Hay un antes y un después de la goma EVA. El etilvinilacetato es un polímero termoplástico sin cuya existencia sería imposible confeccionar el 99,5% de los disfraces de las murgas y los del resto de los seres animados que se echan a la calle en Carnaval. Es como una cartulina de colores de toda la vida de Dios, pero de una textura tan blandita y maleable como irrompible. Un milagro de la ingeniería aeroespacial que seguro que inventaron los militares yanquis para el camuflaje o la NASA para acolchar las paredes de los cohetes y que los astronautas no se hicieran chocaduras.

Como ha sucedido con otras creaciones bélico-asteróidicas, como el interné, la goma EVA se ha extendido entre los consumidores de a pie, sobre todo entre las madres, padres, tías, tíos y abuelos que tienen que hacerles las actividades del colegio a los escolares. [Aquí hago un inciso dirigido a los maestros que estén leyendo esto. Somos nosotros y no nuestros hijos los que hacemos las actividades... Aunque supongo que al ver a un niño de cuatro años y medio con una obra hidráulica en una caja que ya quisieran los egipcios, lo habrán sospechado.] Pues volviendo al tema que nos ocupa... De los creadores de Poblado Aborigen de goma EVA para la clase de Historia, con barrancos, cabritas, tagoror y hasta Guanarteme corriendo por la ladera, llega ahora Disfraz de Pingüino Emperador para los tres cursos de Infantil, lo que, sumando 24 por cada aula da un total de 12 toneladas y tres cuartos de goma EVA negra, tres blancas para las barrigas, 2,5 naranjas para las patas y 1,5 amarilla para los picos. Todo eso pegado con cola... Y a eso quería yo llegar. A la cola. Cuidado con la cola. Tengo una conocida que se vino arriba y estuvo con la niña pegada a la mano hasta mayo del año pasado.