son los fuertes quienes las dictan?

El mundo nunca es ideal. La ONU ha tenido sus limitaciones y ha visto a países como Estados Unidos o Rusia ignorando sus decisiones, incluso para invadir otros países. La cuestión es ir creando limitaciones a la utilización de la fuerza. No podemos olvidar que la ONU ha servido para encontrar soluciones y detener agresiones cuando se han empezado a producir, ahí están los cascos azules. Ha obtenido éxitos que nunca habían existido antes, nunca la humanidad había tenido un instrumento para oponerse al puro uso de la fuerza. Hay que tratar de volver a esos casos exitosos.

¿Es momento para que Canarias refuerce la actividad comercial con China?

Por supuesto que hay potencial y posibilidades, y haría muy bien Canarias en tratar de aprovecharlas, pero hay que fijar bien las reglas. Tanto las Islas como España deben sentirse cómodas.

¿A qué se refiere?

China es una gran potencia y las grandes potencias tienden a tratar de imponer su forma de ver las cosas. Por ejemplo, ellos no ven los puertos solo como lugares de escala, avituallamiento o envío de mercancías, sino como una forma de proyección de su presencia comercial y política globales. China tiene un interés muy grande en fortalecer su presencia en los puertos y estoy seguro de que también en los canarios. Ni mucho menos estoy en contra de que eso suceda, pero sí creo que las reglas del juego deben ser fijadas claramente por ambas partes.

La presencia china en África es relevante. ¿Es otra de las puertas que se abren para estrechar lazos?

Sería muy beneficioso que hubiera posibilidades de sinergias, pero retorno a lo mismo, siempre acordando previamente las reglas del juego. De hecho, hay cosas que China hace en África con las que no estamos de acuerdo.

"Hay margen para seguir trabajando en África, necesita muchísima inversión y apoyo"

¿Por ejemplo?

Una es la explotación de madera por empresas chinas, que han deforestado zonas importantes. Otro ejemplo es la presencia de flotas pesqueras que no siempre respetan las normas; la capacidad de los países africanos para el control de sus aguas es muy limitada. La propia construcción de infraestructuras que han sido beneficiosas para África se ha sustentado en ocasiones en contratos que no siempre han sido transparentes y pueden haber generado deudas muy importantes. Insisto, no se trata de decir no, ni mucho menos, pero sí de negociar bien los términos de cualquier colaboración.

¿De no tener ese celo, podría Canarias convertirse en cómplice de algún desaguisado?

Exactamente. No digo que sea así, puede que no lo sea, pero hay que tener las cosas claras desde el principio para evitar ese peligro.

Habla de la intensidad de la presencia china en África. ¿Queda sitio todavía o está colmatado el continente vecino?

China ha hecho muchas cosas muy importantes y muy útiles allí, como la construcción de infraestructuras facilitando una financiación que habría sido muy difícil conseguir de otro modo. Cuestiones como esa son las que determinan que tengan una presencia importante. No hay que demonizar a China, hay que mirar caso por caso y ver qué cuestiones han sido útiles para África y cuáles se han basado en contratos nada provechosos para el desarrollo del país en términos de sanidad, educación, buena gobernanza, acceso a la vivienda o al agua potable... Los contratos chinos, en general, no se dedican a esto, piensan más bien en la creación de infraestructuras y de una relación política con el país. Hay que hacer el análisis detallado para ver qué cosas hacen que nosotros no debemos hacer y aquellas en las que tenemos que aprender de ellos. Ciñéndome a la pregunta, por supuesto que hay margen para seguir trabajando en África, que necesita muchísima inversión y muchísimo apoyo para su desarrollo.

¿Y Europa? ¿Cómo se conduce la UE en África?

Tiene que hacer las cosas mejor, porque es el principal inversor, socio comercial y de desarrollo de África. Sin embargo, su papel ha quedado muy disminuido en comparación con China en los últimos años. Si tenemos esa baza en la mano y no la aprovechamos bien, tenemos que pensar en que podemos hacer mejor las cosas. No soy partidario de culpar a otros, sino de pensar que nosotros tenemos margen de mejora.

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