Al ritmo de La, la, la y con una desenvoltura que muchos quisieran para sí a su edad. La murga Los Tutti Fruti hizo este lunes su presentación en sociedad en el Carnaval de Telde allá donde más seguidores tiene: en su casa, el centro de mayores de San Gregorio.

La agrupación que hoy dirige Salvador Santana es una de las más veteranas de las carnestolendas teldenses, y no por la media de edad de sus componentes, que también, sino por el hecho de que llevan ya, nunca mejor dicho, 20 años dando la murga.

El salón de actos del inmueble de Los Llanos se quedó pequeño para recibir a estos amantes de la fiesta, que con 35 componentes en sus filas (ayer acudieron 26) ya en esta edición de las carnestolendas han podido homenajear al mundo de los faraones merced a su presencia en diferentes eventos.

Los años pasan y la renovación es un clásico en Los Tutti Fruti. Años atrás aprovechaban los talleres del centro para fabricarse sus fantasías, "aunque en esta ocasión nos hemos comprado los trajes", confesaba un animado Santana que quiso agradecer al término de la actuación el apoyo del centro a la murga. "Se han comprometido a que el año que viene podrán hacer un esfuerzo y comprarnos una batería", anunciaba al respetable.

Hasta tanto se refuerzan los medios materiales, estos carnavaleros han podido seguir adelante con su guineo gracias a los ensayos periódicos, al compromiso y esfuerzo de sus miembros y a la ayuda del IES de El Calero, que en más de una ocasión les ha dejado los platillos, los tambores y todo lo que les hiciera falta. En su actuación de ayer, Los Tutti Fruti no dejaron títere con cabeza. Le dieron un repasito cariñoso al Ayuntamiento, al que reprocharon el estado en el que está el parque de San Juan, los robos en la Casa de la Condesa y el estado en el que se hallan varios barrios hasta cuando llegan las elecciones. Allí aguantó el rezado en primera fila la concejala de Servicios Sociales, Sonsoles Martín, quien lejos de poner mala cara sacó su mejor sonrisa, se puso a aplaudir y hasta arengó a los presentes avisando que "sería una muy buena idea, si es que ya no existe, que se crease un concurso de murgas de centros de mayores, porque estoy segura de que esta ganaría algo".

Los comentarios jocosos también los lanzaron hacia sí mismos, cuando describieron la esperpéntica situación que sufre un mayor cuando acude al hospital a visitar a alguien, se anima a donar sangre y sale del recinto con todo un catálogo de patologías. Y es que a la vejez, viruela.