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Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria 2022

El virus del disfraz llega a Las Palmas de Gran Canaria ante el inicio del Carnaval

El regreso de las galas de Carnaval no evita la caída en las ventas de vestidos y telas en los establecimientos

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Compras de disfraces de Carnavales José Carlos Guerra

Las galas del Carnaval regresan este año tras el parón por la pandemia, pero en las tiendas de vestidos y telas no se ha notado en las ventas. Aun así, el virus del disfraz llega poco a poco a la ciudad.

Las Palmas de Gran Canaria huele cada día más a purpurina y brilli brilli. Decenas de personas se acercan desde hace varios días a las tiendas de venta de disfraces o telas para adquirir sus vestidos festivos de cara al Carnaval, que arranca este viernes con el pregón oficial a cargo del grupo La Trova. Una de esas personas que se encontraban este jueves en uno de estos establecimientos en la zona de Mesa y López era Déborah, que se afanaba en encontrar materiales para realizar ella misma el traje a su hijo. El pequeño, acorde con los momentos que le han tocado vivir, tuvo claro desde el principio de qué quería caracterizarse este año en su colegio: de coronavirus. Y es que el virus del disfraz empieza a notarse en la ciudad.

Déborah entró con decisión en el Kilo de San Bernardo que hay en la calle General Vives. Tenía una misión y la idea más o menos clara -de hecho, la lleva en su móvil para tener un ejemplo fiable al que acudir- sobre lo que necesita. Cogió unas telas de distintos tonos de verde y morado, felpa de color verde lima, unas plumas y cintas de tonos oscuros, y pegamento para unirlo todo. El resultado será un simpático, y muy actual, disfraz de coronavirus, con su mascarilla incluida, unos ojos muy saltones y malévolos y la boca irregular y desdentada. "A mí hijo se le antojó, me parece muy gracioso que haya querido justo esto", expresó la mujer mientras una dependienta le organizaba todo lo comprado.

«Sin actos en la calle las cifras de negocio se resienten», señala un empleado del Kilo de San Bernardo

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Precisamente, las celebraciones carnavaleras en los colegios, como ya ocurriera el pasado año, son las que sustentan estas semanas las ventas de los establecimientos dedicados a la venta de materiales para hacer disfraces o de los vestidos en sí. Desde El Kilo de San Bernardo aseguraron este jueves que la situación este año es bastante similar a la del año pasado, pese a que se haya recuperado el Carnaval de las galas y concursos. Las cifras no son las habituales antes de la crisis sanitaria, ya que estas celebraciones escolares y las pocas privadas que se desarrollan por estas fechas no son suficientes para compensar la ausencia de actos en las calles, los mogollones y la gran cabalgata. 

«Se está incentivando la vuelta a la normalidad con la celebración en sí del Carnaval, es cierto, pero la participación del Carnaval de calle será casi inexistente, y la gente no hará grandes desembolsos de dinero para ir a sentarse al parque a ver una gala», explicó un empleado del establecimiento. Un hecho que les dificulta el tan ansiado despegue tras el parón económico provocado por la Covid-19, ya que admitió que estas fechas festivas suponen un peso bastante importante de su volumen de negocio anual. 

El hijo de Déborah le ha pedido para llevar puesto en su fiesta en el colegio un traje de coronavirus

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Con esta edición del Carnaval dejada ya por imposible, muchos miran con algo de esperanza los actos prometidos por el Ayuntamiento en las calles de la capital de cara a julio, si la situación epidemiológica es favorable. Aunque también les genera cierta incertidumbre, porque mucha gente estará de vacaciones en ese momento, por lo que podría resentirse la participación ciudadana. Sí esperan, en cualquier caso, poder recuperar parte del negocio perdido y seguir aguantando. 

Aunque empiezan a verse esos claros entre tanto nubarrón negro por la pandemia, el coronavirus sigue muy presente en el día a día de la población. Pero el optimismo que irradia el Carnaval provoca que, poco a poco, el virus del disfraz se vaya imponiendo en la ciudad. La alegría y las mascaritas vuelven a tomar las calles.

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