Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria

El Carnaval sortea los obstáculos

Desde 1976 la fiesta ha logrado esquivar las dificultades sin grandes sobresaltos

Primeras candidatas a Reina del Carnaval de 1976. La ganadora fue Rosa Delia  González Santana; segunda por la izquierda.

Primeras candidatas a Reina del Carnaval de 1976. La ganadora fue Rosa Delia González Santana; segunda por la izquierda. / LP

El resultado del Carnaval 2023 en Las Palmas de Gran Canaria está aún por ver pero la edición será ya recordada por la de la vuelta a la normalidad tras la covid-19. En su historia, la fiesta ha debido sortear más de una traba.

El Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria ha debido de sortear a lo largo de su historia varios obstáculos. El último, el de las restricciones por la pandemia de la covid-19, que ha supuesto la celebración durante dos años de unas carnestolendas descafeinadas. A la espera de lo que ocurra con el programa del Carnaval en esta edición, sobre todo tras el traslado de los conciertos nocturnos a la plaza de La Música por desacuerdos entre la Sociedad de Promoción y los vecinos de Simón Bolívar, la fiesta no ha tenido un camino de rosas.

El primero de los escollos que hubo que sortear fue su prohibición, dictaminada el 3 de febrero de 1937 dada la situación de Guerra Civil en el país, una orden mantenida después por el entonces ministro de Gobernación Serrano Suñer al «no existir razones que aconsejaran rectificar su suspensión» (22/2/1940). Tras la muerte del dictador Franco en 1975, las carnestolendas volvían a tomar la calle sin aún levantarse la censura. Corría el año 1976.

Manolo García

El carnaval le debe mucho a la entonces Asociación de vecinos de La Isleta, a Manolo García y a la comparsa Los Caribe. A la asociación por plantear ya en 1974 la idea de retomar las fiestas tras casi 40 años de prohibición y al entonces presidente de las fiestas de La Naval por reunirse con el gobernador civil del momento Salvador Escandell Cortés y pedirle autorización para las «fiestas de invierno» que la prensa bautizaría como lo que eran: «El Carnaval volvió a Las Palmas».

El grupo comparsero, formado por 110 vecinos de La Isleta que se confeccionaron sus propios trajes, abrió la fiesta en la explanada del Castillo de La Luz. El programa era escueto pero contó con actuaciones murgueras, la Cabalgata y una gala de la Reina que se celebró a última hora y en la que hubo solo cinco candidatas.

Murgas previa censura

La censura acechó aquella vuelta a la calle pero la fiesta contó con el apoyo del Ayuntamiento. Las mascaritas tenían prohibido cubrirse la cara y las murgas tuvieron que hacer entrega previa de sus canciones a la oficina de Información y Turismo para constatar que no se saltaban las reglas de la moralidad y el decoro. Así lo indica el periodista José Febles Felipe en Cuatro décadas de Carnaval, el mejor compendio dedicado a la fiesta capitalina hasta la fecha.

La Cabalgata, en la que participaron algunos grupos de Tenerife, fue todo un éxito gracias al servicio de orden interno que organizó la asociación de vecinos de La Isleta y la Policía Local. El acto se institucionaría ya como uno de los multitudinarios de las Carnestolendas, cuyos organizadores se constituirían como Patronato del Carnaval en 1977 para legalizar así la fiesta.

Del Patronato al Ayuntamiento

Durante los años siguientes el Carnaval cogió tal dimensión que, en 1983, el Patronato se vio obligado a sentarse con el Ayuntamiento ante el coste económico que suponía la fiesta, así como de infraestructuras. Las negociaciones con el alcalde socialista Juan Rodríguez Doreste no fueron fáciles y Manolo García fue acusado de vender la fiesta a los intereses municipales. La nueva Comisión Mixta Ayuntamiento-Patronato garantizó, sin embargo, el futuro de las Carnestolendas, que el pasado año presentó sus credenciales para convertirse en fiesta de Interés Turístico Internacional.

1984 fue el año para comprobar si el tándem funcionaba o no. En esa edición, el Martes de Carnaval fue declarado fiesta local y por primera vez se utilizó el parque de Santa Catalina para la celebración de una verbena que formó tal caos de tráfico que obligó al alcalde a pedir disculpas. Hasta la gala de la Reina en la plaza Santa Ana salió malparada por el robo de algunos objetos de las candidatas.

Los populares actos del Carnaval como el concurso de murgas, la Cabalgata y el entierro de la Sardina salieron, por contra, indemnes. Tal fue el éxito de público que el Carnaval logró esquivar una vez más las críticas a la comisión.

Carnaval de cine

El Carnaval dedicado al cine en 1995 fue el encargado de levantar los ánimos tras el fiasco de la edición anterior. El espectáculo de la Gala de la Reina ofrecido desde la playa de Las Canteras y retransmitido por primera vez por Televisión Española y el Canal Internacional había resultado todo un fracaso por su contenido y fallos técnicos. Tal es así que hubo hasta alguna que otra dimisión.

La organización del Carnaval decidió en esta nueva edición apostar por los profesionales canarios, incluida la aparición por sorpresa de la Unión Deportiva Las Palmas en la gala de la Reina para elevar los ánimos. La gala, que había regresado al parque de Santa Catalina, fue conducida por dos personajes de la tierra: el presentador Carlos Castilla y la actriz Mercedes Ortega-.

Chiringuitos

El parque Santa Catalina se convertía en epicentro de la fiesta. Más de 110 chiringuitos se apilaban en el entorno para ofrecer bebida y comida a unas mascaritas que desbordaban ya todas las previsiones de la organización. Los mogollones se imponían con fuerza en la fiesta y con ellos la presencia de los agentes y fuerzas de seguridad para frenar lo que años más tarde se conocería como los chandaleros.

En 2006, el Tribunal Superior de Justicia de Canarias sacudía al Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria al ordenar sacar las terrazas del llamado parque Blanco con el fin de cumplir la sentencia de 2002, en el se habían prohibido para permitir el descanso de los vecinos de Simón Bolívar. El pleito entre los residentes y la Sociedad de Promoción del Carnaval llega hasta nuestros días, aunque en la edición posterior al cierre de las terrazas apenas se notó el declive de la fiesta, especialmente la nocturna, al copar el Carnaval de Tenerife toda la polémica con el desastre del concurso de elección de la Reina, dirigido por Rafael Amargo.

Vista del parque Blanco con las terrazas en el año 2000. | | LP/DLP

Vista del parque Blanco con las terrazas en el año 2000. / LP

[object Object]

En 2013, la plaza de La Música fue elegida ya por el Consistorio -entonces gobernaba el PP- para celebrar el Carnaval nocturno ante la posibilidad de que la Justicia parara las carnestolendas por la presión vecinal de Simón Bolívar por el ruido. La decisión a pocos días de iniciarse la fiesta fue un duro varapalo para el Carnaval y para los chiringuitos, que tuvieron grandes pérdidas porque la gente no respondió al nuevo recinto, que para colmo se valló y tuvo acceso controlado. | L. S. V.

Suscríbete para seguir leyendo