Hadas de ensueño, duendes travestidos, personajes de leyenda y protagonistas salidos de los cuentos recorren, junto a brujas, gigantes y alguna sirena, las calles de Las Palmas de Gran Canaria en la Gran Cabalgata del Carnaval, dedicado este año al Mundo de la Fantasía.

Desde primeras horas de la tarde de este sábado, mascaritas grandes y pequeños han participado en un desfile multitudinario que congrega cada año a unas 200.000 personas en uno de los actos más esperados y populares de esta fiesta tradicional.

La carroza de la Reina del Carnaval, Cindy Klein, elegida el viernes, encabezó la comitiva junto a sus damas de honor y a la Gran Dama, María Esther Travieso, a las que siguieron 115 carrozas, además de murgas y comparsas al ritmo de batucadas y otros sones.

Caperucitas barbudas, flautistas de Hamelin, enanitos ya entrados en años, algún eterno Peter Pan, princesas con chupete y hasta El Cid y la Bella Durmiente -despertada para la ocasión- se han sumado a una marcha multitudinaria en la que el juego y el disfraz burlan a la realidad.

Tampoco faltaron los tradicionales piratas, las monjas escapadas del convento, los fantasmas irredentos, los payasos, los toreros sin plaza, las enfermeras y las colegialas. Todos se entrelazaron en una fábula que recrea el tradicional combate entre Don Carnal y Doña Cuaresma y en el que siempre gana el jolgorio y la diversión.

La gente aguardaba el desfile a su paso por las calles y bailaba, reía, jugaba y aventuraba una existencia diferente a la habitual. Una máscara o un disfraz, todo sirve para soñar y simular. Durante horas la ciudad se echó a la calle y vivió una fantasía que supera cualquier visión.

La fiesta continuaría en la zona de ocio del parque Santa Catalina, donde la parodia prosigue y entra en la madrugada, momento en el que la pantomima decae momentáneamente, pero solo hasta la siguiente noche de Carnaval.