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Santa Catalina echa de menos el Carnaval

La mudanza de las fiestas a la plaza de Belén María deja pérdidas económicas en los negocios anexos al Parque y un agujero emocional difícil de llenar para los carnavaleros

Las Palmas de Gran Canaria

Completamente patas arriba, sin color y cercada por las vallas que delimitan la zona de obras de la MetroGuagua. Ahí donde antes se erigía el escenario del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria, justo en el corazón del Parque de Santa Catalina, ahora queda un terraplén desértico. Y es que el centro neurálgico de los Carnavales siente más que nunca la falta de purpurina en estas noches de enero, mientras se ahoga entre el polvo de las labores de construcción cercanas. Actividades que afectan especialmente a los míticos negocios de la zona, quienes claman una gestión de la situación "nefasta".

Apenas pasan tres meses desde que el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria asignara la plaza de Belén María como nuevo echadero del Carnaval, y metiera la quinta marcha al levantamiento del escenario de los Carnavales del Mundo. Una maniobra conseguida en tiempo récord que ya luce en pie a la entrada del Puerto y cuenta con una superficie en su conjunto de 2.400 metros cuadrados.

La mudanza a toda prisa del festival capitalino es el último acontecimiento sobrevenido de una larga batalla ciudadana, donde el descanso de los residentes y la tradición de las fiestas del Carnaval guerrillean en bandos opuestos. Con la sentencia judicial favorable a los vecinos de la calle Simón Bolívar, Santa Catalina permanece silenciosa, solo si el repiqueteo de las excavadoras lo permiten.

Imagen aérea de Santa Catalina

Imagen aérea de Santa Catalina / José Carlos Guerra

Sin caja extra

Ante una situación que divide la opinión pública, la gerente de la Asociación de Empresarios Santa Catalina, Angélica Rodríguez, estalla: "No puedo entender cómo un vecino pone una denuncia y perjudique a todo el pueblo canario", y apunta a la declaración de Interés Turístico Nacional para defender la que ha sido sede del Carnaval grancanario desde 1997. "Tampoco puedo entender cómo un juez puede dictar una sentencia impidiendo los Carnavales en Santa Calina, cuando estamos hablando de tradición e identidad", interpreta.

La gerente denuncia "pérdidas económicas" en los negocios aledaños al parque propiciados por la mudanza de la fiesta. Sobre todo en el sector de la restauración, quienes lograban cajas semanales en noches de carnaval. Según las estimaciones de Rodríguez, los locales del Parque Santa Catalina pierden una caja extra de 2.000 euros por cada día que pasa de Carnaval.

Es el caso de la cafetería Nuevo Río, comercio histórico del Parque Santa Catalina. Carmelo Díaz, copropietario del negocio desde 1997, expresa con tristeza lo atípico de esta edición carnavalera. Tras un cartel de "Solo camareros" mira hacia la terraza del local. En su mente la imagina decorada y abarrotada de personas disfrazadas, tradición arraigada en los gerentes de la cafetería. "Ojalá el próximo año volvamos a vivirlo de nuevo aquí", se lamenta.

Carmelo Díaz, copropietario de la cafetería Nuevo Río

Carmelo Díaz, copropietario de la cafetería Nuevo Río / José Carlos Guerra

Al Parque de Santa Catalina le falta su mejor disfraz: el escenario que viste cada año en estas mismas fechas el corredor entre el edificio Miller y el Museo Elder. Aunque para algunos como el propietario de la farmacia de Santa Catalina, Joaquín Sanz Blanco. Este edificio verde que adorna su interior con cuadros de bisontes, es en realidad una botica que lleva abierta más de un centenario. Para Sanz Blanco, regente del negocio desde hace cuatro años, el desplazamiento del Carnaval hacia el área portuaria significa más estabilidad en su comercio.

Operatividad del transporte público

"Hay dos factores del cambio de localización Carnaval que intervienen a nuestro favor", comienza Sanz Blanco mientras apura un cortado en una de las cafeterías de la zona. "Uno es el aumento de los cruceros durante esta época del año, mientras que el otro es la operatividad del transporte público", aclara. La edificación del escenario cerraba por completo el tránsito de las guaguas por el Intercambiador de Santa Catalina, no accesible para la llegada de clientes.

Sin embargo, Sanz reconoce ser carnavalero y manifiesta que le gustaría ver el escenario frente a la farmacia en años venideros, siempre y cuando se edifique "unos cuantos metros más atrás para que las guaguas puedan circular". Por el momento, habrá que conformarse con la postal de extranjeros desorientados camino hacia los cruceros, con un paisaje gris de fondo y sin purpurina. Una postal atípica del parque en vísperas de febrero.

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