Cumpleaños y reencuentros en la cabalgata de Las Palmas de Gran Canaria: "Solo me falta una tarta para terminar el día"

El Carnaval vivió su gran desfile con una explosión de color, música y disfraces

Miles de mascaritas tomaron las calles en una jornada marcada por la diversión, los reencuentros y hasta cumpleaños especiales

Cabalgata del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria (final)

José Carlos Guerra

Las Palmas de Gran Canaria

La Cabalgata del Carnaval hizo su rodeo final por Las Palmas de Gran Canaria con purpurina, emoción y ritmo. Para todas las mascaritas es una ocasión especial que siempre marcan en el calendario. No hay carnavalero que se pierda esta cita, y es que, sin duda, es una de las más esperadas por muchos. Aunque para Cluzyamelin fue especialmente importante porque celebró su cumpleaños rodeada de sus amigos y por miles de mascaritas que no dudaron en festejar con ella a cada paso que daba. 

Era inconfundible que estaba de celebración porque se atavió con una banda y un marco rosa de goma eva encuadrado en una infinidad de globos del mismo color. «Tengo un recopilatorio de gente cantándome el Cumpleaños Feliz, que luego voy a juntar y subir a mi cuenta de Instagram», explicó. Y es que nunca le habían felicitado tantas veces y tantas personas diferentes, aunque lo que más le sorprendió fue llegar al final del recorrido con tan solo uno de los globos rotos. «Un hombre intentó explotarme uno y me cuadré», afirmó defensiva. Es la primera vez que le coincide el festejo de su nacimiento con la Cabalgata, por lo que no podía «pasarlo por alto».

Todos los años le gusta currarse el disfraz y hacer trajes muy elaborados, pero como este año contaba con poco tiempo, aprovechó para hacer un disfraz sencillo, pero muy emotivo para ella. «Solo me falta una tarta para terminar el día», dejó caer. Cluzyamelin tenía la intuición de que sus amigos estaban esperando al final del recorrido para sorprenderla con unas velitas que soplar. «Me voy a hacer la loca», dijo. 

También fue el momento perfecto para los reencuentros. Juan Carlos Rodríguez siempre recibe la visita de su prima y su pareja, que residen en Madrid. «Me gustó tanto la primera vez que ahora siempre vengo», comenta el madrileño. Estaban ataviados de gimnastas con un chándal de colorines. Pero, ¡ojo! Dejaron claro que eran atletas de copazos, no de sentadillas. «Ayer entrenamos muy duro y nos tomamos diez cubatas para hoy superarnos con 25», aseguraron. Con ellos llevaban unos hinchables de pesas para fortalecer ese movimiento de brazo con el que acercaban el vaso a la boca. Estaban agotados de tanto esfuerzo...

Desde el Atlántico

Fernando Santana, padre e hijo, subieron desde las profundidades del Atlántico para visitar a los humanos en su fiesta más multitudinaria. A los dos tritones le acompañaban las sirenas Mónica Guerra, Carla Padrón y Alba Álvarez, todos en familia. «Soy príncipe del Atlántico y rey de las olas», comentó el pequeño. Tan solo una vez al año dejan el mar para adentrarse en el mundo de los humanos, por lo que no hay mejor ocasión que en las carnestolendas. «Aquí tenemos las branquias, pero no tenemos problemas de respirar en la superficie porque el Carnaval nos aporta toda la energía que necesitamos», desvelaron.

Cabalgata del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria (principio)

José Carlos Guerra

Entre las escamas tenían guardado un bucio con el que despertaron la ilusión de los carnavaleros: «Es la llamada para que la gente venga a pasarlo bien». Antes de llegar a Manuel Becerra, donde comenzó el trayecto, tuvieron que luchar contra la bruja de los males, Úrsula. Pero una vez en León y Castillo, de camino al final en Triana, solo pretendían pasarlo bien. Santana observó que había menos mascaritas durante el trayecto que en otros años, aunque tenía claro que fueran quienes fueran estaban ahí para pasarlo bien. 

Las hermanas Magnolia y Mónica Válido también observaron menos público. «Quizás es que ahora todo el mundo va en carroza», destacaron. Y es que esta es una de las ediciones con más carrozas de la historia, en concreto, 130. La familia entera iba disfrazada de golfistas, aunque no habían practicado el deporte antes. «Pensamos la idea desde Navidad y fuimos recolectando ropa para hacer el disfraz, aunque lo más difícil fue el carro», comentó Mónica. El carrito de bebé estaba tuneado como un carro de golf, aunque realmente todos los años va de una temática diferente. Ahí transportaban a los gemelos cuando eran pequeños, ya que ahora no caben en él. «Compramos unos churros con chocolate y nos ponemos a trabajar entre todos», detallaron las hermanas. 

Las cucarachas bailan en la Cabalgata

El disfraz que atrapó todas las miradas fue el del grupo de amigos de Laura Álvarez. Estas diez cucarachas fueron el alma de la fiesta ayer. «Yo soy la cucaracha abogada; él la cucaracha lisiada, que se llevó el cholazo de la abuela y la cuca radiactiva que no se muere ni con una bomba atómica», describió. A su paso, unos niños gritaron con emoción: «¡Una cucaracha!». Es de las pocas veces que este insecto es tan bien acogido. Y aunque estaban esperando por el momento estelar en el que darlo todo con la canción La Cucaracha de El Combo Dominicano, en ningún momento la escucharon. «Es un clásico», denunció Álvarez. El disfraz también tenía un sentido reivindicativo porque querían poner sobre la mesa un tema ya recurrente en la capital grancanaria: la suciedad. 

Las cucarachas no fueron los únicos animales que salieron a la calle. La serpiente de peluche, Paca, disfrutaba de la música como la que más. La cobra aprendió a responder a la vibrante música latina de las carrozas y no solo a la flauta de los domadores. José Fernández señaló que su personaje era perfecto para interactuar con la gente y sacar alguna que otra sonrisa. «Ha triunfado», expresó. «Ella se ha llevado todo el protagonismo, yo ya no pinto nada», bromeó. 

Juan Carlos era parte de uno de los grupos que participó en el Concurso de Disfraces. Nada más y nada menos que 40 personas disfrazadas de dioses griegos. «Llevamos participando como diez años, es una tradición y una manera bonita de vivir el Carnaval», comentaron. Para ellos, el concurso es algo secundario porque lo más importante es reunirse con su disfraz en la Cabalgata y enamorarse un año más del espíritu carnavalero. 

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