CARNAVAL 2023

Carrocero, un negocio complicado

Los carroceros aseguran que un vehículo no se amortiza en «dos cabalgatas grandes» y que exige mucho mantenimiento anual para poder desfilar

Mascaritas en un vehículo de Carrozas Mambo durante la Cabalgata Infantil del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria 2023.

Mascaritas en un vehículo de Carrozas Mambo durante la Cabalgata Infantil del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria 2023. / QUIQUE CURBELO/CARNAVAL LPGC

Los carroceros ultiman la puesta a punto de los vehículos para que la Gran Cabalgata de este sábado, 4 de marzo sea un éxito. Llevan meses trabajando y confían en que haya más coordinación en la organización del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria para que no ocurra lo del pasado año, en que el desfile se aceleró de tal modo que dejó un mal sabor de boca entre las mascaritas. Este año, la huelga indefinida de los transportistas mantiene en vilo a algunos participantes, aunque el alcalde de la ciudad Augusto Hidalgo comentó este lunes en el Foro Ibérica Canarias que no cree que pueda afectar al desfile.

La Gran Cabalgata, que se celebrará este sábado -4 de marzo-, es uno de los actos más multitudinarios de las carnestolendas capitalinas

En las últimas décadas el número de carrozas se ha incrementado en la Gran Cabalgata, aunque muchas de ellas pertenecen a asociaciones sin ánimo de lucro que han visto en el evento un modo de divertirse o de promocionarse. Los que se dedican propiamente al negocio desmienten, sin embargo, que el desfile sea la panacea dada la inversión que requiere, así como el mantenimiento anual de los vehículos sin contar con las exigencias que hay que cumplir.

«El nivel de exigencia es único en el mundo. Ni siquiera el Gay Price de Madrid o Barcelona tiene este nivel en cuanto a homologación de vehículos. Todo está súper milimetrado, hay que presentar memorias de seguridad, de equipos de electricidad, de todo. Creo que somos un referente en este aspecto», explica Inmaculada Ezequiel, socia de Carroza Carnaval Canario, respecto a las exigencias de la organización del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria.

Inmaculada Ezequiel explica que salir a la calle cuesta «miles de euros» y que la inversión inicial en una carroza «no se amortiza en dos cabalgatas grandes». «Cada año hay que invertir porque los vehículos requieren un mantenimiento, no hay naves para guardarlos con lo cual se oxidan, y luego hay que cumplir con las exigencias de la organización», cuenta, mientras apostilla que hay que trabajar año tras año para rentabilizar la inversión.

La empresa es en realidad una agencia de viajes y eventos dedicada al Turismo Gay en el Sur. «Comenzamos con las carrozas en el Gay Price del Sur y de ahí saltamos a los carnavales», añade Inmaculada, que asegura que en los eventos grandes el negocio suele funcionar, aunque no tanto en los pequeños. «Es más complicado; alquilamos los vehículos incluso a otras islas pero no siempre compensa llevar por barco un vehículo que cuesta 2.000 euros, por ejemplo, de aquí a Fuerteventura».

Los empresarios aseguran que los requisitos y niveles de exigencia de la organización de Las Palmas de Gran Canaria son muy altos para garantizar la seguridad de las mascaritas

Tras dos años de pandemia, las ganas de fiesta de las mascaritas están este año remando a favor de los carroceros. Aún así, Inmaculada Ezequiel confiesa lo costoso que es vender entradas. «Hay que hacer una labor de marketing importante. Todos los carroceros nos queremos superar cada año para dar un buen servicio, buenas bebidas, seguridad, limpieza en el cuarto de baño; pero son exigencias que ya cumplimos todos».  

 La socia de Carroza Carnaval Canario se queja de que no siempre son bien tratados cuando «somos los que hacemos la fiesta». En su opinión, la repercusión de la Gran Cabalgata promociona la fiesta en el exterior lo que repercute en más visitantes a la ciudad además de las empresas y trabajadores que se benefician directa o indirectamente de su existencia. Y pide, por ejemplo, más control en el cableado eléctrico para que puedan circulan sin problemas. 

En la misma línea, se muestra José Cabrera, empresario de Carrozas Mambo. «No da para vivir. La gente cree que ganamos dinero pero se tarda tiempo en recuperar la inversión inicial, pagar seguros y en mantener un vehículo. Cambiar una rueda vale 300 euros y un vehículo de estos suele llevar entre 8 y 9», indica Cabrera, que añade que los dos años de pandemia han pasado factura a los carroceros. En su caso, combina las carrozas con una empresa de publicidad. «Es duro, laborioso y costoso», remarca el empresario, presidente de la asociación Carroceros Islas Canarias, en la que hay 55 socios que mueven 70 carrozas.

La otra asociación que se mueve en el Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria es Telcarroza, que incluye 48 asociados con un total de 63 carrozas; el 80% perteneciente a asociaciones culturales. Su presidente Julián Sánchez subraya que salvo algún negocio, la mayoría de los carroceros trabajan «para ganarse unos euros», aunque no deja de ser un «gran riesgo» habilitar un vehículo que puede rondar entre los 80.000 y 90.000 euros. 

Las dos asociaciones son interlocutoras con la organización del Carnaval de Las Palmas además de haber facilitado a sus asociados encontrar precios más asequibles en materia de bebidas, seguros, música; entre otros beneficios.