Calles desiertas con el servicio de limpieza poniendo a punto, a base de manguerazos, las desaseadas calles tras una noche de juerga en la capital grancanaria. Este era el panorama que había hacia las ocho de la mañana de ayer después de lo vivido durante el mogollón en el parque de Santa Catalina la noche anterior. E intentando esquivar los enormes y numerosos charcos de agua que formaban los operarios de limpieza para adecentar la vía, aún había algunas mascaritas que deambulaban dando los últimos coletazos de una de las verbenas carnavaleras que quedaban este año.

Entre las pocas almas que vagaban por los alrededores del escenario que durante la madrugada había servido al jolgorio colectivo se encontraban el capitalino Ramón Ramos y Simón López, natural de Galicia y que, por segunda vez consecutiva, está disfrutando del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria. A pesar de que las opciones pasan también por elegir una discoteca o algún local similar, para ambos, la mejor elección para pasarlo bien en estas ocasiones es el Parque de Santa Catalina. "Esta vez ha estado mucho mejor, porque el año pasado fue una estupidez forzar la desubicación de la zona de fiesta", opina Ramos, a lo que López añade que "lo que hicieron entonces fue una forma de privatizarlo, metiendo a todos en un recinto cerrado y la gente solo podía consumir las bebidas que pidieran dentro del local; rompieron la magia totalmente".

Asimismo, en comparación con el carnaval de su tierra, el gallego también considera que "el de aquí está muchísimo mejor, la verdad, porque allí es más local y está menos organizado".

También callejeaban en las proximidades, en busca de un after, un grupo de amigos que se denominan a sí mismos como Los humildes. Uno de ellos, ataviado con su fantasía de vikingo, valora que "aunque nos lo pasamos bien, otros años ha estado mejor y más viva la cosa, sobre todo porque había poca gente".

Sin embargo, Ylenia Hierro, de Las Palmas de Gran Canaria y disfrazada de Blancanieves, piensa que "esta vez había más gente que otros años, y yo personalmente me lo pasé muy bien"; y un grupo de mascaritas de La Paterna expone lo mismo. Algo similar expone el mauritano Hamed Sankara, quien, vestido con las mallas de Superman, asegura que "lo pasé muy bien; este año ha estado mejor, hay menos problemas, sobre todo porque los que salen suelen ser gente más adulta". Lo mismo opina el capitalino Ramón Sosa, quien sin embargo apuesta por las discotecas para estas noches, "porque hay menos gente joven; aunque también depende del local", asevera.

En relación a los incidentes ocurridos a nivel general durante la velada, según indicaron fuentes policiales a este periódico, "fueron pocos; han sido unos actos y una noche carnavalera muy tranquila". Con respecto al hospitalito de campaña -instalado por la Cruz Roja en las ramblas de Simón Bolívar, en el Parque Blanco-, fueron atendidas 29 personas -16 hombres y 13 mujeres-, de los cuales once fueron por una ingesta excesiva de alcohol, cuatro por cortes y heridas, otros cuatro por contusiones y dos por esguinces. Once de los pacientes atendidos por el personal de emergencias fueron evacuados a centros hospitalarios tras ser evaluados in situ.

Igualmente, la Policía Local cifró en 6.000 el número de asistentes al conocido como Carnaval tradicional, donde se contabilizó una riña sin consecuencias. De igual manera, las inmediaciones del parque de Santa Catalina atrajo a unas 40.000 personas, de acuerdo también con la Policía Local, que realizó 430 intervenciones, 32 de ellas a consecuencia de trifulcas, casi todas sin importancia; finalmente, una persona fue trasladada al Hospital de campaña para ser valorada y asistida por el personal médico del lugar.

En lo que a los datos del servicio de limpieza se refiere, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria informó de que, entre Vegueta y el Parque de Santa Catalina, el personal recogió 16.000 kilogramos de residuos en el dispositivo especial organizado para estos días del Carnaval tradicional, la preselección de la Gala Drag y las noches del Carnaval. Han sido 7.900 kilogramos más que el año pasado, prácticamente el doble.

Además, los operarios emplearon 490.000 litros de agua y 300 litros de desinfectante en las áreas donde se distribuyeron los eventos -la GC-110, el Parque Santa Catalina y la trasera del edificio Miller-, donde trabajaron 114 empleados entre la noche del lunes y la mañana de ayer.

Una mañana en la que, tras la fiesta, muchos optaron por desayunar unos buenos churros con chocolate. En La madrileña, situada en la calle Ripoche, "hubo una avalancha de gente, desde que abrimos a las siete de la mañana y hasta las ocho; se ocupó completamente el local, tanto las mesas como la barra", afirma José Luis Díaz, camarero de la churrería. Lo cierto es que, tras esta hora, las calles se quedaron prácticamente vacías.

De los últimos que quedaban eran los canariones Sergio Montero y Eduardo Pérez, vieron la fiesta "más centralizada, y el ambiente estaba bastante bien". Montero estima, igualmente, que "es inevitable que haya alguna que otra pelea, esa es la parte negativa, aunque la verdad es que había más control policial que otras veces". En cualquier caso, "fue un error cuando se hizo en la Plaza de la Música, porque allí hace más frío; es mejor en el Santa Catalina", coincidieron los, no obstante, destrozados jóvenes tras tantas horas de celebración; "ahora estamos hechos polvo", confesaron. Pero tampoco se puede tener todo; como suele decirse, quien tuvo buena noche no puede tener buen día.